Convendrán conmigo en que a través de los ojos de la alcaldesa se descubre un ángel, duende, o lo que usted estime oportuno en denominar a la cualidad de quien posee gracia, elegancia, simpatía, finura y encanto. Sus ojos instilan algo bondadoso que la espolea a confiar en sus conciudadanos a pesar de la antipatía que profesan por sus ediles sin sopesar siquiera si gestionan bien o mal el Ayuntamiento.
A ella le basta saber que, en el fondo, el vulgo ama a su pueblo porque en cuanto lo abandonan la nostalgia se apodera de ellos. Y no le ensombrece el alma que el pueblo sea experto en exigencias pero tardo o insolvente a la hora de apoquinar a las arcas del Ayuntamiento. Lleva pocos meses en el poder y por ello convive bien con que los ciudadanos actúen como si solo existieran derechos más bien que deberes; entiende, resignada, que es el signo de los tiempos y así se reconcilia con sus vecinos.
Sus ojos transmiten, asimismo, compromiso con una ciudadanía hundida que aún no ha tocado fondo y que se aferra a ella, a la alcaldesa, con la fuerza desesperada de quien todo lo perdió. (Es fácil imaginar a las gentes mascullando un lastimero Arcardesa, arcardesa, dem´ujté argo cuando se la cruzan por la calle). Pero, del mismo modo, dicha fuerza que la abraza es destructora y le dibuja en sus ojos cierto recelo porque ha comprobado que este brío hace estragos en su predecesor en el cargo, cuyo delito, presuntamente, consistió en priorizar la moral a la legalidad, algo que no perdonaron las gentes a pesar de ser beneficiadas. La alcaldesa, eso dicen sus ojos, sabe que las masas oscilan sin solución de continuidad desde la desesperación y el agradecimiento hacia la inquina, el insulto, la prepotencia y la osadía del ignorante.
En sus ojos se descubre igualmente la desazón de quien debe aguantar con entereza a los desfachatados pedigüeños que se acercan a su despacho para solicitarle permisos que inicien jugosos negocios de los que intuye su turbidez; y de quien a diario debe enfrentarse con melosos seductores y una patulea de chantajistas cuyas oscuras intenciones no pasan desapercibidas; y de quien debe negociar con tramposos a los que se les ve el plumero, con corruptores disfrazados de bonhomía y de ciudadanos cenizos y ególatras cuya única vocación es esquilmar lo poco que queda en la caja pública.
Sus ojos, además, muestran la compasión atemperada por la frialdad de quien debe aguantar piadosa —pero implacable y estoica— a quienes le solicitan trabajo, vivienda y pan, que en este empobrecido pueblo los hay a manta y cada día más. El escaso presupuesto municipal no puede atender tantos contratiempos y de ahí también la impotencia que muestran sus ojos, flojedad que se difumina con el alivio de quien sabe que existe una Cáritas que sabrá llegar donde ella no alcanza.
Sus ojos contagian una serenidad contenida y una exacerbación que ha aprendido a reprimir aunque a veces la destape ante los caraduras; sin duda, posee un carácter fuerte que compensa con su no-sé-qué, con su hechizo, con su aquél. También se adivina en sus ojos el cansancio por el ritmo extenuante de trabajo de quien es joven, acaba de llegar al cargo y aún no se ha dado de bruces con una realidad cuyas estructuras son indoblegables. Sospecha, en lo más profundo de sí, que es una marioneta que intenta con todas sus fuerzas construir una sociedad más justa pero que, antes o después, le cortarán los hilos si no se pliega a los deseos de quienes manejan el teatro de títeres. Sin embargo, mezclando ingenuidad con valentía, insiste en deshacerse de los marionetistas que manejan las superestructuras.
