La prestigiosa revista científica Popular Science se vio obligada a cerrar los comentarios de su plataforma digital porque los trolls desvirtuaban la conversación con insultos, argumentos ad hominem y malintecionadas frases fuera de lugar; Engadged hizo lo propio porque recibían absurdas apostillas como “los usuarios de Apple son gays” o VAIO apesta”. El país y otros siguen la misma tendencia —sobre todo en artículos de opinión— porque es inaceptable que el nombre de los columnistas se ensucie con las groserías y fijaciones de un cualquiera; del mismo modo MiCiudadReal debiera plantearse cerrar los comentarios porque los eviternos trolls le roban su elegancia con palabras viperinas como “este alcalde es un hijo de puta”, “tal columnista es maricón” o “su hijo es un yonqui”, como se hace habitualmente con un sadismo que asusta. MiCiudadReal es un periódico digital, no un psiquiátrico online para coprolálicos. No obstante hay que reconocer que es bueno que MiCiudadReal les de patente de corso para sublimar sus demonios aporreando teclas, porque la alternativa bien pudiera ser el acoso a los ciudadanos en la vida real.
En el apartado de comentarios de MiCiudadReal los catetrolls ofenden arbitrariamente, amenazan sutilmente y tratan de desprestigiar a algunos colaboradores o protagonistas de las noticias a base de falsedades, medias verdades, chismes o necedades. Como en Ciudad Real nos conocemos todos, no es difícil contar con enemigos lugareños que den rienda suelta a su frustración existencial tratando de ensuciar la imagen de aquellos que consideran que habría que hundir y que, despreciables ellos, temen decírselo a la cara. Y es que a estos trolls es posible encontrarlos por las calles aparentando cordura y simpatía, vistiendo trajes marengo y comportándose como gañanes perfumados, aunque en la red se dediquen a plasmar en dígitos las zonas más oscuras de sus mentes
Con este fin escriben insulsos trampantojos literarios que pretenden hacer pasar por ironía, sapiencia y rigor cuando en realidad esconden fanatismos y obsesiones que lo afean todo, como una peluca piojosa, maloliente y despeinada sobre una fraustina. Nietzsche diría que los trolls personifican la moral del hombre débil, la de los resentidos que dificultan a los demás vivir en plenitud porque los creen “superiores” y no lo soportan.
Bien es cierto que la mayoría de comentaristas hacen críticas constructivas e incluso elogiosas pero todavía recuerdo con tristeza cómo un troll miciudadrealeño llamó “foca” a una concejala o se vituperó sin venir a cuento a la familia de uno de los periodistas. Igualmente son tantas las barbaridades, casi delictivas, que se escriben sobre la alcaldesa que ella ha empezado a despertarme gran simpatía frente a los anónimos que continuamente cargan contra la edil y su familia sin argumentar, simplemente escupiendo veneno. Lo explica bien Ángel Gabilondo al afirmar que “una sociedad malhumorada no es lo mismo que una sociedad activa y crítica, que propicia espacios de transformación y trabaja y lucha por combatir la desolación”.
Es tal la vanidad enfermiza y el narcisismo tosco de los trolls que me recuerdan —ustedes sabrán disculpar la hipérbole— al torturador al que no le preocupa el castigo por su aberrante delito, sino que le repatea que nadie tenga noticia de sus horribles crímenes; y es que la invisibilidad y la ausencia de repercusiones de su paso por el mundo les duele mucho, así que no darles pábulo no soluciona su desfachatez porque suben el tono de sus afrentas. Son conscientes de que a las calumnias no se les exigen pruebas y son difícilmente refutables.
Trato de entender su mente enferma pero me es imposible. Solo acierto a esbozar este peculiar fenómeno recurriendo a Carlo Cipolla, quien dice que una persona estúpida es la que causa un daño a otras sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio. Ahí lo dejo.
La antorcha de Diógenes
Rafael Robles
http://www.rafaelrobles.com
@RafaelRob
¿Qué tiene el editorialista contra los gañanes?
Mi padre fue gañán honrado a carta cabal y les da mil vueltas a tanto erudito de vía estrecha.
Si señor, muy buen artículo, es cierto que bajo el anonimato no se puede, mejor dicho no se debe, herir libremente y sin control
Lo que hace diferente a este periódico son los comentarios y sus comentaristas y «los catetrolls» se lo pueden cargar.
