En 2005, con motivo del centenario de la publicación de la primera parte de ‘El Quijote’, se desplegó un abanico, plural y discutible de actos y acciones; entre otras señaladas de las llamadas ‘Rutas de don Quijote’. Llegándose a proponer, en esa órbita viajera, hasta 10 itinerarios creíbles, más o menos vinculados con el texto de Cervantes: desde el primero conocido como ‘De Toledo a San Clemente’, hasta llegar al último e incomprensible, fijado como ‘De Sigüenza a Atienza’. Cuya pretensión más visible, fuera la de trasvasar al territorio regional, algunos de los movimientos hipotéticos verificados por el caballero andante y su escudero.
Y todo ello, además, verificado desde una pretendida potenciación del llamado ‘Turismo Cultural’, como agente económico activo, al que se acompañaba con otras piezas y trofeos complementarios, en una suerte de ensalada contemporánea de ‘Paisaje, Gastronomía e Historia’. Todo lo anterior se destacaba junto a una obsesión aguda por la ‘Espacialidad’ del relato de Cervantes. ¿Salió don Quijote de Argamasilla de Alba, o lo hizo desde El Toboso?, ¿almorzó en Venta de Cárdenas, o ayunó en una fronda de Sierra Morena?, ¿pernoctó en Villanueva de los Infantes o madrugó en Madridejos?, serían algunas de las cuestiones cruciales y centrales, aunque extraliterarias, que han producido diferentes ensayos y lecturas patrióticas desviadas y obsesionadas. Por ello pude anotar en un trabajo precedente de 2005 sobre dicha secuela, que “Una de las obsesiones, no se sí sólo recientes, de los lectores e intérpretes de ‘El Quijote’ es la lucha por fijar su espacialidad reconocida. Espacialidad reconocida y obsesiva que lleva a confeccionar, ya desde el siglo XVIII, trasuntos de itinerarios y rutas; y que más cerca aún hoy, nos muestra, tanto la pugna de lugares y ciudades de La Mancha por prohijar al caballero, como la pretensión de componer milimétricamente los itinerarios. Hay quien lee por ello El Quijote, como dice Agostini, con brújula y metro a la mano. Mala fortuna, es ello”.
Merced a ese trasvase, del libro al territorio patrio, se produjo una suerte de señalización de rutas, jalones, caminos, portazgos, hitos y ventas. Llegando a diseñar el logo oportuno de la afamada ‘X’ mayúscula, y sus adminículos y complementos correspondientes, en formas variadas y vestidos de un verde enigmático. Un verde que, a punto alguien estuvo de llamar como un ‘Verde Quijote’, para distinguirlo de otros verdes comunes, como el ‘Verde Veronés’, el ‘Verde vejiga’ o el ‘Verde billar’. El recuento y balance de la primera efeméride quijotesca daría, por tanto, para algunas reflexiones significativas sobre las interrelaciones que se suscitan entre Cultura, Política, Espectáculo y Negocio.
Junto a ello, junto a la tetrapartición de las celebraciones, habría que destacar la oportunidad de eventos variados, tendentes a producir la difusión de ‘El Quijote’ a través, fundamentalmente, de su lectura e interpretación del texto. Que creo que es lo debe importar sobre todo. Acontecimientos que, acabada la gloria del acto efímero, son los que permanecen y duran: difusión económica del libro para escolares, monográficos en revistas culturales, la exposición ‘El arte en la España del Quijote’, algunas ediciones afortunadas del libro fundamental, como la de Martín de Riquer; junto a trabajos diversos desde el cervantinista Cannavaggio, al escritor Trapiello y su prolongación ‘Al morir don Quijote’.
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En 2015 y en un empeño por superar los listones festivos de la anterior administración regional, la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores Cospedal, anuncia con pompa y circunstancia, que su Gobierno va a iniciar los trámites para incoar el expediente de declaración de Bien de Interés Cultural en Castilla-La Mancha a los ‘Escenarios del Quijote’. ¿’Escenarios del Quijote’? ¿Cuáles y donde? Toda vez que en el texto cervantino aparecen muchos territorios ajenos a la jurisdicción de Cospedal; y por ello habrá que acomodar el deseo de su declaración a la realidad de su pertenencia. Baste realizar una lectura atenta y anotada del texto cervantino, para advertir que si bien cierto es que los lugares más citado son El Toboso (con 24 referencias), la Cueva de Montesinos (con 19 citas) y la dividida Sierra Morena (16); el cuarto puesto lo ocupa Zaragoza con 18 designaciones. Incluso en ese relato geográfico e inventarial, aparecen citadas más veces ciudades como Sevilla (13), Salamanca (12) y Barcelona (11), ajenas al mando de Cospedal; que la mismísima ciudad de Toledo, con 7 convocatorias. De aquí la dificultad señalada, y por ello las dudas sobre los ‘Escenarios del Quijote’ que serán objeto de declaración como BIC. ¿Solos los de Castilla-La Mancha? Y ¿los otros, qué? Salvo que se esté tramando otro desvarío jurídico-cultural en la senda de los molinos disfrazados como gigantes. Y ya ha habido unos cuantos de esos desvaríos incongruentes.
