Las ciudades las construyen esencialmente sus habitantes y las arquitecturas residenciales donde viven y desarrollan su actividad familiar. Nos atraen más los edificios singulares, los referentes monumentales y los grandes espacios públicos. Pero la mayor parte de la población está conformada por los edificios residenciales. Por eso quisiera iniciar un recorrido por esa arquitectura austera, en ocasiones, casi anónima que conforma el patrimonio residencial resaltando aquellos elementos singulares que puedan existir en la misma en cada época y zona de la ciudad. Espero en ese recorrido ir contando con la colaboración de muchos conocedores de esta ciudad para ir conformando poco a poco esa historia más sencilla pero esencial de la misma.
Comienzo con una etapa en la que los pocos edificios residenciales que quedan se han convertido en referentes casi monumentales más por su antigüedad que por sus valores singulares. Edificios residenciales construidos a principios del siglo XX que permanecen como pequeños hitos en la ciudad, resistiendo el naufragio de la demolición de otras épocas, de ensanches de viarios o de escasas valoraciones de esta realidad construida.
Calle Feria 5
Cuatro edificaciones realizadas en ladrillo visto aplantillado que permanecen, al menos en sus fachadas, en distintos lugares de la ciudad. El edificio de la calle Feria 5 fue construido en 1908 y para garantizar su conservación declarado Bien de Interés Cultural. Un edificio en cuya fachada se combinan los ladrillos rojos y amarillos con decoraciones producidas por los salientes y formas de la propia fábrica. Un material de gran sencillez con unas medidas moduladas de manera que su ancho es la mitad que el largo permitiendo así combinaciones y aparejos que, en un ejercicio de sencillez geométrica posibilitan combinaciones infinitas. Una fachada simétrica con un elemento central singular con el arco de acceso en la planta baja, el balcón con su barandilla de piedra calada y el remate superior del ´culo y el frontón superior. A los lados dos balcones en cada lateral y dos ventanas en la planta superior.
En el edificio, se permite la elevación de plantas superiores retranqueadas, que se curvan en su centro hacia el interior,, respecto de la fachada principal, con un proyecto realizado por el estudio Alía Coronado en el año 1992.
Una composición clásica en sus proporciones, en el modo de composición del conjunto y en la utilización de los recursos ornamentales del ladrillo que resalta las líneas de cada planta con ornamentaciones que se hacen más elaboradas encima de la planta primera con los balcones y el elemento central de referencia.
Calle Feria esquina Mercado Viejo
En esta misma calle un edificio de tres plantas que hace esquina con la calle Mercado Viejo y que combina el ladrillo vidriado en colores azules con el ladrillo rojo. El volumen de la esquina con dos balcones a cada calle y dos ventanas superiores se reviste de ladrillo vidriado de color azul con una línea de cornisa marcada con el saliente del ladrillo. Un cuerpo integrado por la puerta inferior, una doble ventana en la planta primera y un hueco circular en la parte superior conforma el final en cada uno de los lados de la fachada. Una curiosa composición, en la que el eje de giro de las dos calles se convierte en eje de simetría de la composición de la fachada. También para garantizar su conservación fue declarado BIC en 1991. Un edificio sencillo, construido en 1920, que tenía sus plantas superiores para uso residencial y que ha albergado diferentes establecimientos comerciales en su planta baja. Locales comerciales unidos también a la historia de la ciudad con usos muy diversos a lo largo de los años.
La última rehabilitación realizada ha recuperado la sobriedad de esta zona comercial eliminando salientes y elementos discordantes de la última etapa, manteniendo los valores sobrios del edificio.
Edificio en la plaza del Carmen
En la plaza del Carmen con esquina a las calles estación Viacrucis y Pedrera un edificio de dos plantas construido también en ladrillo visto. Un edificio con un frente principal a la plaza del Carmen definido de una forma simétrica respecto de su centro de acceso.
En la planta baja, la puerta y un hueco a cada lado que en la planta alta se convierten en un mirador central ligeramente saliente y dos balcones, uno a cada lado. El frente se remata con un cuerpo de piedra redondeada en la esquina, a cada lado, que marca el inicio de la fachada lateral en las calles Pedrera y Estación Via Crucis.
En estas fachadas laterales el fondo de color claro sirve como plano para que resalten los cinco balcones recercados con fábrica de ladrillo. Las dos plantas están marcadas con bandas de ladrillo con decoraciones geométricas que recorren todo el conjunto a nivel de planta primera y en la cornisa superior del edificio. Una vivienda con más de doscientos metros por planta que crea un frente en el espacio urbano de la plaza del Carmen.
La cuarta vivienda que incluimos en este primer grupo está en la esquina de la calle Lanza con la calle Conde de la Cañada; un edificio declarado Bien de Interés Cultural en 1992 con dos partes muy diferentes tanto cronológica como formalmente. La parte de la derecha, dice el decreto de declaración, es un edificio renacentista bastante trasformado. Está construido en piedra de sillar y consta de un primer cuerpo, probable portada, remarcado por dos pilares y un dintel con triglifos y metopas coronados por sendas decoraciones de bolas con un escudo en el centro. Este cuerpo es una ventana con una rejería interesante y un mirador en su parte superior, de época posterior. El edificio tiene otro escudo en la esquina a la calle Conde de la Cañada. Este cuerpo de piedra está coronado por una estructura de ladrillo que lo enlaza con el resto del edificio.
A la izquierda de este cuerpo se sitúa la ampliación de principios del siglo XX, con fachada de ladrillo visto, rojo, aplantillado. Tiene dos plantas con un pequeño volumen de mayor altura, encima del último balcón de la izquierda. La doble altura se divide por una línea de imposta con decoración geométrica muy sencilla. En la planta baja se sitúa la puerta de acceso con dos ventanas, una a cada lado de la misma. Los huecos se rodean con un ligero saliente de ladrillo y decoración cerámica, con detalles vegetales en amarillo y azul. En la primera planta hay balcones enmarcados con una sencilla decoración de ladrillo que recorre linealmente toda la fachada.
Se conforma así un conjunto en el que el material establece la unidad formal con una calidad en las proporciones y decoración sencilla que trata de remarcar elementos singulares del conjunto. El edificio tiene una ampliación de una planta superior, nada afortunada, que junto al paso de la planta inferior inciden negativamente en la construcción original.
Cuatro testimonios de la arquitectura residencial de la ciudad en el primer cuarto del siglo XX, en los que el ladrillo se convierte en el material noble que se combina con la piedra o la cerámica vidriada. Un material de la máxima sencillez capaz de crear formas, elaborar decoraciones y sobre todo definir una permanencia que se hará más evidente en otros edificios públicos como el Hotel Alfonso X, el Banco de España o la Diputación Provincial.
Espacios
Diego Peris Sánchez
Buen artículo Diego. Solo deseo que estos edificios no sean destruidos y corran mejor suerte que la que por desgracia probablemente tendrán la casa de la Cruz Roja y la Ferroviaria «si un milagro administrativo» no lo remedia…