El carnaval amable

conlosojosbienabiertosDespués de cada festejo populista vienen las loas y las críticas. «Ha sido un rotundo éxito», dicen unos; «Ha sido un fracaso absoluto «, dicen los otros. Carnaval medido por la participación, afluencia, impacto económico, ….., carnaval para «vencer el sentido del ridículo» y para «ser otro por unas horas»… Creo que el verdadero triunfo del carnaval debiera medirse por la agitación provocada en los cimientos del orden fosilizado en el que estamos enclaustrados. Un carnaval subversivo, que sirviera para echar por tierra las mentiras, asumidas como verdades, que nos disciplinan a diario y que colonizan, consciente o inconscientemente, nuestras mentes.

El impacto debiera medirse por el grado de conflicto cultural, ideológico e intelectual capaz de producir. Por cierta molestia, que no es otra que aquélla que sentimos cuando alguien nos hace ver las cosas de manera diferente a como las creíamos y pensábamos. Molestia, que no ofensa. La ofensa tiene más que ver con el pulso entre la realidad y cierta resistencia a reconocerla. ¿Se imaginan, por ejemplo, hacer concurrir en el desfile de piñata todas las manifestaciones públicas del año? Un desfile en el que aparte de las comparsas, chirigotas y compañías carnavaleras, concurrieran también los tres reyes magos, pero con varios melchores, gaspares y baltasares, en sus suntuosas carrazos; los romeros de Alarcos; las cofradías, los penitentes…, los pasos de pasión; las manifestaciones políticas y reivindicativas de todo flanco simulando hermandad fraterna entre posturas políticas enfrentadas; la procesión del corpus; la octava de la virgen del prado; Crókiton devorando a bambi; la hermandad de pandorgos combinando sus blusones con aderezos circenses; los coros y danzas vestidos con la ropa tradicional pero haciendo malabares; el obispo vestido de dragg queen; la alcaldesa disfrazada de gorgojo; el delegado del gobierno vestido con harapos; el presidente de la diputación de teresa de calcuta; los representantes sindicales vestidos de floreros; los médicos vestidos de meretrices; y los profesores de albañiles; los estudiantes disfrazados de pienso para pollos; don quijote vestido como el greco, y greco como don quijote; los pobres del pueblo disfrazados de altos funcionarios del estado; los comunistas disfrazados de pijos; y los pijos de perroflautas… Es decir, una sana muestra en la que el pueblo trasciende sus constructos culturales y se ríe de sí misma.

Muchos pensarían que este pisto manchego sería intolerable, blasfemo… que cada cosa tiene su momento, que no se puede hacer gracia con lo que es serio o sagrado, que todo esto es una ofensa… El triunfo de este pensamiento en la mente colectiva de la gente es una muestra más que evidente de que el Carnaval ha fracasado. De que lo que hoy quiere la Institución oficial es una celebración controlada, mesurada, amable, de la que sólo se espera rédito comercial, desahogo dominguero y consenso general.

Alberto Muñoz
Con los ojos bien abiertos

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