Ya no basta, pues, con las citadas rutas anteriores de 2005, ahora se concentran y señalan los ‘Escenarios’ como parte fundamental del nuevo relato de la promoción institucional de ‘El Quijote’ para 2015. Como si reescribiera el texto cervantino, con motivo de cada onomástica y de cada celebración periódica. Ya ocurrió en 1905, con la visión de ‘El Quijote’ redentor de los males de 1898, de la mano de Azorín; ocurrió en parte, en 2005 con la lectura de la novela como oportunidad para el negocio del ‘Turismo cultural’; y ya apunta, la celebración del 2015 como paradigma de una estrategia, que yo llamo ya, de ‘la cultura como negocio y como propaganda’.
‘Escenarios’, por tanto, que no dejan de ser, igualmente, ‘Lugares hipotéticos’ de un sueño literario, que se disponen, ordenadamente, junto a otros lugares verificables y con problemas de viabilidad y sostenibilidad. Donde importa más, por tanot, la verosimilitud que la verdad; donde gusta más la posibilidad que la realidad y la propaganda que la novela. Si teníamos la senda caminera precedente ya trazada y polvorienta de males y sospechas, ahora tendremos los enlaces de esas, hoy olvidadas ya, ‘Rutas de don Quijote’. De tal forma y manera, en palabras de la presidenta, que tal incoación como BIC “favorecerá su protección, proyección y difusión”. Incluso de lugares tan quijotescos como pudieran serlo Roma, Cartagena y París. Cualquier cosa, al amparo del libro.
Así lo ha hecho saber María Dolores Cospedal durante la firma de los convenios de colaboración entre el Gobierno de Castilla-La Mancha y los ministerios de Educación, Cultura y Deporte y Fomento, para la difusión y promoción de los actos conmemorativos del IV Centenario de la publicación de la segunda parte de ‘El Quijote’. Convenios que se plasmarán en la llamada ‘Comisión Interadministrativa del IV Centenario de la Segunda Parte del Quijote’. Nombre largo y pomposo, que reúne a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a través de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes; además de la Administración General del Estado, en dos de sus ministerios, y a la Federación de Municipios y Provincias de Castilla-La Mancha. Comisión que será el órgano (¿con función o sin ella?), encargado del desarrollo y concreción en planes y programas de las actividades y apoyo a la celebración de este acontecimiento cultural. En concreto, la repetida Comisión Interadministrativa, “se ocupará de la gestión de los recursos privados captados para desarrollar planes y programas de actividades destinados a la celebración de este acontecimiento”. ‘Gestión’, ‘Recursos privados’, ‘Desarrollar planes’, ‘Celebración’ y ‘Acontecimiento’. Puro lenguaje cultural, como se podrá ver.
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Periferia sentimental
José Rivero
«Cosas veredes»
O dicho con palabras de hoy…¡lo que hay que ver!
¿Cómo empieza el Quijote? No con En un lugar, sino con «Desocupado lector…»; no hay que saltarse el prólogo ni los poemas, porque para ese viaje hacen falta alforjas y si ya vais saltándoos cosas no duraréis mucho por el camino. Preguntadle a los que presumen de saber cómo empieza el Quijote la frase con que termina, por lo menos, la primera parte 8la farrase con que termina la segunda, una crítica de los libros de caballerías, es muy larga). Seguro que no sabrá qué decir.
He hecho leerse al menos una parte del Quijote a mucha gente menuda que decía ser manchega; copiaban de El rincón del vago y el club de colaboración académica que era un primor; incluso se copiaban entre ellos, de forma que podía hacerse crítica lachamniana y buscar arquetipos de copia, pero la copia horizontal destruía esos intentos que, para decir verdad, uno tampoco tenía demasiada gana de hacer. De los veinte mil lectores que hay en España se habrán leído Don Quijote unos quinientos. Es una figura de adorno muy útil para las librerías; incluso dicen que en Ciudad Real hay un museo consagrado a él. En alguna ocasión dije que la cultura en La Mancha es lo que queda cuando quitas a Don Quijote. Y, por cierto, no es poco, qué va.
