No le faltaban razones, a López Villaseñor, para la crítica civil al desorden urbano de los rascacielitos crecientes, o para ironizar sobre la adormecida placidez provinciana o sobre el pobre calado formal de la Plaza anterior; incluso esa reivindicación de la innovación frente al quieto casticismo, pudiera ser asumida…con otros horizontes y con otras resultados. Porque todo ello, es esgrimido y agitado en defensa exclusiva de la actuación de Higueras, como si el fin justificara los medios y como si no se pudiera discrepar del remake que Higueras hacía con su proyecto del concurso para el Ayuntamiento de Bruselas[1]. A caballo de las reflexiones belgas y de sus singulares vigas-jardín , elaboradas con un cuidado despieze de hormigón blanco ensayado ya en Madrid, Higueras había elaborado una planta intrascendente y ajena al contexto[2] y una piel curtida por un diagrama de encajes de hormigón y reminiscencias de ojivas multicolores, para eludir un exceso de acristalamiento insoportable con los frios y los soles manchegos. No sorprende por ello, que en la entrevista citada anteriormente con Alejandro Colás, Higueras destine mucho espacio a hablar de las persianas. Con tales ingredientes esbozados, parece razonable que el fracaso estaba cantado, por mucho que el ‘Hijo Predilecto’, presentado en la imposición del título como un ciudarrealeño castizo[3], batallara por la radicalidad de esta formas opuesta a los valores antañones.
Tales argumento críticos, esbozados por Villaseñor, incluso contra los tópicos tan queridos –como lo regional y lo manchego– por castizos y consuetudinarios, podrían haber sido proclamados con motivo de su nombramiento como ‘Hijo Predilecto’ y no sólo, con motivo de la polvareda desatada por unas propuestas formales perfectamente criticables. “En ocasiones parecidas a la presente, he oído hablar del estilo regional, estilo manchego, etc. Yo quisiera que alguien ampliase mis conocimientos y me aclarase de una vez en que consiste tal estilo. ¿Será el adobe y el tapial? ¿O quizá la anárquica mediocridad de los rascacielitos que en nombre de lo progresivo están surgiendo desgraciadamente en nuestra ciudad?”.
Pero Villaseñor sólo parece actuar y acusar cuando se siente atacado en sus posiciones o en sus intereses. Dando a entender, por oposición, que todos aquellos opuestos al ‘nuevo orden formal higueriano’ estarían en ese lugar sin presente y sin futuro parecido a una charca. Oposición inicial a su imagen que se prolongaría, más tarde, a la oposición a su emplazamiento histórico. Originando una polémica ciudadana sin precedentes en la historia próxima; concluyendo incluso con un sondeo urgente a los ex-Alcaldes de la ciudad[4] y resolviéndose numantinamente con un Pleno inenarrable[5], en el que se rompió la unidad de voto de los concejales en un asunto tan trascendente y tan desbordado; en el que la calle había opinado antes que sus representantes. Quedando en evidencia la falta de representación de los munícipes integrantes de los tres tercios electivos de la democracia orgánica del último franquismo.
Pleno en el que se da cuenta de las adhesiones y oposiciones de muy diversas instituciones, cuyas opiniones y criterios se contabilizaron en un extraño recuento predemocrático. Empresarios, Direcciones Generales, Colegios Profesionales, Institutos de Estudios Locales, Bibliotecarios, Comisión de Monumentos, en un perfecto enredo de un tremendo disparate. Todo se envenenó y se complico, definitivamente, en la semana de Pascua haciendo bueno el fondo del trabajo publicado, ¿por casualidad?, sobre los Hermanos Marx el 2 de abril y denominado “En busca del absurdo y de la destrucción”. Absurdo que era expuesto con socarronería por C. en su sección de la ‘Hoja del Lunes’, Plaza del Pilar, al contar que “los culpables de todo este maremagnum de opiniones no son otros que los que construyeron el viejo edificio, que en lugar de emplear materiales como Dios quiere y manda, lo hicieron de baja calidad y ahí esta resultado”[6]. La tesis consecuente es, que con otra solidez constructiva, no habría habido declaración de ruina y, por tanto, nos habríamos evitado todo el follón del Consistorio nórdico y todas las convulsiones que agitaron la charca provinciana en 1972. Aunque todo ello, no fuera óbice para que, años más tarde, se simulara una reconciliación entrañable entre el lugaron, tildado de ‘charca castiza’, y el ‘Hijo Predilecto’ que a lo visto había estado a punto de convertirse en un ‘Hijo Pródigo’ después de haber sido un ‘Hijo Prodigio’; para acordar un Museo Personal, ofrecido por esa misma ciudad que tanto denostó en el pasado.
[1] Higueras. Nueva Forma nº , 1972.
[2] La nota de Termac S.A. empresa adjudicataria justifica la paralización de las obras a la no correspondencia de la planta del proyecto con el solar. Lanza, 8 noviembre 1972.
[3] Cena homenaje a López Villaseñor. Boletín de Información Municipal. Invierno 1971.
[4] Hoja del Lunes pregunta a los ex-alcaldes de Ciudad Real. Hoja del lunes, 10 y 17 abril 1972.
[5] El pleno del viernes. Por mayoría la Corporación se ratifica en el acuerdo de que se construya la Casa Consistorial en el mismo sitio. Lanza, 30 abril 1972.
[6] Suspense. Hoja del lunes, 17abril, 1972.
Periferia sentimental
José Rivero