…Y entraste en el gozo de tu señor

Sor Concepción Carrascosa, OP, Córdoba.- En cierto lugar de la Mancha, de cuyo nombre me quiero acordar, para recordar a la persona que encontré, pues merece que la conozcáis para saber la buena madera que tenía: era un alma de Dios y los hombres, ya que era una persona que no vivía para sí.

opinionSu nombre de Bautismo era Aurea, en el Convento Sor Dominica Padilla del Olmo, nació en un ambiente cristiano, el 4 de Agosto de 1924,  en Padilla de Abajo (Burgos). Sus padres eran Eduardo y Gabina, tercera hija de los 14 hijos que tuvo el matrimonio, la pena de su madre es que no se habían consagrado más que dos hijos, su hermano Pablo (dominico en Caracas) y ella.
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El primer Asistente de la Provincia Bética fue el P. Pablo del Olmo Arias, hermano de su madre. Y el Provincial después de la guerra civil, en Almagro se encontró un convento lleno de frailes y novicios en una extrema pobreza…

Su tío Pablo del Olmo fue quien la llevó al convento de Jumilla (Murcia) en el año 1945, ya que en Ciudad Real no la admitieron por no tener para la dote, pero sí la recibieren en el año 1965 como priora.

Dominica decía que lo que más le costó era dejar a sus padres y hermanos, la más pequeña de un año. Cuando ingresó en el convento sus padres le dijeron: “hasta el cielo”, porque antes no se viajaba tanto como ahora y la distancia era grande de Burgos a Jumilla.

Otra cosa que me contaba M. Dominica: que le decía a su tío el P. Pablo que le costaban mucho las comidas y su tío le decía: el gusto se educa.

madre-dominica-02Me contaba nuestra M. Dominica, que en el convento de Jumilla, me contaba que estuvo de enfermera de dos ancianas y allí  fue donde se puso enferma con el tifus, tenía mucha fiebre. Cuando se levantó de la cama la tuvieron que enseñar a caminar, me contaba el respeto que había con las ancianas, como llevaban el coro con dignidad y respeto.

Era una monja muy DOMINICA por los cuatro costados, ella decía que si volviera a nacer sería dominica, que nunca se arrepintió, era muy amante de la Orden, de la Iglesia. Respetuosa con los superiores y los súbditos, ella nos decía: hábleme como yo te estoy hablando con respeto y educación. Lo que tengo de fea lo tengo de clara.

No tenía nada propio. En su celda tenía pocas cosas, aprovechando todo lo que las demás no querían, zurcía muy bien, y llevaba piezas muy bien puestas, no se notaba nada.

Era muy caritativa con todas, sobre todo con las enfermas, decían las monjas mayores que una vez no tenían dinero para llevar a una monja al médico y ella como tenía poco de tonta se le ocurrió vender un sofá antiguo  y con el dinero pagar la consulta del médico. Tenía don de palabra: Mira majo o maja nos pasa esto en el convento ¿nos podría ayudar?, no había cosa que no pidiera que no consiguiera.

Conocen a San Martín en Ciudad Real por la M. Dominica, siempre salía a la calle con algo de San Martín, daba muchas cosas y decía: lo que se da por un sitio, san Martín lo recoge por otro lado.

En el año 1986 fue cuando yo entré en el Convento de Altagracia, fue cuando conocía a M. Dominica, que por entonces era Priora, me pareció una mujer seria, pero con su chispa de gracia, cuando le decía  “madre no me gusta” , ella me contestaba: pues tómalo en dos veces… Era humana y sencilla, muy amante de su vocación, era muy animosa y no será porque no tuvo dificultades.

Cuando llegó al convento de Ciudad Real, se encontró un convento en ruinas, en el año 1905, se cayó el campanario y con la mala suerte de que mató a la Maestra de novicias en el acto y una novicia fue herida, El convento cada vez estaba  peor, la iglesia ya estaba apuntalada, corría peligro de que se cayera, y fue entonces cuando M. Dominica empezó a trabajar y dar los pasos para construir otro convento, no le faltaron dificultades por parte de casi todos, pues le ofrecían muchas palabras pero nadie se movía para hacer nada; ella sola iba a unos y a otros, siempre confiaba en Dios.

Era muy amante del Coro y de la Liturgia, no regateaba nada para el Señor, ni esfuerzo, ni ilusión por cantar. Cantaba bien y tenía buen oído, le encantaba oficiar en el coro y lo hacía con alegría, era  una monja viva y con energía;  lo hacía con toda el alma, solo le faltaba bailar como el Profeta David.

Daba ejemplo a las jóvenes y a todas, nunca estaba cansada, aunque hubiera estado todo el día sin parar, sin siesta, decía  que la siesta para ella era un lujo.

Fue muy probada por enfermedades: a los 20 años empezó con el tifus, caídas con fracturas, operaciones…

El dejar su monasterio de Altagracia le supuso un gran sufrimiento pero también lo supo llevar con alegría, como una ofrenda al Señor, sin quejas, todo lo hizo sin prisas pero sin pausas.

Como broche de oro, la ultima enfermedad la mantuvo 9 meses postrada en cama, tiempo que ella vivió como una perfecta ofrenda a Dios, en unión intima con Cristo Crucificado, ofreciéndose conscientemente por la humanidad, sin una queja ante el dolor y la impotencia , siempre de la mano de María que acompañaba sus días y sus noches …Las hermanas que la asistieron dan testimonio de su gran paz, de cómo no perdía la presencia del Señor… ni tampoco su pizca de sal para sonreír con los que la visitaban…

Doy gracias a Dios por haber conocido a esta persona, hermana y Madre, pues yo no la busqué, Dios me la puso en mi camino para que aprenda de ella, y sepa coger todo lo bueno que Dios depositó  en ella. Termino mi historia como ella decía tantas veces: Como Dios quiere, siempre poniendo a Dios.