En sus ojos se observa, de la misma manera, la ausencia de ideología a pesar de estar afiliada a un partido político que, como casi todos, ha traicionado a sus bases; no es socialista, ni conservadora, ni liberal, sino que su única ideología es la de resolver los problemas de los vecinos; y es que no encontró en Keynes, ni en Marx, ni en Adam Smith, ni en Hayek los protocolos concretos a seguir cuando a una madre se le desahucia, a un padre se le despide o un hijo pasa frío. Sabe que las palabras y las filosofías no dan de comer al hambriento y por eso los ojos de la alcaldesa se muestran voluntariosos ante el dolor, indiferentes ante los discursos y seductores, firmes y suplicantes para tratar de devolver la dignidad a quienes se la extirparon.
Coincido con elpoeta cuando tuitea que le “gusta la gente que no quiere mandar ni quiere obedecer”, pero puestos a ser realistas que sean alcaldesas como ella —elegante, comprensiva y comprometida— las que administren los designios de las gentes deseosas de volver a prosperar.
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La antorcha de Diógenes
Rafael Robles
http://www.rafaelrobles.com
@RafaelRob
Si a las siete y media de la mañana la antorcha de Diógenes te ilumina para escribir este artículo, tu desayuno debe ser una mezcla de productos naturales y de síntesis, con predominio de estos últimos.
Imagino que él los manda, y el administrador de la página los publica cuando quiere, incluso de forma automática.
Efectivamente, ese tema ya se discutió en el anterior artículo y es MCR quien decide cuándo se publican.
Es más, yo escribo en ocasiones desde más de 10.000 Km a horas lógicas en donde estoy y algún «cortito» me tacha de loco por estar escribiendo de madrugada. En fin, con lo fácil que es saber lo del giro e la tierra…
En cuanto al comentario de Lector, solamente decirte Rafael, que para mi ya me vale. Que no cambies ni una coma. Para mi. Ojo.
Definitivamente, Rafael, tu inteligencia se sitúa por encima de la media, porque después de leer este artículo es difícil saber qué quieres decir en el fondo, aparte de constituir un auténtico coñazo…Un consejo: una vez que todos sabemos ya que eres muy inteligente, te recomiendo escribir desde la humildad , más cerca de la simplicidad de las palabras, alejándote de este barroquismo pretencioso que hace difícil acabar de leer los artículos.
Esos tiempos en que la alcaldesa vivía en el quesito. Una mañana que llovía a manta (expresión que usó Pavón en la novela que ya comentamos), vi su coche oficial, un audi encerado, estacionado al lado de la puerta, al socaire del mismo soportal. Ríase usted de Esperanza Aguirre. Tuvo al chófer esperando lo que no se sabe. Diez minutos después me encontré a la excelentísima en la plaza mayor. Tuve lástima de ella, por la oportunidad perdida de hacer ejercicio físico y plantarse en menos de diez minutos ante la puerta de su despacho. Un audi mal aparcado, una prerrogativa mal empleada, unos ojos cuajados de humo de pólvora. Un San Martín que cuando llegue, llegará para todos o no llegará….
Hola Juan Vigil: El «a manta» se me coló en el subconsciente tras leer la maravillosa y divertidísima _Una semana de lluvia_ de Gª Pavón que tú me recomendaste y que te agradezco sinceramente. También vi el fin de semana la encantadora serie completa para la televisión que tomé prestada de la Biblioteca; es extraordinaria y no estaría de más que la rodaran de nuevo con las nuevas técnicas cinematográficas.
Por otro lado, me refiero a una alcaldesa en abstracto, aunque por algún detalle que se me cuela se podría deducir quién es; eso sí, no es la de la capital.
Hola Lector: El texto es pretendidamente barroco y oscuro, es una especie de juego. Está claro que me ha salido mal, y que estoy a años luz de ese Hemingway que no cuenta sino que sugiere, que hace que el lector complete el texto. Además acababa de leer a García Pavón y me debió contagiar su cierto barroquismo, pero claro, su barroquismo es gracioso, sencillo, ingenioso, sublime, emocionante y de Tomelloso. Lo mío, como bien dices, suena a pretencioso aunque no fuera esa mi intención.
