Según los datos manejados por Creis Córdoba, el poeta Leopoldo de Luís fue testigo mudo y privilegiado de la conversación telefónica sostenida, entre Yagüe y Escobar, junto al coronel Ruíz Fornell. Una conversación que anticipaba la rendición y que precisa y pormenoriza, las condiciones pactadas para la entrega del Ejército de Extremadura, en las proximidades del Camino de Sancho Rey, una vez vadeado el Guadiana a la altura de la finca conocida como Galiana, y colindante con la finca Benavente incautada en agosto de 1936. Y donde, como un anticipo de los desencuentros de marzo de 1939, ya había habido disensiones entre los comunistas del Instituto para la Reforma Agraria (IRA) y los miembros de la colectivización de Galiana, en su mayoría de la pedanía de Valverde. Enclave fluvial, donde se han concentrado los operativos de la columna que avanza en retroceso, desde el acantonamiento de Almadén, último reducto y última sede del Ejército de Extremadura antes de fijarse en Ciudad Real y Piedrabuena. Escobar le brinda a De Luís la posibilidad de un escape o una marcha, hacia Madrid o hacia Francia incluso; que el poeta vencido rechaza.
Aunque luego no todo fuera como lo contado por Leizaola. A Ciudad Real no comparece Yagüe, sino que lo hace García Valiño; como si el destino de Yagüe fuera el de no comparecer en los momentos finales. Ya lo hizo en Toledo en septiembre de 1936, y lo repite ahora en marzo de 1939 en Ciudad Real. Un García Valiño, duro y seco, y poco negociador, que viene de las campañas del Norte y del Mediterráneo y que llega en los estertores de la batalla, para sofocar las últimas resistencias de Toledo y de Ciudad Real. Y que sólo acepta, ya con la victoria a las espaldas, la rendición incondicional de todos ellos: Escobar, Ruíz Fornell, De Luís, Massips y hasta del conductor Bermúdez.
Ese mismo día 26 de marzo sucedieron hechos extraños, dictados por la premura del final y por la necesidad de abrirse camino hacia Levante, en una huida acelerada adonde se dirigen los restos quebrados del Ejército de la República, en la creencia de contar con una escapatoria marina. Alguien advierte, por ello, la extrañeza de la marcha de veinte camiones aparcados en la Plaza del Pilar. Donde, al parecer, fueron llenados con bultos, sacas, bolsas y paquetería variada; que se cargan desde el Banco de España (¿los pertrechos y entregas realizados del general Escobar?), para una vez cargados enfilar, con más extrañeza la calle de Toledo y salir de Ciudad Real hacia el Norte; cuando lo justo y adecuado sería haber enfilado hacia el Levante, siguiendo la vía de Albacete y Villarrobledo, y eludir el encuentro con las columnas que, descolgándose del nacional Ejército del Centro, han barrido el Sur toledano y avanzan en flecha cóncava, hacia Malagón y Ciudad Real, para vaciar cualquier resistencia y para ocupar toda la zona de mando republicano.
Las primeras operaciones tuvieron lugar en el Frente Sur donde, el mismo día 26 de marzo, el Cuerpo de Ejército Marroquí, al mando del general Yagüe, y el Cuerpo de Ejército de Andalucía, al mando del general Muñoz Castellanos, avanzaron hacia Pozoblanco-Peñarroya y hacia Ocaña, encontrando muy poca resistencia ya que muchas de las posiciones republicanas habían sido ya abandonadas y vaciadas. Los Ejércitos republicanos de Extremadura y de Andalucía depusieron las armas y los pueblos se llenaron de banderas blancas, con lienzos improvisados de viejas colchas y sábanas, ante la inminente llegada de las tropas nacionales.
El día siguiente, el 27 de marzo se producía la gran ofensiva del Ejército del Centro, en el movimiento descrito antes de asfixia y ocupación. La desmovilización del Ejército Republicano fue automática, abandonando los soldados sus posiciones y sus escasos y diezmados equipos de combate. Las fuerzas de los tres cuerpos de Ejército que intervenían en la operación, al mando respectivamente de los generales Solchaga, García Valiño y Gambara, se desplegaron en sintonía, dirigiéndose su extremo derecho hacia Ciudad Real y barriendo en paralelo, buscando el cierre hacia Albacete. Al mismo tiempo, la ‘Quinta columna’ que había venido actuando durante los años de la guerra tanto en la Caja de Reclutas de Ciudad Real como en el Tribunal Médico, se dispuso a tomar el poder en la ciudad o a hacer acto de presencia en enclaves significativos, una vez que sus anteriores detentadores hubieron desaparecido o depuesto las armas.
