Pero en todo caso no conviene olvidar, que el debate abierto se producía con la idea, lisa y llana, de la peatonalización de la Plaza; quedando en un plano posterior la reordenación formal de las fachadas. Esto es, se había concluido la formalización del pavimento –supresión de vías rodadas y tratamiento de la superficie– con la inclusión, más que discutible de una lámina de agua en el frente norte, para albergar los accesos del aparcamiento subterráneo. Pero el cierre visual, aún seguía abierto.
Las razones esbozadas por Diego Peris[1], arquitecto autor del proyecto, abundan más en aspectos laterales que en la necesidad de acometer la reforma real de la Plaza. Toda vez que la actuación verificada no pasaba de ser una pavimentación, como se reconoce muy al final del texto, que no dejaba de resultar paradójica y limitada. “La obra de pavimentación hace aún más palpable que antes la necesidad de actuar sobre los edificios y fachadas que conforman esta plaza. La gestión pública puede y debe aunar los intereses diversos que allí se presentan e incentivar la necesaria renovación. La obra realizada está pidiendo una actuación rápida y enérgica en este aspecto. Ahora más que nunca es necesaria la renovación del elemento que conforma el espacio global de la plaza”.
Parece claro que la renovación de la piel del pavimento y el vaciamiento de las entrañas ocultas, sólo conducía a evidenciar el desatino espacial largo tiempo sostenido. Desatino formal y desatino espacial percibido desde el principio del texto, pero velado bajo la capa de los usos y de la participación ciudadana. El saneamiento de esa epidermis no dejaba de delatar la tersura nítida de otra epidermis –la formal de los alzados o altimetrías– percibida como un rostro tatuado y descompuesto, fruto de la pericia quirúrgica de algún doctor Frankestein. Si la forma estaba perdida, busquemos, no ya su significado, sino la colmatación de los usos; incluso de forma anticipada. “ La forma, probablemente, se ha adelantado a la función, pero el uso es posible y necesario para nuestra ciudad y por ello creemos que es buena su realización”.
Los dos primeros bloques del texto de Peris están dirigidos a alabar la conquista de un espacio –que ya existía en mayor o menor medida y que había jalonado Recepciones de Estado, Magnas Reuniones, Proclamaciones del Régimen Nuevo, Salutaciones del Nuevo Régimen o Coronaciones Canónicas– y no a evidenciar la carencia de la formalización y su déficit histórico. O dicho de otra forma, si la evolución histórica del espacio de la cudrilonga, había venido siendo caracterizada por el vaciamiento progresivo de los usos seculares, populares y conflcitivos, frente a la reivindicación burguesa de su formalización y de su composición; ahora, terciado el siglo XX, se procedía de forma inversa: dando la vuelta a viejas intenciones. !Todo sea por los usos descubiertos¡
“Probablemente la plaza como elemento representativo, está hoy todavía cargada de ciertas reminiscencias demasiado próximas. y por ello será necesario explicar y llenar de contenido un espacio público: espacio de participación social y política que sirva de acogida a los actos y manifestaciones de todo signo. Espacio de carácter festivo y participativo que debe servir para las celebraciones populares más diversas. espacio de carácter cultural que podrá ser el foro de celebraciones varias: feria del libro, conciertos, teatro de calle”.
La reivindicación de los usos, marca tanto un retroceso en el proceso de formalización de la espacialidad del espacio de la Plaza Mayor, como una captura definitiva del Logos a manos del Topos. Evidenciando el peso del lugar frente al flujo de las ideas. Conflicto de largo recorrido, este citado, en la Historia civil, urbana y ciudadana de Villa Real: el peso del Lugar como almendra central de las decisiones, frente al carácter innovador de las Ideas. Pero también el peso del Lugar como afrenta a las innovaciones positivas.
De tal suerte que lo que aparecía, en un principio, como conflicto de las determinaciones físicas y urbanas, no dejaba de esconder el conflicto entre el plano del Pensamiento y de las Ideas, y el plano de las determinaciones Prácticas. Aunque haya quien, contra lo explorado por Santiago Arroyo, se pregunte ¿pero hubo alguna vez Pensamiento Manchego? Esa es otra cuestión relevante, que merece anotaciones aparte. Quizas, advertir de la huida en vida y del olvido en muerte, de todos aquellos ciudadanos que pudieron torcer el mal fario de un rumbo equivocado y que cotizaron con el precio del olvido.
[1]Peris Sánchez D. Una Plaza Mayor para Ciudad Real. Lanza, 20 julio 1988.
Periferia sentimental
José Rivero
Principalmente, felicitarte porque uses correctamente los numerales romanos. Queda más agradable a la vista que si ponemos XXXXI, por mucho relojero suizo que legitime esa aberración. Es loable tu propósito de enmienda, tanto como lo fue en su momento la peatonilazión de la plaza. Gracias a tus nunca bien alabados artículos, se me hizo más corta la espera que tuve que guardar el miércoles pasado en el registro del ayuntamiento. Bienvenido de tus cortas y merecidas vacaciones.