Necesitamos una nueva Constitución, pero, esta vez, elaborada por las personas adecuadas. Vale. ¿Y quiénes son esas personas? Para responder mejor a esa pregunta habría que averiguar qué tuvieron de malo los creadores nuestra actual Constitución. ¿Por qué la hicieron así? ¿Fue incompetencia o algo deliberado?
Nuestra Constitución es similar a otras muchas Constituciones de otros países que ya estaban en vigor antes que la nuestra. No tiene nada original, innovador, que por eso mismo pueda fallar. Es una Constitución que define el Sistema político que querían conseguir los que la hicieron.
Es decir, esas personas nos ofrecieron una mala Constitución, deliberadamente. ¿El motivo? Sólo puede haber uno, ¿no? Por interés. Iban a sacar un beneficio personal de ello.
Lo diré de otra manera para que quede más claro:
Personas que tenían o estaban en el Poder en 1978 elaboraron una Constitución no para dar Poder al pueblo (=democracia), sino para que siguieran manejando el cotarro los mismos (=oligarquía, partitocracia).
En realidad es de sentido común. Después de 40 años de dictadura… ¿los mandamases iban a ceder el Poder al pueblo así, sin más? ¿Ellos mismos iban a regalarnos una Constitución democrática?
Así que ya tenemos una pista de, al menos, quiénes no deberían participar en la elaboración de una nueva Constitución: ni los que estén en el Poder actualmente, que harían una Constitución para continuar en él, ni los que aspiren a alcanzarlo, que harían una Constitución para acceder ellos mismos al Poder en el futuro.
Por tanto, quedarían excluidos, al menos, todos los que estén ostentando en la actualidad o hayan ostentado en el pasado un cargo político (tanto por elección como por designación)**.
Además, sería necesario que todos los escogidos para participar de la redacción de la nueva Constitución quedaran inhabilitados para ocupar cualquier cargo de los anteriores durante mucho tiempo… al menos, los 20 años posteriores a la aprobación de la Constitución***.
En conclusión, que la nueva Constitución NO deben elaborarla los políticos, sino los ciudadanos, los máximos interesados en que sea una buena Constitución… para ellos mismos.
Una Constitución para el Pueblo… elaborada, como no puede ser de otra manera, por el Pueblo.
¿Suena bien, no?
Al menos, suena bien si eres “Pueblo”.
* Viene de El origen del Mal (político).
** Esta propuesta, que no es mía, en mi opinión es muy moderada. Por mi parte también excluiría a todos los cargos ejecutivos y directivos de todos los medios de comunicación (el cuarto Poder) y, por seguridad, también de Bancos y grandes empresas (todo lo que se salga de la categoría de PYME).
Es decir, fuera los actuales Poderes político, mediático y económico, que harían una Constitución para que todo siguiera como está ahora.
Y para mayor seguridad, además, excluiría directamente a todas las personas con unos ingresos actuales superiores a 50.000 euros brutos/anuales. Un pequeño porcentaje de la población de adultos de este país (el 2% más rico aproximadamente)… pero el más interesado en que nada cambie.
*** ¿Por qué 20 años? Porque es lo que propondría como vida máxima de la Constitución: un periodo de tiempo suficientemente largo como para proporcionar estabilidad pero no tan largo como para generar anquilosamiento e inmovilismo excesivos. Transcurrido ese tiempo, si no se ha hecho antes a voluntad popular, se volvería a realizar un proceso Constituyente Ciudadano para actualizar la Constitución o, simplemente, para elaborar otra nueva.
Gonzalo Plaza
Ciudadano en blanco
Muy razonado y razonable. El problema, como siempre, es que, como quiere la teología de la liberación, gran parte de esa presunta «maldad» es estructural. A mi juicio, las únicas herramientas metodológicas que posibilitan la confección de una constitución adecuada se encuentran en la filosofía de Habermas.
Pues habrá que encontrar la forma de que los ciudadanos puedan confeccionar una Constitución según esos principios, ¿no?
Quizá, Gonzalo, tu propuesta, que no es del todo tuya, como dices, sea demasiado radical. Eso sí, indica la dirección correcta de un largo proceso que debería concluir en esos términos sin retrocesos en derechos fundamentales. Los postulados de Habermas no excluyen, no deben excluir a nadie, ni siquiera a ese dos por cierto que tiene la sartén por el mango. Quiero decir que un cierto gradualismo es necesario para evitar convulsiones que nadie desea; dicho lo cual, en efecto, es preciso en España poner por primera vez un punto y aparte en nuestra historia.
No se va a poder cambiar nada si dejamos que los de siempre sigan tomando las decisiones.
Otro tema es la necesidad de ese «gradualismo», que coincido contigo, Ángel, pero con un matiz.
Para mí ese gradualismo tiene que tomar la forma de negociación entre Pueblo y Oligarquía, para «evitar convulsiones» cambiando las cosas gradualmente y no de golpe, que es lo que los radicales querríamos.
Pero para que toda negociación sea posible es necesario que se dé un factor irrenunciable: que sea entre iguales. Y para ello el Pueblo tiene que dar un golpe en la mesa. Empoderarse.
Y si el Pueblo tiene Poder real, entonces este proceso Constituyente «radical» debe ser una realidad.
Y luego, en ese punto, con una Constitución del Pueblo en construcción o ratificada, con un Pueblo algo más dueño de su destino que ahora, con un Pueblo empoderado, negociamos.
De otra manera no hay negociación posible. Un Pueblo sin Poder será siempre súbdito, y la democracia será inalcazable. Ni gradualmente, ni de golpe.
a) Cualquier sujeto puede participar en el discurso
b) Cualquiera puede problematizar cualquier afirmación
c) Cualquiera puede introducir cualquier afirmación
d) Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades.
e) No puede haber coacción externa o interna para que un hablante no ejerza las anteriores condiciones.
