Fermín Gassol Peco.- (A todos los loteros de la provincia, repartidores de ilusiones). En estos días previos a la Navidad, las administraciones de lotería son visitadas por una gran cantidad de personas que buscan el número de sus sueños. Este año la lotería según dicen, está “volando” de los expositores,…parecido a lo que sucedía hace diez años, cuando con la bonanza económica y con el “black money” , un suponer, se adquirían series y serie enteras. Hoy la causa de este devoro de décimos hay que buscarla desgraciadamente…”al otro lado del río”.
¿Tiene algún número que termine en 57? Es que me gustan mucho los números que terminan en 7. No tengo ninguno con esa terminación pero sí en 58; ese no, que no me gustan los acabados en 8. Son frases curiosas que se oyen con mucha frecuencia en los establecimientos dedicados a vender… esperanzas monetarias. Cualquiera diría que los números jugados tienen formas diferentes más o menos agraciadas…con la suerte claro.
Esa especie de superstición a la hora de buscar determinados números es un mundo la mar de curioso. Y es que para mucha gente existen los números bonitos y los números feos. ¡Bonito es cuando sale premiado! que decía un lotero. Sí pero ¿Cómo vas a comprar por ejemplo el 00.001 o el 55.555? Si no pueden tocar nunca, dicen los “enterados” a modo de sentencia.
Tuve un compañero de trabajo que siempre compraba los décimos de números comprendidos entre el quince y veinte mil, otro que no tuviera ningún cero…y así podríamos seguir contando casos de caprichos en la elección de números, cuan prenda de vestir más o menos idónea para el cuerpo de cada uno.
Otras personas buscan números relacionados con alguna efeméride o hecho de sus vidas. Pero la realidad no es para nada fantástica, todas las bolas son redondas, idéntico tamaño y pesan lo mismo. Y es que conseguir el premio gordo en cualquier lotería es algo muy, pero que muy difícil y la dificultad está en la cantidad de números que entran en el bombo; vamos como si con el Bernabéu o el Nou Camp lleno soltaran una paloma en el centro del campo y fuera a parar a tus manos.
Ya sé que esta no es forma de hablar de la lotería; pensando de esa manera tan cerebral y calculadora nadie jugaría. La dinámica desencadenante a la hora de comprar un décimo es otra menos racional y más emocional porque oye, ves los décimos así poquito a poco en las administraciones como si no existiera ninguna más y esa remota probabilidad de una milésima por ciento aumenta sicológicamente de manera descomunal. Y no digamos ya cuando se trata de participaciones del bar, la tienda o kiosco que frecuentas a diario; si no llevas y toca aunque sea un poquito te queda una desagradable sensación de hijo pródigo.
Ya decía Napoleón que jugar mucho era de locos pero no jugar nada era de tontos. Hacerlo en estos sorteos de Navidad y del Niño es para muchos algo tradicional con un significado entrañable, sobre todo en las participaciones porque siempre han tenido el amable sabor de cruzar recuerdos entre amigos, familias, compañeros, con el siempre bonito deseo de poder vivir un poco mejor…¡que falta hace!