Hoy, 6 de Diciembre, los socialistas de Castilla-La Mancha queremos conmemorar, un año más, la Constitución española. Somos el partido político central desde la transición y, en esa condición, la formación que ayudó a que nuestra Carta Magna viera la luz, y a su posterior y exitoso desarrollo. No solo no renegamos, sino que defendemos el pacto de los españoles de entonces, y tenemos muy claro que estos casi 40 años han sido los mejores de la historia de nuestra nación. Los más prósperos con libertad.
Por eso hemos defendido la Constitución, y todo lo que se dice en ella, siempre, desde el primer día, no como otras formaciones políticas que ahora parecen querer apropiarse de ella.
Ese es el motivo por el que, después de 36 años, ante las nuevas demandas de nuevas generaciones de españoles y españolas que no la votaron en 1978, y ante la evidente crisis política, económica, territorial e institucional por la que atraviesa nuestro país, apostamos por actualizarla. Es la mejor manera de quererla, de defenderla y de que nos siga siendo útil durante los próximos 40 años.
Castilla-La Mancha es hija de la Constitución de 1978. Es el ejemplo de que ese texto sirvió, fue útil para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Desde que nos gobernamos a nosotros mismos como lo que somos, que no es otra cosa que españoles de Castilla-La Mancha, nuestra tierra ha dado un salto histórico en sus infraestructuras, su sanidad, su educación, sus posibilidades, sus oportunidades y su autoestima.
También ha sido una autonomía que ha dado ejemplo de lealtad constitucional. Al Estado y al resto de comunidades autónomas, pero también respetando los consensos básicos y las reglas del juego dentro de nuestra propia tierra. Acordando, dialogando y pactando lo esencial de la arquitectura del sistema.
Porque cumplir la Constitución no es solo ganar una sentencia en los tribunales, sino atender al espíritu de la mejor política.
De hecho, la mejor manera de respetar la Constitución es no imponer desde un único partido a todos los demás una reforma de nuestra propia Constitución, como es nuestro Estatuto de Autonomía.
El modo más honesto de entender la Carta Magna es no cambiar dos veces en un año la misma ley electoral, también con la exigua mayoría de un diputado que un partido tenga en el Parlamento de Castilla-La Mancha.
La Constitución de 1978 fue la de todos porque no fue la de nadie en particular y, sobre todo, porque no se hizo contra nadie.
Cuando se aprueban un Estatuto de Autonomía y dos leyes electorales contra todos, se puede cumplir la ley, aunque eso es discutible, pero seguro que se atenta contra algo más importante que la letra de un texto. Se atenta contra su espíritu, contra aquello que hace posible la convivencia y el entendimiento.
No es algo irreparable. En Castilla-La Mancha, después del 24 de Mayo del año que viene, habrá un nuevo Gobierno que pondrá remedio a muchas cosas.
Una de ellas, y de las primeras, será recomponer aquello que no debió romperse nunca: Que las reglas del juego, o son de todos, o son tramposas y no valen.