El proyecto de construcción de un complejo educativo para los niños que viven en las plantaciones de té de Moulovibazar, en Bangladesh, sigue su camino gracias a los esfuerzos de los Hermanos Maristas y a la ayuda de distintas iniciativas que están aportando financiación e infraestructuras al proyecto.
Es precisamente el objetivo del cuento solidario ‘No me gusta la verdura’, una obra de Pablo Alonso que ya ha alcanzado los 7.000 ejemplares vendidos y que pretende llegar a 10.000 para dar un importante empujón al proyecto de los Hermanos Maristas. Estos cuentan también con el apoyo de la ONGD SED, que es una de las abanderadas del proyecto y que también aporta, además de su experiencia, una importante financiación.
Hasta el momento, la labor de Pablo Alonso ha sido, en colaboración con distintas instituciones y administraciones, presentar el libro y el proyecto solidario que busca mejorar las condiciones de vida y el futuro de uno de los colectivos más desfavorecidos de Bangladesh, la población que reside y trabaja en las plantaciones de té. Se ha centrado principalmente en distintos puntos de la región, aunque también se ha presentado en ciudades como Córdoba o Alicante.
El Hermano Marista encargado de supervisar y gestionar el proyecto del complejo educativo en Moulovibazar, Eugenio Sanz, explicó que se ha finalizado la construcción de la tapia que rodeará la finca. Tras tres meses de trabajo en los que “algunas partes del terreno eran francamente complicadas y ha habido que reforzar la tapia con contrafuertes”, se ha logrado terminar esta fase de la obra gracias, en gran parte, a las instituciones que colaboran con el proyecto.
Así, el propio Sanz mencionó no solo el cuento solidario ‘No me gusta la verdura’, sino también Ayuda a la Iglesia Necesitada, Manos Unidas, MaristSolidarity Australia, la ONGD SED o algunos donantes privados que “envían aportaciones pequeñas pero valiosísimas”.
El siguiente paso a dar será, ya en agosto o septiembre, la construcción del internado de chicas y la pequeña casa de los hermanos. Aunque no se están encontrando trabas burocráticas, el proyecto no se terminará hasta que no se cuenten con los fondos necesarios. El plazo previsto para poner en marcha el complejo educativo ha sido fijado en un año y medio o dos años, aunque como recuerda Eugenio Sanz, están condicionados por la financiación y las épocas de lluvias.
Todo el que desee colaborar con la construcción del centro educativo, próximo destino de lo obtenido con la recaudación del cuento solidario ‘No me gusta la verdura’, puede hacerlo adquiriendo el libro por tan solo 5 euros en las páginas www.globalgestioninnovation.com y www.sed-ongd.org.