Una historia amable

Fermín Gassol Peco.- Dicen que hasta el rabo todo es toro. Y es que hay historias que duran un segundo, otras que suceden en un minuto o en una hora no más, muchas que tienen de recorrido todo un día, son las menos, que hoy todo transcurre demasiado rápido, los hechos se nos agolpan y se superponen como milhojas existenciales en nuestro cerebro. Pero también las hay que pueden durar toda una vida.
fermingassol
Las mejores historias que duran años, muchos años son aquellas que nos hablan y relatan historias de salud, amor y de fidelidad. Existen otras sin embargo, que no teniendo en sí vocación de permanecer mucho en nuestras vidas se alargan incomprensiblemente en el tiempo. Suelen ser historias de desencuentros, de omisiones o quizá de rencores, que si bien al principio pueden ser fácilmente corregidas, el tiempo las hace más pesadas a la hora de ser salvadas.

Sin embargo, el hombre, poseedor de una conciencia que está en movimiento permanente aunque a veces la tenga en “stand by”, permanece sumido en una cierta inquietud mientras existe ese descuadre vital que le hace no estar a gusto consigo mismo en tanto sabe que tiene alguna deuda pendiente.

En este caso, trivial pero sumamente curioso de lo que puede suponer una rectificación, la historia hace referencia al arrepentimiento de un hombre que robó un martillo de una tienda hace…treinta años y ha decidido pagarlo ahora abonando además una cantidad añadida, se supone que en concepto de intereses. Aunque la cantidad entregada según el propietario del establecimiento afectado excede con mucho al valor actual del martillo; sin duda que se trata de una consecuencia más de su profundo arrepentimiento, aunque si calculamos los intereses que puede devengar una cantidad por pequeña que sea durante tres decenios, siempre supone un dinerito; eso lo saben bien los que por ejemplo mantienen una hipoteca…perpetua.

El deudor en cuestión que ha debido tener un “subidón” de honestidad, ha mandado, eso sí de manera anónima, un sobrecito con una carta deplorando su añeja acción acompañada de la cantidad a modo de finiquito. Un martillo sustraído en la juventud que ha estado machacando además de clavos y alcayatas la conciencia de quien lo robó. Un martillo que nunca pudo imaginar, iba a tener tanta importancia y habría de durar tanto tiempo en el pesar de esta persona.

Sin embargo de esta historia tan curiosa podemos sacar una visión algo positiva. La de que transcurrido un tiempo tan largo, los dos protagonistas sigan gozando, tanto de salud como de dinero para poder contarlo y también que la tienda permanezca abierta todavía. No sabemos las edades de los susodichos pero se adivina que serán ya bastante avanzadas a tenor de lo que confiesa el tendero: en los cincuenta años que tengo abierto el negocio esta es la primera vez que alguien me ha pagado lo robado.

Quién sabe si el propietario de la tienda, anciano ya, haya mantenido abierto el establecimiento esperando sin saberlo a que alguien por fin le haya podido ayudar a cuadrar, al menos un poco más, sus cuentas. Quizá pueda poner ahora por fin el cartel de “Cerrado por …el cobro de una deuda”.

Artículo anterior
Artículo siguiente

Relacionados

4 COMENTARIOS

  1. Errare humanum est: perseverare diabolicum

    Y, como se ha visto, prevalece lo humanum sobre lo diabolicum.

    Con lo mal que se me daba el latín a los 15…

    • Insufrible Bonus, bona bonum, Blisterr…que a esa edad…como que lo único que nos importaban eras «las bonas»del San José o el Instituto…..

      • Jajaja! Ya te digo. «Esas» y los chatos a 20 pesetas en el Felipe. Con 15 tacos…era otra época. Bueno, creo que le echaban gaseosum a petición nuestra, por lo malísimo que era el vino.

        • El otro día lo comentaba…de vino tenía una parte…La prueba es que te bebías seis o siete a pelo, Paco, Braulio, Culi Lana, el 8,o en la calle Echegaray de Madrid etc…y después metías la llave en la cerradura a la primera…Yo ahora en los bares solamente bebo vino blanco y con tapa y al segundo…ya me noto demasiado alegre. A veces pienso la de chatos que me habré bebido en unos 40 años…y que sigo bebiendo; es lo que hago en las comidas…Mis hijos no han visto a su padre comer con agua…

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img