—-

IN MEMORIAM

Sor Mª Rafaela de Jesús Catena, OP, Córdoba.- El pasado día 11 de noviembre M. Dominica Padilla el Olmo  ha llegado  al final de su viaje terreno. Creo yo, que con la misma ilusión y viveza que la caracterizó durante toda su vida.

Hace aproximadamente dos años se ponía en contacto conmigo para exponerme su “determinada determinación”.

Ella, dada su situación, pues a la sazón, además de la edad, la aquejaban múltiples enfermedades, comprendía que el Señor le pedía hacer la última ofrenda de su vida en esta tierra, salir de su amado convento para fusionarse con otra comunidad.

Mujer emprendedora y de futuro, inició el proceso, el camino que le conduciría a ella y a su comunidad hasta este Monasterio Federal de Sta. María de Gracia, de Córdoba… “Y una vez puesta la mano en el arado no miró hacia atrás”.

He de decir que ha sido para mí una gracia y una enseñanza el poder acompañarla durante este tiempo.

Y como Abrahán a sus 89 años salió de su “tierra”, el Monasterio de Altagracia (Ciudad Real), a la tierra que Él le fue mostrando.

A lo largo de su vida -me comentaba M. Dominica-, nunca había pedido ningún traslado, solo se había dejado conducir por el Señor, ahora tampoco pedía nada, tan solo escuchaba la voz de su Señor que como un tenue susurro, le hacía entender- no entendiendo- su voluntad, a través de las causas segundas.

Y así, tras no pocos desgarrones, llegó con su comunidad  a Córdoba un 26 de Octubre de 2013.

Doy y quiero dar testimonio de que se abandonó y ofrendó su vida en esta última andadura, como ese incienso, que lento pero persistente, sube al cielo a la caída de la tarde.

Ella amó la Federación, participó en sus reuniones y asambleas y al final se acogió a su regazo en la Casa Federal para entregar su último aliento como testimonio de amor por la Orden y la Iglesia.

Doy fe, también, de su amor a su comunidad, ella -que sabía que pronto partiría a otra Patria mejor –  quiso que sus hermanas de comunidad estuvieran en la Casa de Todas y asumieran con paz y abandono la entrega radical, no  exenta de sufrimiento, que exige nuestra vocación de seguimiento al Señor hasta la muerte o mejor, hasta morir en el día a día y en el vaciamiento de todo, hasta quedarnos con sólo Dios… Y así su Casa era ya … ¡el Corazón de Dios!…. Y por ello fue feliz hasta el final.

Dominica, tú ya has llegado a la meta, por tantos caminos que has recorrido has ido dejando un poco de tu vida, de tu entusiasmo, de tu amor a todo y a todos.

Has sido correspondida por tus gentes de Ciudad Real, representadas, muy especialmente, en su Pastor el Sr. Obispo D. Antonio, que ofició tu funeral, y por nosotras, que hemos compartido tu último año de vida.

cristoAhora, desde el cielo, nos enseñas que lo único importante es caminar por los caminos del Señor, pues es verdad que no “tenemos aquí ciudad permanente”, como nos dice el apóstol, y peregrinos somos hacia una tierra que mana leche y miel, en la que ya no hay carencias, ni dolor o lágrimas, sino que todo es gozo y alegría en la comunión con Dios Trinidad, Ntra. Madre del Rosario, Ntro. Padre Santo Domingo y todos los Bienaventurados.

Gracias, Madre Dominica, por tu confianza en mi pobre persona, en la Federación, en la Orden a la que tanto amaste y sobre todo en tu Amado Esposo Jesucristo.

Serás para siempre un ejemplo y estímulo para no dejarnos caer en el desánimo, sino, siempre, en los brazos amorosos de nuestro buen Padre Dios.

Porque “has sido una empleada buena y fiel, pasa al banquete de tu Señor…” e intercede por tu comunidad, por tu Orden de Predicadores, por la Iglesia que aún sigue peregrinando hacia la Patria celestial.

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3 COMENTARIOS

  1. Sor Conchi: Permíteme que te llame así, pues nos conocemos desde aunque desde muy lejos.
    Lindo tu escrito, me lo sugirió Lola, una amiga encontrada en el 2014 que vive en Ciudad Real. Ella supo de mí y es otra amistad que sumo a las que mantengo con entera sinceridad.
    La M. Dominica Padilla el Olmo, descansará en paz y como le dijeron sus padres: «hasta el cielo».
    Cuiden de mi tía Llilla, Sor Anunciación, como no puedo hacerlo yo desde la distancia, un beso inmenso para todas, Cuqui

  2. Sor Conchi: Permíteme que te llame así, pues nos conocemos aunque desde muy lejos.
    Lindo tu escrito, me lo sugirió Lola, una amiga encontrada en el 2014 que vive en Ciudad Real. Ella supo de mí y es otra amistad que sumo a las que mantengo con entera sinceridad.
    La M. Dominica Padilla el Olmo, descansará en paz y como le dijeron sus padres: «hasta el cielo».
    Cuiden de mi tía Llilla, Sor Anunciación, como no puedo hacerlo yo desde la distancia, un beso inmenso para todas, Cuqui

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