Luis Mario Sobrino Simal.- La calidad espermática ha disminuido a la cuarta parte de lo que era hace cinco años. Ha pasado de 60 millones por mililitro a 15 millones, muy por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para que un esperma sea fecundo. Sobre las causas de esta pérdida de fertilidad, especialmente en la población urbana, ha hablado esta tarde en la Biblioteca Púbica de Ciudad Real la doctora en biología Mª Pilar Castellanos Expósito.
“Fertilidad y tóxicos: disminución de la fertilidad actual en población urbana”, es el título de la charla informativa que impartía esta tarde Pilar Castellanos. Una aproximación a los efectos que provocan distintos tóxicos ambientales en la disminución de la fertilidad, una «realidad social» constatada a lo largo de las últimas décadas. Se trata de un problema más frecuente en el ambiente urbano que en el rural, detrás del cual se conocen una serie de causas concretas, como la disminución de la calidad espermática o el efecto de tóxicos que actúan como disruptores endocrinos.
La pérdida de la calidad espermática, tal y como explicaba esta doctora en biología, está muy relacionada con el estilo de vida. «El estrés mantenido produce una serie de alteraciones en la células reproductoras, lo que se conoce como estrés oxidativo». En cuanto a tóxicos ambientales, durante la charla se habló bisfenol A, pesticidas, parabenos o el plomo.
Por último, Pilar Castellanos hacía hincapié en los problemas derivados de una alimentación incorrecta, en la que no se aportan antioxidantes, «lo que provoca que las alteraciones a nivel celular no se puedan compensar. La alimentación está muy alejada de los patronales tradicionales. Se ha desplazado el consumo de alimentos naturales por otros envasados en plásticos o en metales, que ya son tóxicos, procesados y con aditivos». Según esta bióloga, la vuelta a la agricultura ecológica, que no es sino comer como comían nuestros abuelos, es la base para superar los problemas que hay en la actualidad.