JAJAJA, muy bueno Rafael, como siempre.
Aunque yo no estoy de acuerdo en cerrar el acceso o restringirlo. Es bueno que se les vea actuar.
Soy uno de los comentaristas más insultados en MCR y, al contrario de lo que me pide el sentido común y la educación, respondo siempre a los trolls, porque sé a ciencia cierta que se revuelven en el asiento, pues su mente no les da para más que para hacer dos renglones zafios en los que predomina el tono faltón y los insultos mil veces repetidos.
Si bien es cierto que los hay de todos los colores, la tendencia es más bien tirando al elemento que describes y que solamente es el espejo de un individuo o individua con un ego chovinista, inculto, muy poco viajado y con las orejeras de los de «toda la vida de Ciudad Real» bien puestas.
MCR es un gran revulsivo para el debate en una ciudad muerta, donde los medios tratan de no hacer ruido para no perder publicidad y donde salirte de los raíles marcados durante años por el establishment culipardo se paga caro. Por suerte ya somos muchos y muchas los que hemos podido acceder a la formación superior, a las experiencias internacionales, a la cultura y la contracultura etc etc (y me incluyo entre los más modestos, no como luz de guía) y todo este grupo de culipardos estamos cansados de que la ciudad se mueva en torno al muermo, los políticos de toda la vida y las cuatro celebraciones religiosas.
Por supuesto, esto es un sacrilegio para muchos, que no se quitan el olor a cera de encima ni con lejía, pero hay que darle tiempo al tiempo. Ciudad Real es una ciudad muy conservadora, excesivamente conservadora, donde algunos creen que todo está atado y bien atado. Por ello, la aparición de gente como tú, Rivero, Romera etc etc y no quiero dejarme a nadie, estáis siendo un bofetón en el pensamiento obtuso de muchos que, siendo muy mediocres en su vida, no tienen otra salida que el insulto y la calumnia.
Y, lo peor, ya lo has comentado: no sacan ningún beneficio.
Si al menos nos callaran la boca con argumentos lo agradecería. Es más, yo lo pido siempre, que me den en el hocico, pero solamente me encuentro el insulto como respuesta. Yo, personalmente, me sentiría mal si respondiera con un insulto a alguien que ha escrito un artículo. Puedo responderle con un argumento más o menos bueno, pero la acción troll de llamar tonto, hijo de puta, plasta, cansino a alguien porque no opina igual deja muy mal al borrego o borrega que lo hace.
Hay una forera que lleva meses intentando que la Plaza de Cervantes sea una plaza pública para el uso y disfrute de todos y hay cuatro trolls que no paran de insultarla cada vez que denuncia algo. Lo mismo le pasa a Luis Mario, quien voluntariamente escribe sobre temas que no tienen cabida en los medios tradicionales y tiene otros tres o cuatro trolls que no paran de joderle y, así se quitan las ganas. Pero bueno, parece que estos dos foreros son más duros que los trolls, y eso es muy importante de cara a acabar con las cacicadas.
Desde luego, por lo que a mi respecta, os animo a todos y todas a seguir escribiendo en MCR, porque me consta que las visitas a este medio son cada día más, incluidos alcaldes y concejales muuuuy publicados por el digital. Y animo a la gente que vea injusticias., cacicadas, irregularidades y meteduras de pata a denunciarlo en MCR, porque si algo queda claro es que aquí solo se censuran los insultos, no las denuncias.
Un saludo Rafael y a por el próximo texto.
Aprovechando que el Pisuerga….
Esta mañana he leído este texto de Lucía Méndez que me ha dejado KO
http://www.elmundo.es/espana/2014/03/09/531bc2d722601dab438b457d.html
Lo dejo aquí para reflexión de los que me insultan cuando digo que PP y PSOE son lo mismo. Rajoy apuesta por Rubalcaba y hacer piña con el PSOE para que los partidos emergentes no tengan posibilidad de acceder al poder.
Lástima de País, los Gürtel aliados con los Filesa-Malesa-Time Sport- Eres para que todo siga igual ¿Veremos esto en CLM y Ciudad Real? No nos va a salir «Barato» este tema.
