El Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas está ultimando el protocolo de actuación contra las agresiones físicas, verbales y amenazas que sufren los empleados públicos en su puesto de trabajo, ante el “volumen creciente” de estas situaciones durante los últimos años y tras las reivindicaciones y el acuerdo alcanzado con la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI·F).
Este protocolo –que generaliza las experiencias piloto realizadas en algunos ámbitos, como las oficinas de empleo- ha sido puesto en común con todos los ministerios y se aplicará en el conjunto de las Administración General del Estado y sus organismos dependientes.
Tal y como reconoce Hacienda en su informe, durante 2013 “se ha producido un incremento en el número de incidentes registrados, distribuidos en un amplio número de organismos, pero especialmente concentrados en el área de empleo”. Esta situación se atribuye a la sensibilidad de los ciudadanos acrecentada por la situación de crisis prolongada que venimos padeciendo, tal y como ha venido denunciando CSI·F. El Gobierno aún no dispone de cifras y por eso pondrá en marcha un registro de agresiones.
El Gobierno, que no dispone de cifras, pondrá en marcha un registro de agresiones y contemplará como episodio de violencia las agresiones físicas (“pegar, golpear, empujar…”) y las conductas amenazantes que sufren los empleados públicos en su puesto de trabajo, principalmente los abusos verbales y las amenazas, puesto que son los incidentes más comunes.
Delitos específicos
El documento, acordado con CSI·F, recalca que estas situaciones son “delitos específicos contra la autoridad, sus agentes y funcionarios públicos, y reciben el nombre de atentados, resistencia y desobediencia y están regulados en el artículo 550 del Código Penal.
El protocolo recabará la experiencia personal de los empleados públicos que realizan trabajos con especial riesgo (trabajo con el público, personaciones o embargos y se establecerá un dispositivo preventivo adaptado en cada ámbito: sistemas de detección, timbres de alarma, pantallas, personal de seguridad, cámaras y protocolos de colaboración con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
A partir de ahí, establece una serie de actuaciones durante la situación de riesgo y grados de alerta, así como simulacros periódicos, que refuercen la concienciación y las conductas preventivas de los empleados públicos. Igualmente, se prevén actuaciones de apoyo jurídico y psicológico por parte del Estado y la contratación de seguros de garantía de reclamación ante terceros por daños y perjuicios por malos tratos u ofensas verbales.
Visibilizar las agresiones
CSI·F considera que este acuerdo «supone un avance en la sensibilización social y dará visibilidad a este tipo de situaciones que en demasiadas ocasiones sufren con resignación y en soledad los empleados públicos por indefensión, miedo a las represalias o simplemente por considerar que su denuncia no sirve para nada. CSI·F, que ha trabajado durante mucho tiempo por este acuerdo, espera que el Gobierno incluya las “amenazas gestuales” y las grabaciones con el dispositivo móvil con la amenaza de difundirlas en la web (una situación que se ha constatado en las oficinas de empleo)».
«Este tipo de situaciones se han elevado de manera exponencial desde el comienzo de la crisis, pero al no existir un registro sistematizado, salvo en ámbitos específicos como los centros penitenciarios, no es posible determinar una cifra. La Administración y CSI-F coinciden en que estos casos son solo la punta del iceberg, que esconde una realidad que se sufre en soledad y por tanto que es necesario denunciar, con todos los recursos públicos disponibles para respaldar social y jurídicamente a los empleados públicos», dice el sindicato.
«Hay que tener en cuenta que desde el comienzo de la crisis, los empleados públicos han sido objeto de una campaña de desprestigio sin precedentes; una operación de acoso y derribo en la que se nos responsabilizó directamente de las causas de la recesión, cuestionándose nuestra labor, el volumen de las plantillas e incluso nuestra función social», concluye.