J. Carlos Sanz.- “Veo a Europa empantanada” le decía José Mujica a Jordi Évole durante la entrevista que éste le realizaba en su rancho. El presidente de moda, el exguerrillero tupamaro que gobierna Uruguay, afinaba en su diagnóstico admonitorio: la vieja Europa se hunde bajo arenas movedizas al no soportar el peso de la traición a sus principios elementales.
Faltan escasos días para las elecciones al Parlamento Europeo y la pregunta, pese a ser manida, no deja de inquietar. ¿Qué nos jugamos en Europa? O mejor dicho ¿Seremos capaces de cambiar las reglas del juego para que de nuevo seamos protagonistas en la construcción de ese andamiaje llamado Europa Social y que está hecho trizas?
Me temo que el anhelo por frenar el dislate, las ansias por detener la laminación de derechos sociales en la Europa del Sur y lograr una mayor presencia de fuerzas políticas contrarias a la doctrina dominante seguirá siendo un sueño improbable. Además, en España el sentimiento predominante respecto a Europa es una mezcla de escepticismo, decepción e indiferencia. A ello le añades unas gotas de ceguera y tienes a legión de gente tapándose los ojos y diciendo aquello de “¿Y a quién votas? Si son todos iguales”. Con lo que barra libre para que continúe la orgía del saqueo. En lontananza se distingue la silueta de la abstención como el convidado de piedra para el próximo domingo.
Europa no puede salir de la encerrona que ella misma ha generado mientras no exista un cambio estructural en su osamenta. ¿Para qué sirve el Parlamento Europeo? Habría que empezar por ahí pues ese grupo de diputados que supuestamente representa a más de 400 millones de europeos tiene competencias limitadas por mucho que nos digan que a partir del 25M “amplía” su grado de autonomía. Es cierto que un 70% de nuestra legislación proviene de la UE pero donde se toman las principales decisiones es en el Consejo de la UE, el contubernio de presidentes de los países que conforman la Unión, reunidos a puerta cerrada y diciendo “sí bwana” a las exigencias de Merkel y sus adláteres financieros. Por no hablar de Durao Barroso, Van Rompuy, etc, una panda de timoratos, puestos a dedo para precisamente transmitir la sensación de que en la UE nos tomamos la democracia en serio.
Europa ha sido envenenada por sus propios hijos. Emponzoñada por la ingesta de mercantilización, convirtiendo sus fundamentos en ornato de quita y pon. Mientras, la democracia se desangra y se ve venir la deriva autoritaria. Ahí tenemos un dato revelador: según todos los sondeos, el partido ultraderechista que dirige Marine Le Pen será la fuerza política más votada en Francia.
Provoca espanto siquiera albergar la idea de que la historia se repita. Que la Europa responsable de alumbrar el mundo moderno, donde nació la Ilustración, no disponga de mecanismos ni herramientas para cortar de raíz la barbarie, el totalitarismo y las posturas ultranacionalistas que comienzan a extenderse en diversos países de Europa. El auge de Amanecer Dorado en la ultrajada Grecia, presidentes de países como Austria o Hungria que de forma explícita lanzan mensajes xenófobos, el ascenso imparable de Le Pen en Francia.
¿Quo Vadis Europa? Lo reaccionario está de moda en el viejo continente, quién lo diría. Cada vez, energúmenos con discursos que vulneran los derechos humanos están mejor vistos. En el plano social, Europa está hecha unos zorros. Hay ramalazos para acabar con la libre circulación de ciudadanos de la propia Unión. Los españoles, griegos y portugueses hemos engrosado la lista de los países apestados. Al igual que los rumanos y los búlgaros, tenemos el estigma de ser gentuza, ciudadanos a los que hay que mirar con sospecha. De fomentar esta percepción clasista ya se encargan las élites económicas y los círculos de poder que existen en la Unión. Los mismos que lanzaron la consigna de los “sacrificios”, vía ajuste laboral extraordinario y destrucción masiva de clases medias, para salvaguardar los intereses especulativos. Para qué votar, pensarán muchos, si cuando más precisábamos a Europa como asidero nos precipitó a la devaluación interna, a vernos sumido en un panorama desolador donde desigualdad y pobreza campan a sus anchas.
Los ciudadanos ven con estupor cómo la tecnocracia se apodera de las estructuras democráticas, cómo sin consultar a nadie te presentan la austeridad y contención del déficit como nuevos tótems ideológicos a los que conviene venerar para no caer en el descarrilamiento. Eso sí, previamente ya se encargan de mostrarte el grado de inevitabilidad que conlleva tomar esas medidas “impopulares” porque “no podemos hacer otra cosa”. Te toca pasarlas canutas y te jodes. O te lo crees o no. Cuestión de fe neoliberal. No son tiempos para la coherencia en este frenopático que es el viejo continente.
La Europa de hoy en día da asco, provoca arcadas de incredulidad y favorece que el sentimiento mayoritario sea echar pestes sobre los líderes y principales cargos que integran la UE. Sin embargo, no podemos dejarnos llevar por esa reacción pues estaríamos cayendo en la trampa. Se lo ponemos en bandeja para seguir podando las ramas de la democracia y avanzar a velocidad de crucero hacia el populismo nacionalista y el control de fronteras.