Si se suprimen los comentarios perdería muchos lectores MCR y lo saben y los políticos se llevan una pasta de los ciudadanos, por eso que sufran algo y vaya lo uno por lo otro
Pocos como yo habrá en este periódico digital que tanto respeto y admiración me causa, que hayan sufrido lo que en esta publicación se relata tanto como lo he sufrido y sufro yo. Creo tener el «dudoso honor» de ser el PRIMER DENUNCIADO POR INJURIAS de este medio por escribir un artículo de opinión, el cual no voy a entrar a juzgar y ruego que nadie lo haga, puesto que será la justicia la que decida y mida mis actos, supuestamente, constitutivos de falta, QUE NO DE DELITO. Evidentemente, escribí ese artículo igual que escribo mis comentarios, es decir, con mi auténtica identidad. Entiendo que molestara a sus destinatarios y no tengo nada que objetar ante la denuncia. Lo que sí que tengo que destacar son algunos de los comentarios que se escribieron desde el anonimato y la COBARDÍA, no solo rebatiendo mis palabras, cosa lógica y perfectamente comprensible, sino también difamando sobre mi persona hablando de cosas personales o laborales, que NADA TENÍAN QUE VER CON EL ASUNTO QUE NOS OCUPABA EN EL ARTÍCULO ESCRITO. Recurso de pobres ratas cobardes que, por supuesto, aunque al principio me equivoqué, de sobra sé quienes pueden ser. El círculo no abarcaría a mas de dos personas. Me ha costado llamadas, amenazas, muchas preguntas y muchas noches sin dormir. Asumo mis actos y soy esclavo de mis palabras, siempre, por ellas muero y también rectifico si creo que no han sido acertadas. Es una pena que por no liar mas la madeja yo no haya tenido la oportunidad de denunciar también, pero agradezco que se haya escrito este artículo porque me viene fenomenal para exponer lo que hacía mucho tiempo quería que se supiera. Esas ratas siguen escondidas, me consta que siguen intentando azuzar a algunas personas en mi contra para hacerme mucho daño y, repito, si fuera relacionado con lo que escribí, ME RESIGNARÍA Y LO ENTENDERÍA , pero no es el caso. Buena semana a todos y enhorabuena por el artículo.
En este mundo todos estamos expuestos al juicio del vecino,el frutero, el pescadero, el carnicero, la cajera del super y todo hijo de satanás, los malos modos los soportamos todos los días sin quejarnos en todas partes. No justifico los insultos pero como dice mi abuela no ofende quien quiere sino quien puede y no estoy de acuerdo con un comentario anterior que dice que hay que viajar y tener estudios superiores para ser educado, me parece una apreciación elitista que no se corresponde con la realidad.
Estoy esencialmente de acuerdo con lo que expones en el artículo, pero se te vislumbran unos flecos que ya repatean. Los anóminos que emiten elogios no estorban, ¿verdad?; los anónimos que se manifiestan en contra de la opinión del columnista, aunque no emitan insultos y se expresen de un modo correcto y civilizado, esos ya son trolls, cobardes, frustrados y reprimidos. ¡Ahí te has lucido! Quizá tengas razón en eso de que en Ciudad Real nos conocemos todos, porque a veces involuntariamente se tiene constancia de quiénes son los columnistas y en algunos casos sus tasas de reprimidos y frustrados dejan en mantillas al troll más pintado. El tener una máscara por las calles es una cuestión coyuntural y dijésemos demográfica; casi todos llevamos en lo secreto nuestras miserias y de cara a la galería tratamos de airear nuestro mejor rostro, tal vez incluso tú también, a menos que seas un dechado de sinceridades y virtudes, en cuyo caso vayan por delante mis elogios, aunque digan por ahí que nadie está libre de pecado…
Y puestos a emitir hipótesis: ¿No habrá columnistas que asumen el papel de trolls para contratacar a los trolls y demás comentaristas incómodos? No es que deba de ser así en el medio que nos ocupa, pero podría ser, ¿cierto?
El beneficio de la duda por delante.
Efectivamente, todo el artículo estaría muy bien si no se supiese que los que dan la cara con sus nombres a veces actúan como trolls. Y, sobre todo, que a lo mejor nos hemos dado cuenta de que hay trolls cuando nos hemos sentido atacados, verdad Rafael? A lo mejor antes, cuando solo recibíamos elogios o nadie se metía con nosotros estaba muy bien la libertad para atacar desde el anonimato, …Pero cuando el atacado es uno, resulta que es que ya hay muchos trolls y muchos catetos…no,no,no…así no. O para todos o para ninguno.