Hola Blisterr: Una persona que viaja con frecuencia a 10 000 km de aquí debe de ser muy interesante. Quedemos algún día a tomar una cerveza, como hacían Plinio y Don Lotario. Aprovecho para preguntarte: ¿te conozco en la vida real?
Petrus Hispanus: ¡Vaya!, no sé qué responderle. Quizá la lectura de García Pavón tenga efectos estimulantes en los neurotransmisores. Pero eso sí, envié el artículo al Sr. Director ayer domingo por la tarde.
Un saludo a todos y gracias por pensar que lo que escribo merezca ser comentado.
Celebro que te haya gustado el libro y te felicito por haberte atrevido a hacer arqueología literaria, en unos tiempos de bestsellers émulos de restaurante de comida rápida. Como podemos ver, la pólvora estaba inventada antes de que Vázquez Mongalban pusiera ante las hornillas a Biscuter, en las novelas de Pepe Carvalho. Pintaban deliciosas esas gachas del cabo Maleza, ¿verdad?
Pero Pavón, y te has podido cerciorar, nos ofrece mucho más. Como buen pintor de palabras, amén de que bebió los aires de grandes pintores tomelloseros, nos retrataba la llanura manchega con unos colores poco habituales, ríos, viñas, pantanos, lagunas, perspectivas esfumadas por la calina, majanos… Como filósofo, nos abocaba a la reflexión y el pensamiento, dándoles ciento y raya a los adocenados censores franquistas. Se atrevía a hablar de sexo con una elegancia y un humorismo jamás superado.
Yo también lo considero un maestro, y me encanta haber observado su impronta en tu modo de redactar el presente artículo.
Ya estás devolviendo la serie, me gustaría verla.
Si tienes tiempo, sigue tu aventura con Plinio leyendo ahora ‘El reinado de Witiza’.
Creo que si. Que me conoces. Yo a ti si. Pero, como te conté en su día, Blisterr es el personaje que no se corta un pelo escribiendo. Yo en la vida real cuido más las formas. Quė aquí enseguida se recurre a las gónadas, que no a las neuronas. Ya sabes que los de toda la vida son muy gallitos.
Por eso, las tediosas esperas entre cliente y cliente, o los viajes, son más divertidos opinando que mirando las musarañas y, como bien sabes, los que nos dedicamos a la empresa no tenemos horario.
Lo de interesante ya te digo que no, que nada. Eso sí, te abre mucho la mente ver a los kilómetros mentales que te encuentras de muchas cosas; tanto por encima, como por abajo. Y, siempre que vuelves dices ¿Y si hubiera alguien aquí que fuera capaz de hacer esto o lo otro? O ¡Menos mal, dos días más y me pongo a «matar» a estos o los otros!
Sobre todo aprendes, que es eso que tanto molesta a los de «bacín» que, por cierto, demasiado calladitos están.
De nuevo aprovecho para agradecer los comentarios de Juan Vigil.
Las obras completas de García Pavón las editó (reimpresión) la Biblioteca de Autores Manchegos de la Diputación Provincial en 1997 (4 volúmenes). No sé si se podrán encontrar todavía.
Esa edición de los cuatro volúmenes que mencionas las publicó un pariente de Pavón bajo el sello Soubriet Ediciones, en Tomelloso. Yo las compré allí mismo, en la librería Galileo, que no sé si aún existirá. Luego la Diputación usó el formato de la edición de Soubriet. Es posible que aún se vendan en Tomelloso; recuerdo que me costaron 11 mil pelas de las antiguas. Yo ya tenía leídas muchas de las novelas de Plinio y sabía que compraba un valor seguro. Ahí siguen como el primer día, fue una edición muy bien cuidada. Seguro que hay ejemplares en la biblioteca de Ciudad Real.