La convivencia de la escultura y la arquitectura ha estado presente en numerosas obras clásicas y en la arquitectura contemporánea de muchos arquitectos. Elementos que marcan zonas singulares del edificio, que establecen acentos, que dan una referencia simbólica al edificio con su presencia. Muchas colaboraciones de arquitectos y escultores establecen ese diálogo posible y enriquecedor cuando ocupan las posiciones adecuadas y tienen la calidad requerida. Convivencias más frecuentes en edificios públicos con ese carácter simbólico de definición de su función o de determinados mensajes que se quieren hacer presentes a través de la escultura.
Menos frecuente es esta presencia en edificios residenciales. En Ciudad Real, en la vivienda de la calle Pedrera Baja entre dos huecos de un bloque d viviendas, en su zona superior, hay un bajo relieve de Kiriko con el título de La Palabra. Kirico tiene diferentes obras en la ciudad integradas en lugares urbanos como el penitente de la plaza de la Merced, la hermana en la Plaza de Agustín Salido o las dos figuras de la danza y la música en el Auditorio del recinto ferial.
Aquí se trata de una representación idealista y onírica que representa a una mujer desnuda de largos cabellos, con alas. La figura se identifica con la sirena y tiene por ello unas referencias mitológicas. Las sirenas con su sonido quieren comunicarse con otros seres a través de esa sonoridad que en el hombre se hace palabra. Y de ahí el título que el autor da al relieve.
Un relieve ejecutado en piedra sintética, instalado en 1991. Y en mi opinión una de las obras más logradas de Kiriko.
Pero sobre todo un relieve que se integra de una forma singular con la arquitectura del edificio. Aprovechando la forma de los dos arcos que se forman encima de los huecos de las ventanas las alas se extienden adquiriendo una dimensión amplia que parece extenderse por todo el edificio. Y en su parte superior se convierten en formas rectas para marcar la transición del ladrillo al revestimiento de la piedra de la zona superior de la vivienda. Probablemente la escultura habría merecido un tratamiento de ese peto superior de forma más individualizada en esa zona central marcando así la importancia del juego de arcos que conforman la fachada y señalando el valor del elemento central del edificio dentro de la sencillez del mismo.
En su centro es donde la figura adquiere su fuerza de volumen con la cara y el torso desnudo que adquiere un mayor volumen y sobresale del conjunto de la fachada marcando así un punto central en la misma. La altura de la figura hace que pase desapercibida e la visión normal de la calle. Sin embargo es un buen modelo de cómo la escultura puede integrarse en la arquitectura enriqueciéndola y dotándola de un nuevo sentido.
Espacios
Diego Peris Sánchez