Lucio A. Muñoz.- Actualmente, la “Economía política” puede entenderse como una ciencia mixta y multidisciplinar que analiza las conexiones entre el poder político y la economía. El citado término, cuyo significado no ha parado de evolucionar a lo largo de la historia, está más vigente que nunca en España y a través del mismo se podrían explicar las claves de la particular crisis que sufre nuestro país.
¿Los gobiernos influyen en las conductas de los mercados y el poder político ilumina el camino por el que deben transitar las grandes corporaciones empresariales? O por el contrario, ¿los mercados condicionan las decisiones de los gobiernos y las multinacionales utilizan a los políticos como marionetas?
Ciertamente, los gobiernos marcan el devenir de la economía mundial. Pero de igual forma, el poder económico también condiciona la política internacional.
¿Por qué en España se tergiversa, sectaria e interesadamente, cualquier nexo de unión entre política y economía? En la mayoría de los casos, se intenta salvar a la política para culpar de todos los males a la economía. Tradicionalmente, la casta política ha tratado de ocultar sus erróneas decisiones demonizando a la economía. ¿Cuánto nos ha costado, económica, social y laboralmente, a los españoles la politización de la Administración, la Justicia o las antiguas cajas de ahorros?
¿En España, los dos partidos mayoritarios ostentan una cuota de poder mayor que el denominado “poder económico” o sucede todo lo contrario?
Nuestro sistema de mercado está regulado por los gobiernos. No obstante, los mercados financieros se adelantan a las regulaciones gubernamentales en base a la innovación financiera, que en algunas ocasiones propician las temidas crisis. Aunque un exceso de regulación por parte de los gobiernos conduce al estatalismo, coartando con ello la libertad económica y la iniciativa privada y obstruyendo por tanto, el crecimiento económico. Un gobierno por si mismo no puede controlar a una gran corporación empresarial y multinacional pero ostenta el poder soberano en su país.
¿Es posible establecer un equilibrio entre el poder económico y el político? En el término medio está la virtud.
Los partidos populistas de ultraizquierda, reforzadísimos en función de los resultados de las pasadas elecciones europeas, demandan más Estado y más gasto público, las dos principales causas que han originado la crisis actual en España.
Recordemos que la institucionalizada corrupción política que padece España, instaurada por el PP-PSOE, se mantiene gracias a la existencia de una mastodóntica Administración y un desaforado gasto público-político improductivo que se deriva de la misma.
Las propuestas económicas de estos partidos extremistas circulan en dirección contraria a la ansiada recuperación económica de España, puesto que para reactivar nuestra economía necesitamos, sobre todo, reducir la deuda pública, además de incrementar la competitividad y equilibrar la balanza comercial.
¿Se consumará el pacto PP-PSOE, con vistas a las próximas elecciones generales y con el único objetivo de conservar el poder y mantener el bipartidismo corrupto? ¿Pactará el PSOE con los partidos de extrema izquierda, tanto emergentes como tradicionales, formando un nuevo Frente Popular? Ninguna de estas dos alternativas representa una fórmula política y económica eficaz para crear empleo, crecimiento y prosperidad.
España necesita regenerar democráticamente su corrupto sistema político porque volver al “blanco y negro” tendría consecuencias nefastas para nuestro país.
El neocomunismo que representan los partidos de la ultraizquierda española certifica la muerte de la economía (la miseria para los ciudadanos) y el triunfo totalitario de la política (más privilegios para una nueva casta). En consecuencia, el necesario equilibrio entre el poder político y el económico nunca llegaría a producirse.
Los extremismos nunca han funcionado en ningún país, todo lo contrario, han venido acompañados de masacres, destrucción y pobreza. Pero los españoles tienen la posibilidad de apoyar a varios partidos emergentes que apuestan por la regeneración democrática de España aunque desde posiciones muchísimo más moderadas.