A las niñas muñecas y a los niños balones, o bien a las niñas cocinitas y a los niños coches. Estos eran los clichés para estas fechas no hace mucho tiempo, pero la mayoría de los chicos recibíamos de Sus Majestades de Oriente algún que otro vehículo, réplica de camiones, excavadoras, coches teledirigidos etc., etc.
Yo para ser feliz quiero un camión
Cantaba Loquillo su deseo (grabado en el subconsciente infantil) de tener un “potente vehículo a motor” y no es excepción, más bien regla ¿quién no ha querido jugar con un camión o montarse en un pequeño automóvil como los hijos de las clases pudientes? El automóvil está ya en nuestro ADN y sólo la falta de recursos (para la mayoría de los mortales) impide que “demos el cante” reflejando nuestra psique en una carrocería de ultradeportivo.
Ojo, el ser humano de ambos sexos ya ha demostrado en poco menos de cinco décadas que la estupidez asociada a la posesión de un tipo de automóvil no sólo no tiene límites, sino que se diversifica en progresión geométrica a las denominaciones que surgen para, por ejemplo, los todo terreno: RAV, crossover, todocamino… los 4×4 es de antiguos y el Land Rover de toda la vida se queda para películas y series de ONG’s enrrolladas. Nuestro coche, nuestros coches, nuestro muchísimos coches, son ahora nuestro escaparate, nuestra fachada y para ser felices, los más ricos siempre quieren más y más.
Sobre todo futbolistas
Sorprende que los pilotos de F-1 y otras especialidades no aparezcan por ahí con extravagantes “bugas” con los que epatar al, llamemos, “mujerío botánico” y que sean los futbolistas, sobre todo, los que ofrezcan día sí, día también, noticias sobre sus extravagancias, léase el triciclo Morgan de Álvaro Arbeloa o el nuevo Lamborghini Aventador de Cristiano Ronaldo, por citar algunos casos que, además, actúan con absoluta indiferencia si sufren un siniestro y el cochazo queda para el arrastre, cosa que a cualquier le causaría un infarto de nivel 10 (si es que existe ese criterio); ellos tranquilos, tienen algunos más en el garaje, de hecho hay pocos clubes de Primera División de fútbol que no cuenten con un Ferrari entre los vehículos de su plantilla de jugadores. Pero aún así, aunque un jugador de la NBA se compre un Bugatti Veyron, o el as del esquí alpino coleccione Mercedes, simpre hay alguien más arriba, alguien que tiene más y ¿quién es el que más tiene?
On the Top of the World
La lista de las diez personas que más gastan en automóvil y, por tanto, más unidades tienen de modelos exclusivos está encabezada por el sultán de Brunei Hassanal Bolkiak que posee algo más de cinco mil coches, que evidentemente no podrá ni recordar, entre los que se encuentra decenas de Rolls Royce Phantom (algunos decorados con pésimo gusto), Ferrari, Mercedes y Aston Martin, del que hizo un pedido a principios de año de unas cuarenta unidades. El número dos sí es más sorprendente, porque lo del jeque casi es lógico, porque es un tipo de la comunicación, el periodista y presentador de TV Jay Leno que, además asiste a subastas para engrosas su colección donde se incluyen coches de 1906 y 1955, en perfecto estado de funcionamiento y con los que suele acudir a exhibiciones como la exclusiva Pebble Beach. Jay dispone de casi un centenar de coches y caso ochenta motos. El tercero de la lista es el cantante de la banda británica Jamiroquai, Jay Kay, que tiene absoluta fijación por los Lamborghini, aunque no hace ascos a otras posesiones como, por ejemplo la limusina que perteneció a la mítica Coco Chanel. Number Four para otro integrante de la farándula, Jerry Sienfield, actor, director y productor de televisión, conocido por su participación en muchísimas series USA y por su absoluta dedicación a los coches de marca Porsche, de los que tiene más de cuarenta, diez de ellos Boxter de diferentes colores. Ralph Lauren, desde la quinta plaza de esta clasificación, se enorgullece de sus piezas de colección como un Jaguar de 1955, el exclusivo McLaren de 1996 o un Ferrari 250 LM, que hacen compañía a otra casi cincuentena de joyas.
La segunda parte de la tabla
Es bastante menos sorprendente el grupo de personas que cierran esta clasificación, sobre todo porque aquí llegan loa futbolistas como Beckham con su gusto por el Cadillac Escalade y los Bentley y Rolls; Cristiano Ronaldo y sus Bugatti y Ferrari que acompañan al Aventador, ocupa la séptima plaza, justo delante de Paris Hilton y su Bentley rosa, Bill Gates que, como Seinfield, sólo colecciona Porsche de los que tiene un buen puñado de 911 y el exquisito y escaso 959. Sylvester Stallone cierra el ranking con un gusto más americano a base de Corvette y Camaro en todas sus variantes, entre las que se cuela el muy reconocido Aston Martin.
Estos datos son de finales de 2013 y seguro que están sujetos a interpretaciones de todo tipo y anécdotas como pueden ser el gasto en seguro del sultán citado o ese boxeador kuwaití que se plantó con un Ferrari chapado en oro aparcándolo en doble fila en el centro de Londres. Eso sí es dar el cante y no lo de estos honrados ricachones.
Juanma Núñez
A41- Todo Motor