¿Por qué no crean una colección de continuaciones antiguas del Quijote, o reeditan más barata la monumantal, hiperdocumentada e ilustradísima biografía de Cervantes por el manchego de Cuenca Luis Astrana Marín en siete volúmenes? Porque los políticos de charanga y pandereta de ahora prefieren hacer una enésima versión del Quijote, obra grande, soberbia, magnífica, como ellos mismos, que quieren verse de iguales dimensiones, tan gilipollas son. El manchego típico no es Cervantes, ni Alonso Quijano, ni Sancho, es el modelo de todos los gilipollas, el pinchaglobos bachiller Sansón Carrasco, una mala imitación de todo lo que hay bueno y noble en España, puro cainismo unamuniano, y eso que ya hablaba Amadeo I del cainismo español. Dixi.
Disculpad el baile de las letras anterior; uno escribe muy rápido y se le trastuecan las teclas.
Sanson Carrasco, modelo afortunado de advenedizo. Que tanto se lleva en las últimas tendencias de la pasarela. Saludos A.
Recuerdo haber visto una exposición en el Rectorado de Altagracia en la que se mostraron ediciones del Quijote en todos los idiomas posibles y en todas las encuadernaciones posibles.
No sé qué recordaré de este esperpento cospedaliano…probablemente los 12000 metros cuadrados esos que se le ha olvidado meter en su ruta personal…
Aprovecho y reconozco un pecado…no recuerdo cómo acaba la primera parte…a pesar de haberlo leído. Ejem…habrá que retomarlo. Vale!
Y aprovecho también para presumir de la edición facsimilar de Ignacio Cumplido (Mexico, 1842) que guardo como oro en paño y que nos regaló Miguel Ángel Porrúa hace ya unos cuantos años…
¿Cospedal sabrá quién es Porrúa?
Preguntaselo en la la inauguración de la Ampliación del Museo Quijote. Si no lo sabe ella, lo sabrán los acompañantes y asesores aúlicos. Sobre todo el Consejero Marín.
Lo sabes tú que eres el más listo de Ciudad Real. Ojalá te llame para ser asesor tu querido PSOE. Pero no te dés tanto bombo escribiendo que Porrua tampoco sabe quien es Rivero.
Jajaja cuánta estupidez en dos renglones…
Ese era un regalo que hacía Luís Arroyo en su época rectoral.
Si señor. Un gran regalo.
El mejor regalo, Blisterr, no es poseer un facsímil de las aventuras y desventuras del insigne caballero. Yo también tengo varias ediciones de «El Quijote» muy chulas: en tapa dura, papel biblia, papel pergamino, con ilustraciones de Doré, con ilustraciones de Palmero, prologado por Francisco Rico … mas todo eso me es inverosímil, perdón, indiferente. Lo verdaderamente relevante no es poseer tal o cual edición sino sentirse poseído por su lectura, de tal suerte que la segunda vez te impresione más que la primera, que la tercera te emocione más que la segunda, que la cuarta consiga sorprenderte ,por su rabiosa actualidad, más aún que la tercera hasta llegar a la conclusión de que el mejor amigo del hombre es «El Quijote. Es un gozo volver a disfrutarlo. Ya me toca otra relectura, y van…
Desde luego, lo mejor es leerlo. La Diputación tiene una edición, en un solo tomo, letra grande, muy cómoda para leer. Es la que ha utilizado mi hija estudiante y la que suelo acompañar en los regalos de boda (no sabría decir cuál es el regalo principal, según se entienda, pero el libro es económico y está muy bien editado).
Además, en tema regalos, a mi me cayó la edición facsimilar de 1798 de Gabriel de Sancha que se repartió, hará cosa de veinte años, por parte de las Cortes de Castilla- La Mancha
Carmen, yo no he querido decir que el lujo sea tenerlo. He dicho que para mi es un lujo tener esa edición. Por supuesto que el mayor lujo es leerlo y lo he leído varias veces lo largo de mi vida. Es más, ha sido fuente de documentación fundamental.
En mi minúscula biblioteca solo hay ediciones baratitas. Nunca he pensado en los libros como partes inmuebles y polvorientas de los muebles.
Este es especial porque fue un regalo del editor. Un tipo muy interesante.
De su bolsillo o del bolsillo de todos.
Puestos a citar ediciones memorables, yo diría la de Sopena de 1940. Que cuenta con una parte gráfica de pinturas y fotografías de Carlos Vázquez; mas otro grupo de dibujos de Luis Palao. Fue el primer Quijote al que me enfrente. El ultimo fue la edición de Martín de Riquer, con ilustraciones de Antonio Saura, para el Circulo de Lectores,