El bipartidismo corrupto no regenerará el sistema

Lucio A. Muñoz“Si queremos que todo siga tal como está, necesitamos aparentar que hacemos cambios”. Esta frase, en clave de paradoja, está extraída de una novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa y titulada “Gatopardo”. El significado de la misma refleja la reciente estrategia política que ha emprendido el bipartidismo en España al objeto de engatusar a sus tradicionales votantes.
En relación con lo anterior, el término “gatopardista” ha sido utilizado por la ciencia política para identificar a aquellos gobernantes que nunca llevan a cabo los cambios que necesita la nación que supuestamente dirigen. Pero por el contrario, aparentan ante los ciudadanos que las reformas se encuentran en fase de preparación.

Los dos partidos mayoritarios españoles, elevando el “gatopardismo” a la máxima expresión, pretenden confundir a la opinión pública. Para ello, han diseñado una nueva y ambiciosa campaña de publicidad política engañosa.
El partido del Gobierno, a través de los medios de comunicación que trabajan a su servicio, está lanzando un camaleónico mensaje encaminado a transmitir una imagen institucional asociada a la regeneración democrática que precisa España.
El PSOE se ha atrevido, incluso, a sustituir al hasta ahora líder de la formación socialista.

Tanto el PP como el primer partido de la oposición intentan curar una enfermedad terminal con un lavado de cara. Pero la metástasis, en forma de corrupción y prácticas políticas antidemocráticas, hace mucho tiempo que invadió los órganos principales de ambas formaciones.

Las circunstancias, es decir, los resultados derivados de las elecciones europeas, han forzado al PP-PSOE a simular una transformación, más estética que ética, cuya manifiesta falsedad será desenmascarada por la sociedad española.

Ciertamente, ninguno de estos dos partidos abanderará el procedimiento de regeneración democrática que nuestro sistema político (y económico) necesita imperiosamente para que España sobreviva como nación. No pueden, debido a que tienen demasiadas servidumbres y redes clientelares difíciles de desenredar. Y tampoco quieren, puesto que muchos políticos irían a parar con sus huesos a la cárcel.

De hecho, el epicentro de los males de nuestro sistema y, por tanto, de la corrupción política que tiene intervenida la economía española, se encuentra en la politización de la Justicia. Nuestro nauseabundo pseudo Estado de Derecho no funciona. Y la independencia de la Justicia es una quimera en España. No obstante, el CGPJ seguirá controlado por el PP-PSOE, puesto que esta es la fórmula (combinada con el aforamiento) que ha ideado la casta política  para blindar su impunidad. Si el bipartidismo tuviera la intención de regenerar democráticamente el sistema, la primera medida que adoptaría sería la relativa a despolitizar la Justicia.

El Gobierno se lo sigue jugando todo a la carta de la economía. Una verdadera contradicción porque nuestro cada vez más precario mercado laboral, y de manera progresiva, sigue su imparable proceso de “chinización”. Y si la esperada e ínfima recuperación económica se desarrollara de manera sostenida, sería a pesar de las políticas nefastas del PP (y anteriormente del PSOE).

La oligarquía político-sindical, convertidos en ciudadanos de primera clase, sigue viviendo en una burbuja de bienestar y riqueza, inflada a través de los impuestos confiscatorios que han llevado a la miseria a millones de familias y a cientos de miles de  pymes y autónomos españoles.

La casta política sigue sin querer escuchar  las demandas de los ciudadanos. Los españoles desean el fin de la dictadura de los partidos políticos y, por ende, de los inmorales e inmerecidos privilegios de la casta política.

Lucio A. Muñoz.
Socio director de Eurogroup Human Resources.

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