Un estudio firmado por 15 investigadores de nueves países europeos, entre los que se encuentra Rafael Mateo Soria, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla-La Mancha, revela la capacidad que tienen algunos países europeos para el seguimiento de contaminantes mediante el uso de las aves rapaces como centinelas.
El estudio se incluye dentro de la red europea de monitorización de contaminantes en aves rapaces, la cual pretende revisar los programas existentes en algunos países para su estandarización y su implantación en aquellos que no existen, a fin de mejorar la regulación del uso y emisión de las sustancias químicas para reducir riesgos en el hombre y el medio ambiente.
El Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla-La Mancha participa en la red europea de monitorización de contaminantes en aves rapaces (Eurapmon), la cual pretende aglutinar el conjunto de estudios de investigación que se están realizando en este campo en toda Europa a fin de reducir las amenazas químicas para la salud de los ecosistemas y el ser humano y comprobar el éxito de las medidas correctoras adoptadas, estandarizando los protocolos de monitorización en los países que ya los tienen implantados y extendiéndolos a los que no.
Una de las actividades desarrolladas en el marco de esta red es el trabajo realizado por 15 investigadores de 9 países europeos, entre los que se encuentra Rafael Mateo, del Grupo de Toxicología de Fauna Silvestre del IREC, el cual ha permitido estudiar los programas de monitorización de contaminantes rapaces realizados en 44 países europeos, un total de 52 en el último medio siglo, aunque actualmente sólo 15 países, principalmente del Oeste de Europa, tienen programas de este tipo en activo.
Según el estudio, los compuestos orgánicos persistentes (insecticidas organoclorados y PCBs) y los metales pesados han sido monitorizados en la mayoría de estos 15 países, así como los fungicidas, los retardantes de llama y los rodenticidas anticoagulantes. En cuanto a las especies más frecuentemente estudiadas fueron el ratonero común, el cernícalo vulgar, el águila real, el pigargo europeo, el halcón peregrino, el cárabo y la lechuza común; mientras que las muestras más analizadas fueron las plumas y los huevos.
La monitorización de contaminantes en aves rapaces ha permitido detectar el riesgo que presentan ciertos plaguicidas y contaminantes ambientales al ser acumulados a través de la cadena trófica. Al ser las aves rapaces especies depredadoras en lo alto de la pirámide trófica y bastante longevas tienden a acumular los contaminantes persistentes hasta niveles que les llegan a afectar a su salud, por lo que son buenos centinelas para valorar los riesgos que podríamos llegar a tener los humanos.
Este estudio revela la capacidad existente en varios países europeos para el seguimiento de los contaminantes mediante el uso de las aves rapaces como centinelas. Sin embargo, advierte de que se debería avanzar en la coordinación entre los diferentes programas y la expansión de la monitorización hacia los países del Este de Europa. Todo ello permitiría evaluar la adecuación de la normativa europea de sustancias que son peligrosas para los seres humanos y el medio ambiente, la eficacia de las políticas de mitigación a nivel de la Unión Europea e identificar tendencias espaciales y temporales paneuropeas de los contaminantes clásicos y emergentes.
La red Eurapmon se enmarca dentro del Programa de Redes de Investigación de la Fundación Europea para la Ciencia y viene desarrollándose desde mayo de 2010, siendo su duración de cinco años.