Jesús Labrador. Delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha.- Lo primero que quiero hacer y debemos hacer siempre es recordar, rendir homenaje y manifestar nuestro afecto a las familias de las 45 víctimas mortales que han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas en el presente año en España. Pero quisiera recordar igualmente que la violencia no empieza aquí, empieza en el silencio de las víctimas y de su entorno, en la exigencia de aquietamiento de quien dice nos quiere más que nadie, en no revelarse con los primeros síntomas que evidencian esta peste.
Empieza con el primer desprecio a la persona en su condición de tal, con el primer insulto, con la primera humillación sea en publico o en privado. Empieza con el seguro que va a cambiar, con el pensar que en el fondo es bueno. Los primeros síntomas anuncian el final trágico si no se pone remedio y no existe mejor remedio que la denuncia, la ayuda y la comprensión a la víctima, nunca al verdugo.
La violencia no es solo física y se ejerce contra la mujer por el hecho de serlo, es una muy grave violación de los derechos humanos y de nuestros derechos constitucionales y lo es porque parte de la idea de que las personas no somos iguales que valemos más o menos por el sexo que tengamos, parte de la absurda idea de que alguien puede imponer ahora su voluntad hasta el punto de quitarle la dignidad que tiene como ser humano, siendo el que piensa esto la auténtica bestia que hay que separar de la sociedad.
El Gobierno de España y el de Castilla-La Mancha están hoy más que nunca comprometidos con la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres existentes en nuestra sociedad. Son muchas las medidas, pero no hay ninguna como la educación de nuestros jóvenes en valores, y no me refiero solo y con carácter único a la que se imparte en escuelas o universidades.
Cuando hablo de educación hablo de educación con mayúsculas, la que transmitimos a nuestros hijos y a cuantos nos rodean cuando fomentamos las relaciones con las personas basadas en el respeto y la comprensión de las diferencias; cuando los actos se rigen por nuestros principios fundamentales, por la igualdad de todos ante la ley, por el respeto a la libertad de los demás, por la garantía de la seguridad y de la justicia. No quiero olvidar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, cuyo trabajo y compromiso en la lucha contra la violencia de género es imprescindible.
Las mujeres fallecidas este año en nuestro país a consecuencia de la violencia de género, son una realidad inaceptable y nos exigen continuar trabajando en la lucha contra esta lacra, de forma conjunta, con eficacia, con el único fin de dar protección a las mujeres y a los menores que sufren esta situación, vivan donde vivan, procedan de donde procedan.
Pero quiero terminar proclamando que, a pesar de este dolor, el 72% de las mujeres que declararon haber sufrido violencia de género han logrado salir de ella. Y esta historia de éxito y superación es importante trasmitirla, para que las mujeres que estén sufriendo ahora la violencia sepan que otras antes lograron acabar con este círculo de sufrimiento. Gritemos por tanto muy alto: de la violencia de género se sale, ayudemos entre todos a lograrlo.