Por otra parte, Blisster, para sentirse atacado creo que es importante el elemento personal, es decir, saber a quién se está atacando. Tú has adoptado una personalidad desde el anonimato, por lo que tus agravios se acaban cuando te desconectas del digital. No puedes comparar tu situación con la de las personas atacadas e insultadas con nombres y apellidos reales, cuyo agravio puede continuar cunado van a comprar o a pasear con su familia.
Y por último: creo que este diario está inclinándose hacia una deriva peligrosa, pero peligrosa para el propio diario, pues está corriendo el peligro de desacreditar el buen trabajo de los que lo hacen envolviéndose en una maraña de insultos, comentarios y maledicencias, que hace que se llegue a ver con más interés los comentarios que las propias noticias. Por ello, animo a sus directores a reflexionar.
Solo dos cosillas Comentarista. Si bien es cierto que desde el anonimato, puedo apagar y punto, tengo una familia y unos socios a los que no puedo perjudicar con mis opiniones. Quien conozca esta ciudad y cómo se mueven las cosas lo sabrá.
Por otro lado, no creo que MCR tome una deriva peligrosa. Está bien claro que los responsables y dueños de sus comentarios son los foreros. Yo, personalmente, creo dejar siempre de lado la injuria y la calumnia. Siempre pido que se me rebata con comentarios diferentes a los míos y, en muchas ocasiones, doy la razón y felicito por los comentarios a quienes no piensan como yo.
Ahora, a quien no pienso dar respiro es a los que salen con el insulto por delante. Ahí no me da la gana callar.
Y, vuelvo a repetir, ojalá y me salga alguien que me rebata cada una de las cosas que digo con comentarios argumentados y con pruebas. Y me callaré como cualquier otro e, incluso, no tendré problemas en retractarme.
Pero mientras pueda, voy a opinar y a denunciar lo que creo que es injusto. Si, a cambio recibo, insultos, responderé. No me sale de las narices ni ignorar ni callar ante quien desde el anonimato se comporta como un animal. Y tampoco me gusta, aunque respeto a MCR, que se moderen, porque así sabemos el paño que compramos y además, que cada palo aguante su vela ante posibles querellas.
Yo, cuando busco la catarsis digital me cago en todo en general y en algunas cosas en particular pero no en el personal.
Yo lo veo así:
Las críticas -justas o injustas- hacia los responsables públicos están absolutamente justificadas. Lo llevan en el sueldo por la responsabilidad libremente asumida.
La cuestión de estilo es como la embriaguez, depende de la categoría intelectual del bebedor. Soy partidario de dejarla como está, sin filtros, aunque haya muchos «plaxtas», porque la pretensión de ofender es una ilusíón pasajera.
Los comentaristas con firma merecen un respeto personal, pero algunos, a veces, dan un respingo cuando se les pone en cuestión, o en solfa, en muchos casos de manera justificada. No olvidemos que este digital es una apuesta interesantísima en nuestra ciudad, pero no es The New Yorker. La calidad de los comentaristas es la que es. No cuela el tener tantos humos.
Por último, la mayoría de los anónimos, creo, participamos con ánimo constructivo, tanto cuando se tratan temas de la vida pública de la ciudad, como en el resto de asuntos. Supongo que lo hacemos con mayor enfado en los primeros por el agravio continuo a que nos someten los políticos locales con su – bueno, llamémoslo descaro-, que en los segundos donde quizás lo hacemos con más vacile, o retranca, aunque en general con respeto.
En definitiva, micr.es está requetebien como está.
Me parece un buen artículo y como me siento aludido por Blisterr, me permito añadir algún comentario.
Nunca he estado en contra del anónimo -«troll»- como se dice ahora, siempre que su crítica sea constructiva, no cuando es negativa, insultante y lógicamente con falta de argumentos. Y estoy de acuerdo en que los «trolls se escudan en el anonimato para decir lo que al descubierto serían incapaces.
Tampoco se trata por otra parte de esperar permanentemente alabanzas, pero ¡caray! somos humanos y necesitamos de vez en cuando el apoyo de quien nos lee.
