Grupo municipal del PSOE Ciudad Real.- Si tuviéramos que enumerar las cualidades que han de conformar la figura de un docente seguro que se nos ocurrirían muchas: paciente, responsable, justo, amable, inteligente, educado, correcto, tolerante, humano… Y ha de ser así porque un/a docente puede influir tremendamente en la personalidad de sus alumnos y alumnas; porque ha de formar y no solo enseñar; porque ha de 
educar y no solo instruir; porque, se quiera o no, sus palabras y sus actos serán recordados con admiración y respeto o , por el contrario, con rechazo por los niños/as y jóvenes que año tras año pasan por sus aulas.
En los tiempos actuales, cuando la violencia de género es una lacra que no somos capaces de erradicar y contra la que se intenta luchar desde todas las administraciones y estamentos, por desgracia sin obtener el resultado deseado, la educación en igualdad se nos presenta como la única herramienta válida e imprescindible para abordarla. Una educación en igualdad que ha de cimentarse en el seno familiar pero que desde las edades más tempranas ha de ser reforzada e intensificada en las aulas.
Por eso la actitud de un profesor machista y segregadora, que humilla a las mujeres porque cuestiona su capacidad, constituye una ofensa imperdonable. Y es así porque ofende al ser humano, hombre o mujer, al que tiene que ayudar a desarrollar plenamente sus capacidades para competir en igualdad; ofende y degrada la figura del educador que ha de creer ciegamente en las posibilidades de desarrollo de su alumnado, sea cual sea su género y, en definitiva, ofende a las víctimas de maltratos porque con sus palabras y actitudes está alentando a las mismas y convirtiéndose en cómplice de ellas.
La intolerancia y la discriminación están reñidas con la educación en valores que queremos para nuestros hijos e hijas y las autoridades educativas, han de velar para que en nuestros centros esta educación que queremos se desarrolle sin ningún impedimento.
Es responsabilidad de la Administración Pública disponer las medidas adecuadas para establecer la diligencia debida que evite que este tipo de situaciones se lleguen a producir en las aulas, siempre contando con la colaboración de todos aquellos sectores implicados en el proceso educativo. AMPAS, sindicatos y los consejos escolares tienen que esforzarse por conocer y advertir de las posibles actuaciones en este sentido, antes de que la repercusión que puedan producir en la educación de nuestros hijos-as sea irreversible.
