Eusebio Gª del Castillo Jerez.– Como cada año, el mercadillo de Solidaridad Manchega con los Pueblos del Tercer Mundo (SOLMAN) ha abierto sus puertas con el objetivo de recabar fondos para sus proyectos, así como para sensibilizar a la ciudadanía acerca de la situación que sufren las personas más allá del mundo desarrollado y dar a conocer los proyectos que lleva cabo esta ONG.
Los recortes, que tan duramente han afectado a la cooperación para el desarrollo, han mermado la capacidad de SOLMAN, que se ha visto obligada a concentrarse en los proyectos que considera prioritarios, aquellos relacionados con los niños y las mujeres.
Desde esta ONG financian un comedor escolar en Togo. «Probablemente es la única comida que los niños hacen al día», comenta María Luisa, una de las voluntarias de SOLMAN. El dinero que se recaude en este mercadillo, que estará abierto hasta el 5 de enero, se destinará, además de a este comedor infantil, a apoyar a las mujeres artesanas que trabajan en los talleres de esta asociación, tanto en Togo como en El Salvador.
Entre otras cosas, en el mercadillo se pueden adquirir objetos de Guatemala, artesanía de Togo y El Salvador, productos manchegos, artículos hechos a mano donados por artesanas, artículos de comercio justo o cuadros donados por artistas.
«Realmente es una cuestión simbólica», señala María Luisa, «porque no tenemos la capacidad de una empresa, sino que son los propios cooperantes los que traen los productos hasta aquí». De esta forma, añade, no se encaren los artículos porque no hay intermediarios. Lo que aporten los ciudadanos irá destinado a los beneficiarios de los proyectos que financia SOLMAN, «para que ellos puedan autogestionarse y subsistir».
Por otro lado, comenta que el objetivo del mercadillo también es de sensibilizar a la población. «No es tanto el dinero que podamos recaudar como darnos a conocer. La gente viene y les contamos el trabajo que estamos haciendo».
Si no hay dinero, hay personas
Es complicado sacar adelante proyectos con la merma en las ayudas para cooperación al desarrollo. Desde SOLMAN tratan que, pese a los recortes, las comunidades y los grupos con los que trabajan no se queden sin nada. «Si no hay dinero hay personas», afirma María Luisa. Por eso, explica, este año han ido a colaborar cooperantes «no tanto con dinero, como con sus capacidades». Muchos de estos cooperantes son técnicos que ayudan a estas comunidades a gestionar los proyectos y forman a la población, «aportando sus valores y capacidades».