Luego otra cuestión es contestar o no hacerlo y aquí hay división de opiniones como en cualquier aspecto de la vida. Yo a veces he tenido críticas tanto en colaboraciones como en entrevistas a personas públicas y me han criticado «intrusismo» laboral cuando sabe todo el mundo que yo, como otros/as no cobramos por colaborar en «MiCR». Lo hacemos porque nos gusta este tipo de periodismo «sin titulación» en mi caso, periodismo libre y sin ataduras de colores políticos, periodismo estilo «freelance» (aunque sin cobrar)si se me permite la expresión, o alternativo. También me han criticado que solo entrevisto a personas «de izquierdas o progresista». Siempre diré lo mismo, no tengo ningún problema si encuentro la ocasión de tener encuentros con personas públicas de la derecha, del centro, sindicales, humoristas, escritores, etc. De hecho entrevisté hace poco a Pepe Rivero cuando presentó un libro suyo. Ningún problema. Lo haré gustosamente si encuentro la ocasión.
To solo yo podría «freno» cuando alguien insulta personal o familiarmente, o injuria, pero aún así quizá tampoco haría falta ya que como dijo alguien – ne recuerdo el nombre- todos los mails están en el servidor de «MiCR» y en caso de abuso o insulto grave, ahí están los juzgados.
En la feria digital de las vanidades, de la sobredosis internauta y sobreexposición en defintiva ,una acaba por no saber muy bien donde se encuentra la frontera entre lo correcto y lo reprochable. Muchas veces nos desviamos del meollo de la cuestión cuando al que profiere una palabra o frase injuriosa, calumniosa o difamatoria le colocamos otros adjetivos que van más allá del campo semántico que le corresponde. Se adjetiva de valiente al que no disfraza su comentario tras un nombre supuesto o alias , cuando valientes y virtuosos van quedando muy pocos y un comentario puede que quite , pero desde luego no pone cualidades.Me explico: la ofensa ad personam es sucia e indigna per se, descalifica al que la profiere, independientemente de que se utilice un alias o el nombre y apellidos y el número de móvil.Obviamente, la valentía nada tiene que ver con el insulto anónimo , tampoco con el proferido a cara descubierta.
La secuencia de comentarios más difamatoria que yo haya leído en este digital , aunque lea muy pocos , dicho sea de paso, la protagonizó un autor con nombre y apellido en este mismo diario, sin palabras gruesas, sin utilizar expresiones soeces, con una prosa fluida y cultivada, pero, ay, mojada de la maldad por la maldad , de la crueldad gratuita . Ni un solo vocablo del discurso de este paladín de la “libertad de expresión» se hizo acreedor de la tijera de la moderación o censura de este diario, ¿cómo censurar las pulcros formas, salidas del colegio privado de los buenos modales, si ni siquiera el Código Penal lo considera digno de reproche? Sin embargo, ¿cómo no calificar de abyecta a una persona que se arroga unas facultades de crítico literario para difamar una obra que ni tan siquiera ha leído , haciendo gala de infame frialdad y sin asomo de arrepentimiento?
Más que un psiquiátrico internet, en sus diversas formas de manifestarse, se asemeja a una suerte de zoológico o sucedáneo de sociedad. Las protestas deberían estar en la calle ,y las quejas, llenando los buzones de todas las instituciones. No culpemos a MCR, ni le exijamos que cierre el grifo de los comentarios. Ojalá pueda volar libre muy pronto y no los necesite. Rafael, probablemente seas un filosofante muy competente( dicen los que saben que tenemos la mejor generación de pensadores y de profesores de filosofía) , pero una empresa , MCR lo es, se mueve por criterios más prosaicos que la filosofía pura ,porque nadie le garantiza unos ingresos a final de mes. No todos quieren o pueden ser funcionarios o docentes.
Un saludo.
En este Diario Digital y en otros muchos, todo el mundo puede expresarse libremente como es de esperar en una sociedad en la que cada uno puede opinar como le plazca. La libertad de expresión como hija y consecuencia inmediata del pensamiento, una libertad que se antoja fundamental para una convivencia sin opresiones ideológicas.
