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ada vez hay más promociones y rebajas en el mercado de la belleza, pero ¿un buen resultado esta ligado a su precio?
La mayoría de nosotros hemos recibido descuentos muy tentadores para realizarnos tratamientos estéticos. Pero una cosa es comprar una prenda con un 60% de descuento y otra muy distinta es un tratamiento de belleza, porque no solo abarca una parte de imagen sino también de salud.
La estética no es un producto que podamos cambiar si no estamos satisfechos, es un cambio, que en menor o mayor grado, le hacemos a nuestro cuerpo, con el que convivimos a diario.
Los profesionales que estamos en este sector sabemos que cada cliente requiere un tiempo y un tratamiento específico adecuado a su problemática.Y en esto se basará también la atención que requiera, los productos o aparatología a utilizar y la cantidad de sesiones recomendadas, y de estas condiciones dependerán los resultados.
Por estas razones la estética no se puede vender ni consumir como cualquier mercancía en la que dos amigas reciben el mismo tratamiento, durante el mismo tiempo y con el mismo producto o aparato, es altamente probable que estas dos amigas no necesiten lo mismo, aunque tengan la misma patología.
En el caso de estos descuentos tan brutales debemos cuestionarnos la efectividad del tratamiento y evaluar la calidad de los efectos obtenidos y su durabilidad.
Es cierto que los precios de algunos centros resultan muy atractivos y que las promesas de cambio a todos nos cautivan. Pero la propuesta es que analicemos más allá de lo que nos ofrecen. ¿Cómo saber entonces como elegir un buen profesional? Preguntar es la clave para salir de dudas y hacer una elección adecuada. Si el profesional ofrece una verdadera solución a un problema estético, analizará adecuadamente nuestra patología, nos sabrá indicar como es el tratamiento, con que marcas de producto trabaja, como serán los resultados y en cuento tiempo necesitaremos otro.
Si un profesional ofrece un tratamiento por un coste mucho más bajo de lo que habitualmente se cobra, esta es una señal de alerta para sospechar de las consecuencias de ese trabajo. Por tanto, es fundamental estar al tanto sobre los precios de reconocidos centros, porque no son un dato menor a la hora de elegir un profesional serio, comprometido, formado y que utilice productos de calidad.
Los clientes de los centros de belleza tienen que saber que un buen profesional valora su trabajo, su formación es continua y de calidad, evaluará de forma personalizada cada patología, realizará un diagnóstico adecuado, aconsejará un procedimiento adecuado a su problemática y la cantidad de sesiones para llegar a una solución eficaz. De la misma manera hay que tener en cuenta el costo del producto, y en esto hay que ser muy claro; no hay producto bueno barato ¡la calidad se paga!, tanto el profesional como el cliente.
El cliente tiene que tener en cuenta a la hora de elegir el profesional que le realizará su tratamiento, su formación, los resultados, su durabilidad, el producto utilizado, los verdaderos beneficios obtenidos y los consejos para su continuidad.
Nuestras abuelas ya lo decían ¡LO BARATO SALE CARO!.
Belleza y moda
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