El 28 de diciembre de 2012, me asomaba al balcón de Miciudadreal, desde donde he mirado, bajo el prisma de la sentimentalidad y desde posiciones periféricas, algunos de los acontecimientos que nos han ido envolviendo en estas 98 semanas.
Sentimentalidad y periferia como bandera de lucha y brega, que no quiere decir que no haya racionalidad y centralismo en los comentarios y colaboraciones.
Acontecimientos que han merecido por ello, algunas letras y algunos comentarios, recibidos con desigual fortuna: unos criticados, otros aplaudidos y otros más asaeteados, por esa grey de seguidores penitentes e impenitentes que componen un extraño cuerpo de lectura y de lectores (que de todo hay en la viña del señor, sobre todo del señor digital). Incluso en esas cuestas sinuosas de los medios (sobre todo, los digitales) y los colaboradores frecuentes, han desaparecido algunos y se han incorporado otros. Cansancio, cambio de residencia, cambio de miradas, pérdida de la escritura o nuevos horizontes en nuevos medios, serían algunas de las razones de los cambios y mudas en el banquillo de juego.
Movimientos de idea y vuelta, como la vida misma, que nos hace encontrarnos, para luego separarnos y seguir más tarde una marcha no menos sinuosa. Y es que la razón de todos nosotros es “que nos perdemos, nos vamos perdiendo” como gusta decir a Antonio Martínez Sarrión, con un deje indefinible de la melancolía del vino de los años, a medida que se vacía el vaso.
En estas 98 semanas, he tenido la santa paciencia (sobre todo, editores y lectores) de producir hasta 200 piezas o comentarios en formas varias. Unos genéricos agrupados y agolpados por esa sentimentalidad de las periferias; otros en series largas, como el conjunto de ‘Villa Real: Del topos al logos’, o en series breves, tanto el ‘Memento mori’ de las últimas semanas, como la primaveral ‘Primavera en Ciudad Real, hacia 1939’. Y todo ese ropaje de palabras, de los 200 artículos componen un cargamento promediado de 197.000 palabras. Que son muchas, aunque no tantas como parecieran. Cargamento que traducido a las semanas de entrega, daría 2.010 palabras semanales. Que en semanas de 7 días, serían 287 palabras diarias; y en semanas inglesas de 5 días, quedarían en 402 palabras. Casi la mitad de las palabras que Christopher Hitchens era capaz de producir en la cama hospitalaria: hasta 1.000, publicables o aprovechables. Como ven tampoco tantas. Casi como las que acaba de leer.
Periferia sentimental
José Rivero
y que sean 200.000 mas…
A tu salud, como testigo.
Las cualidades más destacadas de José Rivero,pese a no haber compartido ni un agua del grifo ni sucinto diálogo con él – sus artículos si que me los he metido en vena ,uno tras otro, compulsiva que es una- me atrevería a decir que son la disciplina y la coherencia. Insólito caso en tiempos donde la desmemoria y la banalidad se han convertido en la falsa moneda corriente.
Salud.
Con lectoras como ‘vos sos’ no sobran los vasos de agua perforada, para quitar el hipo. Vasos de lo que sea, que ayudan en estas cuestas airadas.
Tendremos que dialogar en alguna ocasión, vaso de agua mediante. Salud y saludos fraternales.
Siempre es un placer leerte. Y placeres hay, pero escasos.