Dicho esto, respetando y avalando la necesidad de que así sea, sobrevienen de manera lógica las secuelas de tal ejercicio de libertad y que no son otras que las de evidenciar los saberes, ignorancias y exabruptos que afloran en las ideas, expresiones y decisiones que manan de las teclas de quienes lo hacen tan libremente. Y es aquí donde ese maravilloso derecho y universal posibilidad, o bien llega a su cenit en las expresiones del saber más ilustrado, aunque esté oculto, o cae y comienza a perder la teórica hermosura y calidad para revestirse de falaces verdades, equivocados conceptos, masturbaciones literarias o lo que es peor…coitus interruptus mentales.
Porque para nuestra desgracia y la de una sociedad que procura esa libertad, es demasiado frecuente poder comprobar lo que el escritor británico Orwell decía: “si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento” y sufrir las expresiones de personas que opinan de lo divino y humano con una ignorancia supina, utilizando el lenguaje del anonimato como grosero medio para prostituir de manera retorcida los conceptos, haciendo así temblar a los más sólidos cimientos semánticos. La libertad de expresión como arma arrojadiza, vacía de contenido que se lanza contra aquellas otras basadas en la naturaleza, raciocinios, experiencias contrastadas y sobre todo, sobre todo…dando la cara…aunque estemos en carnaval. La libertad de expresión como un atentado contra esa misma libertad que conduce a la recta interpretación, a la verdad de las palabras y de sus significados.
Fermín y Luis Mario, no a todo el mundo le gusta estar en la palestra como a vosotros, hay gente que le gusta opinar sin meterse con nadie pero que no le apetece que su nombre salga a relucir,¿ es tan dificil de entender que hay gente a quien no le gusta la notoriedad? A vosotros os pone, respetad a los que detestan salir en la foto. Después de todo , con mi nombre o sin él vosotros no me habéis visto nunca y yo tampoco a vosotros. Soy anónimo.
Me parece muy bien laico anónimo. Voy a analizar en profundidad esa referencia que haces a mi ansia de notoriedad y protagonismo. Gracias por el consejo. Un saludo.
Me sumo al pensamiento de Fermín y añado:
Según esa regla de tres tendrías que haber nombrado a los/las colaboradores que también firman con su nombre…
no voy a poner ninguna cita de cipolla (que parece que vas buscando que te contesten con una rima soez) , pero como catetroll (asiduo a esta web) tengo que contestarte con una frase mía que seguro que dentro de unos años es mas famosa que la de cipolla. Ahí va: «el que va publicando su nombre por internet (saque o no beneficio) listo del todo, no es»
eh, También es extensible al facebook.
Alucinante, que algunos defendáis que en España ser político solo valga para los buenos sueldos & enchufes, pero que no valga para que los ciudadanos a los que pisoteas(y te pagan el sueldo) te llamen hijoputa de vez en cuando.
Deberías reivindicar una Ley de transparencia, eso si beneficiaría a la sociedad, en vez de pedir que los 4 pintamonas que comentamos en internet tengamos que identificarnos obligatoriamente.
En realidad, la existencia de los trolls viene determinada por la conjunción de dos leyes sociológicas: la de Dunning-Kruger y el principio de Hanlon. Ambos principios explican también la génesis del gilipollas.
A España en general, y a su colonialilla Ciudad Real en particular, nunca parecen sobrarles inquisidores que aprovechan la sazón del improperio ajeno para elevar el tono de su púlpito, así en la barra de cualquier taberna como en la columna de un mentidero virtual, lugares donde unos y otros declamadores abren sin escrúpulos la espita de sus miedos bien con la ayuda de fermentos embotellados, bien con una prosa contenedora de resacones de intolerancia.
Si el nivel de las críticas habituales no está a la altura de los que son objeto de inspiración para la mismas (como se evidencia en los botones de muestra que cita el autor del artículo), no hay en ello argumento sostenible para pedir la censura de la libertad de palabra. Políticos nefastos y troles malhumorados dan por separado el reflejo del pésimo estado en que se halla la misma sociedad de la que proceden, pero pretender que la invectiva, la sátira y el sarcasmo sean formas de expresión dignas de purga delata la sombra de algo peor, una herencia monstruosa con sotana que, por desgracia, sólo cambio de maquillaje tras la muerte del último dictador que recibió tal nombre, porque muchos hay desde entonces que desde la pluma lo merecen.
* cambió
En fin, resumo mi postura en las conocidas palabras de Montesquieu: «No comparto lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo» (sin exclusión de apostólicos de pluma fina ni, por supuesto, de catetroles).