Alguien cree que estos días, a los ciudadanos que no creemos en la monarquía como forma de Estado se nos han respetado estos principios de Habermas?
Ergo lo de estos días ha sido un auténtico asalto a la libertad de los ciudadanos españoles. Con la policía como Caballo de Troya de los totalitarios que la manejan desde el Opus Dei. Es así?
Eso es.
El Opus o el Poder económico. Da igual. Llevamos 35 años de farsa de democracia. Lo de estos días ha sido, simplemente, un capítulo más.
No no es así la gente en la calle o sea el pueblo está estos días en un sin vivir entre la R y la M
Una cosa es tener una cierta libertad para quejarse (siempre y cuando no se moleste demasiado a los poderosos, que entonces mandan a la poli) y otra bien distinta es tener la soberanía que corresponde al pueblo, entre otras cosas, para decidir si queremos Monarquía o República u otra Constitución radicalmente diferente a la que tenemos ahora.
Este «sin vivir entre la R y la M» de estos días corresponde a lo primero.
La democracia, a lo segundo.
Actuar como elemento decisivo en la involución ideológica a la que jugó en su día el 15M y que ahora el propio Podemos reafirma con su discurso tóxico, destinado a romper el hilo rojo que conecta el pasado con el presente y el futuro, de lo que son los valores de la izquierda.
Una nueva vuelta de tuerca en el desplazamiento del discurso político desde la lucha de clases hasta el ciudadanismo, desde la importancia de las reivindicaciones en el plano socioeconómico (eje de la igualdad, denuncia del capitalismo como causante del auge de la desigualdad con la excusa de la crisis), como gran eje ideológico, hacia lo institucional (cambio de la Constitución: “cuando los ciudadanos quieran”, Proceso Constituyente, instituciones transparentes,…) de forma muy primordial. Ello indica una clara orientación de por dónde discurrirán sus políticas en el futuro a corto y medio plazo.
Así discursos como el de “la casta política”, que avalaría la tesis del recambio de unas fuerzas por otras, sobre todo cuando quienes la emplean se están convirtiendo de facto ya en casta, son llamativos por el origen del que se toma este préstamo ideológico “ni de derechas ni de izquierdas”. Un lenguaje que no difiere en lo fundamental de las declaraciones de la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, de que “los políticos han convertido a Francia en una ramera”. ¿No cabría preguntarse qué se abona cuando uno se suscribe al discurso del fascismo? Al fin y al cabo, por mucho que se pretenda ridiculizar a cierta variante del comunismo, como hace el señor Iglesias con su perorata de maestro ciruela (perdón, ¡politólogo!) sobre los “comunistas de plastilina”, es mejor ser un comunista, que actuar como quintacolumna de la derecha y del populismo, y que coincidir con el lenguaje de los fascistas porque ese es el camino que acaba trayéndoles.
Por mi parte no voy a defender el discurso populista de Podemos porque considero que simplemente son un nuevo actor en la misma farsa.
Sin embargo lo que se propone en este artículo no está en el programa de Podemos, ¿no? Al menos yo no he oído nunca a Pablo Iglesias hablar de una Constitución elaborada directamente por los ciudadanos.
Creo que él defiende una nueva Constitución pero elaborada por él y su gente.
Pero bueno, como apenas veo la tele igual no estoy enterado al 100% del discurso de Podemos.
En cualquier caso, la propuesta de que el propio Pueblo sea dueño de la Soberanía que le pertenece, como debe ser en una verdadera democracia, no la defiende ni la ha defendido nunca ningún partido fascista, que son muy de líderes. Ni tampoco los partidos comunistas, de hecho, cuya propuesta viene a ser que la Soberanía recaiga en el propio Partido (y sus élites dirigentes) en lugar de en el Pueblo. Es decir, discurso de lucha de clases, pero, en el fondo, más oligarquía, más partitocracia.
No, gracias. Personalmente tampoco valoro positivamente ese posicionamiento. No lleva a la democracia, así que, no sirve.
Según esos principios,habría que elaborar una constitución nueva cada generación,sin contar con los dela anterior que hayan podido cambiar de opinión o de perspectiva.
Eso es inviable.
La Constitución de los USA tiene más de dos siglos y nadie se cuestiona que tienen que cambiarla para que se cumplan los postulados de Habermas…
La Constitución puede ser un acuerdo vivo, adaptado en cada momento a las nuevas circunstancias que toque vivir. Yo proponía 20 años máximo para que al menos sea necesario ratificar en referéndum la «vieja» Constitución, pero eso no quita que se vaya cambiando poco a poco, si el Pueblo así lo quiere.
¿Por qué va a ser eso inviable?
Con respecto a la Constitución USA, aparte de que haya sido modificada o no poco o mucho, te diría que pocos allí se cuestionan que se tengan que cumplir los postulados de Habermas: el Poder establecido ya tiene claro que NO se tienen que cumplir. Y esa postura puede permitir constituciones invariables y muchas otras cosas que ocurren en los USA que para mí son totalmente inaceptables. Por ejemplo, es una nación donde los derechos humanos, tanto los de los no estadounidenses, como de una gran parte de su propia población, no significan nada.
Que no es el caso de la nuestra,la cual articula perfectamente su propia modificación.
Articula su modificación, pero al arbitrio de los políticos, no de los ciudadanos.
Y no contempla en parte alguna que deba ser ratificada mediante referendum cada X años.
No es nuestra Constitución. Es la Constitución de los mayores de 55 años, que además tuvieron que aceptarla porque, en el 78, no tuvieron alternativa.
Yoni:
La Constitución de los EEUU tiene mas (modificaciones) parches que las sabanas en una casa pobre de la pos-guerra.