Las diversas acometidas urbanas que se fueron verificando en la década de los noventa, tan variadas como diversas, contaron con una diversidad de relatos y con una diversidad de pareceres y puntos de vista: todos rastreables en las hemerotecas, por más que le pese a algunos. Y fueron retratadas, finalmente, por una panorámica conjunta, al hilo de esos años[1] y al hilo de un trabajo importante realizado por Diego Peris en la revista Municipal ‘Villa Real 1255’.
Trabajo que junto a otros reseñable, fue comentado por mí, tratando de hacer un balance hacia 1992, bajo la rúbrica señalada de ‘La ciudad y sus imágenes’. Cuando bien a las claras, las ciudades no son sólo imágenes. Texto el citado, que incorporo en parte, por el interés de sus referencias, a este folletón que ya agoniza.
“La reciente aportación de Diego Peris Sánchez (‘1992. La imagen urbana de Ciudad Real’. Villa Real 1255, n° 4) al conocimiento de la realidad construida, plantea una serie de cuestiones de interés, que vienen desarrollándose en los últimos tiempos desde diversas posiciones y medios. A saber: los efectos urbanos del reiterado despegue de la ciudad. Y así se han podido leer textos sobre la renovación del lenguaje arquitectónico, entrevista por P. L. Garrido (‘Ciudad Real renueva su arquitectura’, Bisagra nº 193, 8 al 14 de septiembre, 1991); la preocupación electoral de Rafael de los Reyes (‘Los nuevos edificios’, Lanza n° 15.612,13 agosto,1991); la nostalgia de José González Lara (‘La pala y el palacio’, La Tribuna, n° 10, 4 octubre,1990); la vindicación del tipismo tecnológico de García Coronado y Poveda Ciorraga (‘El hoy y el mañana de la arquitectura’, Lanza nº 15.644,14/ de junio, 1991) o el juicio crítico de Raul Gratacós (‘Futuro, poco alentador para el urbanismo en Ciudad Real’ Lanza 14.975, 9 de julio, 1989), componen parte de las aproximaciones realizadas en el empeño de sopesar los citados efectos”.
“El propio Peris Sánchez, ha rastreado el pulso de las renovaciones urbanas a través de diversas reflexiones: el balance del planeamiento urbano (‘Cuatro años de Plan General de Ciudad Real’, Lanza nº 15.549 y 15.550, 11 y 12 de marzo, 1991); el entramado social que sustenta la ciudad (‘Un urbanismo solidario’, Lanza nº 15.572, 3 de marzo, 1991), y el diseño menor (‘Lo pequeño es hermoso’, Lanza nº 16.002,10 de junio, 1992)”. Como se desprende de las referencias citadas, parecía existir, en esos instantes, un caudal de reflexiones abiertas en las puertas del cambio de milenio; donde se podían encontrar muy diversas posiciones”.
“El último intento aludido, formula una aproximación a la renovación urbana desde la lectura de diferentes piezas construidas, que quieren ser vistas como el exponente de la imagen del cambio operado en la realidad material y social de la ciudad. Ocurre, que tales casos ejemplarizantes en mayor o menor medida, se erigen más, que como reglas de la construcción de la ciudad, como excepciones del oficio profesional y de la inteligencia, del cliente. No en balde, se acaba reconociendo que ‘no se están aprovechando suficientementeel momento deprogreso económico, para propiciar una arquitectura de calidad proyectual’. Razón por la que resulta difícil admitir los emblemas aportados como iconografía triunfal del reiterado cambio. Y ello, a mi juicio por algunas razones no explicitadas en el texto aunque emergentes desde una lectura atenta”.
“El desglose que se proponía realizar, precisaba de diversas consideraciones, que se pormenorizaban de la forma siguiente:
A) El crecimiento económico de estos años, ha concluido inevitablemente con un incremento de la tasa de actividades del sector construcción. Operando tal incremento en un fuerte ritmo de expansión y de renovación edilicia, Siendo esto cierto, no es menos cierto que una realidad bien distinta de la Construcción es la Arquitectura, pretender superponer ambos conceptos no deja de ser un equívoco significativo.
B) El progreso social, el desarrollo económico y el cambio cultural no producen forzosamente un progreso automático de la Arquitectura construida que surge en los intersticios de aquellos procesos. Aceptar tal mecanicismo, sería tanto como negar la autonomía disciplinar de la Arquitectura y suponer que la sola acumulación material sería condición suficiente para operar el progreso disciplinar.
C) La Arquitectura, aún precisando para su aparición un soporte social y material, requiere procesos de reflexión cultural, ajenos al vértigo contemporáneo de la producción.
Es esa justamente, la distancia y la independencia de la producción arquitectónica, comentada por Antonio Cruz y Antonio Ortiz, (EI Croquis. n° 48, junio 1991): “Un edificio puede suponer muchos años de trabajo y su vida puede ser muy larga. Eso tiene muy poco que ver con la velocidad con la que hoy se produce y se consume”.
D) La visión de la imagen de la ciudad, desde los casos aportados como arquitecturas ejemplares, no impiden formular la visión alternativa de aquellos otros .fallidos. Sobre todo de “los supuestos excepcionales” (remodelación de la Plaza del Pilar, nueva estación de ferrocarril, Pabellón de Ferias y Congresos, Archivo Provincial) que por su singularidad temática y por su programa singular, y que se han concluido o se están concluyendo con resultados muy devaluados. Perdiéndose oportunidades decisivas para la Arquitectura de la ciudad.
Al margen de otras cuestiones laterales, uno de los hilos argumentales del razonamiento de Peris Sánchez, descansa en la visión de la nueva (¿…?) Arquitectura,comogeneradora de la nueva ciudad y aquella se erige sobre la renovación de recursos lingüísticos. Reduciendo de una tacada los problemas de la Arquitectura a problemas de lenguaje, y los problemas urbanos a problemas de Arquitectura. Concluyendo pues, que con tal operación de cosmética bastará para resolver los problemas de la ciudad y reduciendo finalmente ésta a un problema visual.
E) La indagación de las relaciones Arquitectura-Ciudad, no es algo inexplorado ni agotado. Pero si es cierto, que ante tal formulación no caben ya posiciones ingenuas o inocentes. La creencia pasada en la capacidad transformadora de la Arquitectura ha desembocado finalmente, en el repliegue de ésta a sus dominios convencionales. Repliegue que centra y concentra un esfuerzo en la definición de actuaciones físicamente controlables y un cierto escepticismo sobre las .propias posibilidades de la Arquitectura. De tal suerte que algunos autores contraponen la primavera de la Arquitecturaal otoño de la Ciudad; como hace Luís Fernández Galiano, en su trabajo ‘La niebla de la ciudad’, (El País n°4.631, 15 de diciembre, 1989). O como los mismos citados, Cruz y Ortiz mantienen: «En la ciudad tenemos la convicción de que la batalla está perdida. Si por batalla entendemos todo aquello relacionado con la reivindicación por mejorar la calidad visual y del medio donde la gente tiene que vivir. Algunos tratan incluso de entender por evolución lo que no es más que un puro desastre, tratando de encontrar en el medio urbano más degradado una cierta y terrible belleza…”.
[1] Rivero J. ‘La ciudad y sus imágenes’. La Tribuna, 15 de noviembre, 1992.
Periferia sentimental
José Rivero