Los guiños a lo anterior son ya tics patológicos en muchos países. Casi nunca se ha recurrido a esta posibilidad de expulsión, pero con las dificultades de financiación de los servicios públicos y el empuje de los partidos xenófobos, algunos países han empezado a utilizarla creando bastante ruido mediático. El primero fue Cameron anunciando que limitaría la entrada de búlgaros y rumanos. La Comisión le llamó la atención porque no puede restringir la libre circulación. Luego fue la ministra belga de inmigración que, ante el auge de la extrema derecha en Flandes, ha resucitado esta medida y la ha aplicado a varios centenares de europeos, entre ellos unos 300 españoles. El último en invocarlo pero sin haberlo aplicado, es el gobierno alemán ante la presión de su socio bávaro más derechista, la CSU.
Los valores esenciales de libertad, igualdad, derechos humanos y bienestar que apuntalaron a la Unión se vienen abajo. Se retrocede a pasos agigantados en la tentativa de integrar a los ciudadanos europeos. La percepción de que existen personas que quieren chupar de las ventajas sociales de los estados que les acogen hace crecer la desconfianza y da alas a la instauración de una Europa asimétrica, con un norte blindado y un sur que hará las veces de estercolero.
Mientras, a los dos grandes partidos se les llena la boca con eso de ser “los Estados Unidos de Europa” o redoblar esfuerzos para avanzar “en la unión bancaria, fiscal y política”. Sin embargo ¿Cómo construir un parlamento fuerte que deje de practicar el sadomasoquismo financiero?. No hay varita mágica mientras Alemania no tenga contrapeso en la Unión. Pero siguen erre que erre, señalando a una ciudadanía descreída que no se da cuenta “de lo importante que es Europa en nuestras vidas”. La misma que ha despreciado a su gente, tirándola a la cuneta de la exclusión.
Ante un panorama global polarizado, donde Europa ya no es el epicentro de los grandes flujos económicos, morales ni sociales, el dilema al que se enfrenta el viejo continente es el de revisar su identidad. ¿Qué papel jugará Europa a partir de ahora? Asistimos a un cambio de época, las miradas se trasladan al continente asiático donde a monstruos como China no hay forma de hacerle sombra. En ese escenario, una Europa con trastorno de personalidad está condenada a la locura.
El filósofo esloveno Slavoj Zizek, que acaba de publicar “El sur pide la palabra. El futuro de una Europa en crisis”, asegura que en el viejo continente hay tres rasgos que coexisten: la de una Europa tecnócrata que busca competir con otros países en términos de “capitalismo salvaje”. Luego tenemos a la Europa nacionalista “que es el verdadero peligro porque sólo puede terminar en barbarie” y por último está la tercera Europa, “la única que puede salvarnos y es la Europa reinventada por una nueva izquierda”.
Zizek tiene claro que Europa sólo tendrá esperanza si se sacude la amenaza autoritaria y revisa a fondo el legado humanista que durante siglos la caracterizó como un lugar propicio para el avance y el progreso. Hoy, todo eso se ha gripado. La infección es de todo lo contrario. Pero en un mundo interconectado, la responsabilidad es mucho mayor. El 25 de mayo no es una fecha cualquiera. Debería ser el inicio de un rescate ciudadano a esa Europa raptada por el falso Zeus disfrazado de toro blanco. En su día, permitimos que se montara a lomos de una bestia inmunda que reveló su execrable identidad cuando ya la tenía embelesada. Ya hemos tenido bastante en esta bacanal donde la Europa trastornada sigue devorando a sus hijos.
José Mujica, presidente de moda, dices. Ojalá hubiera muchos hombres y mujeres como él, en política y fuera de ella. Ojalá que fueran moneda corriente la correspondencia entre el discurso y la acción, la autocrítica, la sensatez y la sabiduría. Ojalá que criaturas así se encuentren al margen de las modas: será la prueba fehaciente de que el ser humano considera clásicos irrenunciables los grandes valores ,y modas pasajeras los tenores huecos.
Enhorabuena,Carlos. Se nota que has escrito con las tripas.
El secuestro de Europa lo hace Zeus, disfrazado de Toro enamorado. Habrá que desvelar quien hace hoy el papel de Toro. ¿El BCE, el FMI o Frau Merkel? Sospecho qué el secuestro se repite lejos del color de la mitología y más cerca de las contabilidades bancarias y de los rigores presupuestarios.
Vieron como (Grupo de los 8 a traves de la ONU) usan las estrategias del miedo – con el terrorismo, (las desapariciones forzadas) alta violencia; – O el cariñito del populismo; – O la promesa del eventual dinero de los «inversionistas»?
Por tras de todo esto estan las transnacionales energeticas haciendo consorcios, fondos fiduciarios y poliductos con el dinero de los paises pobres y emergentes, depredando nuestras economias y transformando nuestros presidentes en marionetas, idiotas utiles, los tontos de la corte, o en gerentes de operacion de compra y ventas, o peor aun COMPLICES directamente. Es la globalizacion con la manipulacion de mentiras y medias mentiras, verdades y medias verdades, pero con muertos y heridos, mucho sufrimiento verdaderos…