El 28 de Marzo, día de San Doroteo, se avanzó sobre Guadalajara por el norte y el sur, y después los frentes que defendían Madrid quedaron abiertos dejaron vías libres al final de la contienda. A mediodía del 1º de abril de 1939 el Ejército Nacional entraba en Madrid y ocupaba los edificios gubernamentales y todo el aparato del Poder, sin resistencia apenas, produciéndose desde el Cuartel General de Burgos el parte final de Guerra o ‘Parte de la Victoria’, radiado por multitud de emisoras con la voz de Fernando Fernández de Córdoba, el llamado ‘locutor-soldado’, y autor de un texto panegírico ‘Memorias de un soldado locutor’ prologado por el mismo Queipo de Llano, compañero de lides radiofónicas. En la noche burgalesa y cuando el reloj de Radio Burgos señala las veintidos horas y treinta minutos, la voz radiofónica deja caer las palabras de clausura de lo que empezara hace ya casi tres años: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos. La Guerra ha terminado”.
En Ciudad Real, miembros de la ‘Quinta columna’, activos en la segunda línea, sobre todo en la ya citada Caja de Reclutas, como deja ver, la declaración del Arquitecto Provincial sobre el médico Manuel Cárdenas: “Don Telmo Sánchez y Octavio de Toledo, arquitecto provincial de Ciudad Real, declaro por mi honor que fui declarado cesante por las autoridades rojas el 9 de diciembre de 1936, no habiendo sido repuesto hasta primeros de abril de este año y una vez que fue liberada esta plaza. Así mismo fui privado del Teatro Cervantes, en el cual era copropietario con los hermanos señores Cárdenas, y dicho Teatro fue explotado por un comité de espectáculos rojos y si bien nos fue devuelto completamente deteriorado a fines del año 1938, siguió el comité explotándolo y únicamente un mes antes de la liberación nos dieron en billetes de Negrín ,que nada valían, la cantidad que la Hacienda había cobrado en concepto de arrendamiento que era bastante inferior a la que figuraba en el catastro. Entre estos señores Cárdenas, figura don Manuel Cárdenas, médico que estuvo preso por los rojos en el Seminario de Ciudad Real y a quien después obligaron a prestar sus servicios profesionales en el Ejército, pero cuya ideología fue siempre de derechas y en su caso así lo demostró favoreciendo a los que pensaban como él y eran igualmente víctimas de la situación por haber tenido la desgracia de encontrarse en la citada zona.
Y para que conste y como garantía de la actuación de dicho señor, firmo la presente declaración en Ciudad Real a 31 de agosto de 1939”.
Miembros de la ‘Quinta columna’, apoyados por adversarios a la República y por falangistas ocultos y resistentes, que surgidos de la larga noche de su ocultación, toman posiciones en la Comandancia Militar y en el cuartel de Artillería; provocando la confusión en el grupo del Ejército de Extremadura acantonado en Piedrabuena y que concluirán con su rendición o con su desarme. Hay una llamada de Segismundo Casado el mismo 29 de marzo, tratando de aclarar los términos de la rendición: “Por la noche mantuve comunicación telefónica con los comandantes militares nacionalistas de Murcia y Ciudad Real…llamé al comandante militar de Franco en Ciudad Real, preguntándole por el general Escobar, Jefe del Ejército republicano de Extremadura. Me contestó que estaba bien, que el orden era perfecto y que no hubo ni un solo caso de violencia”. Para más tarde, en ese furor de los finales, personarse los miembros de la ‘Quinta columna’, en la Estación-Radio Ciudad Real y tomar posesión de la emisora, donde emiten la Marcha Real, como señal de que Falange Española Tradicionalista y de la JONS de Ciudad Real, se hacía cargo de la emisora. En una demostración de la importancia sostenida por las emisoras de radio, en la guerra que se cerraba con un golpe de sirena radiofónica.
Periferia sentimental
José Rivero
Yo tengo entendido que el General Escobar si que tuvo que ver con su ejercito para aplastar a los comunistas de Ciudad Real que, al igual que sus compañeros de toda España, se negaron a dar el visto bueno al golpe de estado de Casado. Luchó contra los comunistas y todavía he creido ver agujeros de balas en lo que era la sede de su partido (arzobispado de C. Real)…tambien en las paredes del Casino donde cogieron preso a Escobar. Se me ha contado que se tiraban tiros tambien desde el campanario de la Catedral.
Muy interesante el texto y, me he quedado impresionado con la imagen que usa Paco en la portada de su libro. Increíble la cara de orgullo de esos hombres de llevar un arma encima. Cómo me alegro de estar a más de 70 años de distancia. Me ha recorrido un escalofrío al verla. He recordado el título del libro de Anatomía de un instante ¿Qué sería de ellos?
Yo seguro que si hubiera vivido ese horrible momento estaría en Argentina, Francia o Marruecos. Intentando estar bien lejos de la violencia, las armas y los «cuarenta años de paz».