La calle Caballeros tiene en su inicio una serie de edificios singulares. El Museo provincial tiene en esta lado una fachada ciega y el antiguo Casino, proyectado por Rebollar y reformado por Telmo Sánchez un acceso secundario que se utiliza como entrada habitual. En el margen derecho el edificio del Colegio de María Inmaculada que se construyó al haberse incendiado el que tenían anteriormente en 1942 según proyecto de Carlos Sidro de la Puerta para albergar a la comunidad de Hijas de María, el “Colegio de Sirvientas”, el “Internado de Huérfanas de Guerra” y el “Pensionado de Señoritas” manteniendo del antiguo únicamente la capilla. Un edificio austero que vuelve con fachada a la plaza delante del antiguo Convento de la Merced.
Con la fachada del Colegio y el frente del antiguo Convento de la Merced se configura una pequeña plaza que se ha ido modificando en diferentes épocas dependiendo del uso del edificio principal. Durante la época en la que era utilizado como edificio docente era la zona de entrada y salida del mismo y lugar de reunión de los alumnos. Una plaza con una importante vegetación y un trazado que valoraba el acceso principal al convento de la Merced. Ahora reconvertido el edificio en Museo la plaza podría o debería tener otro sentido. Es una pequeña plaza que son elementos de apertura de la ciudad, que introducen puntos de acento, zonas de posible descanso o reunión y espacios que en definitiva cualifican lo urbano.
En este espacio hay en la actualidad un repertorio de esculturas situadas allí accidentalmente. Las esculturas de José Luis Sánchez que inicialmente era cinco se colocaron con motivo de la exposición monográfica del escultor en el Museo. Cinco piezas de grandes dimensiones realizadas en acero cortén que iban a localizarse una en cada una de las provincias de Castilla-La Mancha. En la actualidad permanecen allí tres de las esculturas como restos de una actuación pasad. Son piezas de gran calidad que merecen una buena localización y valorarse adecuadamente. En el centro de la plaza una escultura monumento a San Juan de Ávila de García Donaire a la que ahora le han colocado una placa con su nombre y el autor cosa de agradecer.
Una plaza que se eleva ligeramente del entorno marcando así su separación respecto de las calles que la rodean, una de ellas peatonal y las otras dos con tráfico. Un espacio pavimentado con acabados de escasa calidad y una vegetación también resto de mejores tiempos. Un espacio que parece caído en el olvido y queda allí como residuo urbano no valorado ni cuidado. Son espacios que con atención puntual pueden ser ámbitos utilizados y vividos por la comunidad. El edificio del convento de la Merced puede marcar los trazados de este espacio urbano que debería mejorar su pavimentación, los elementos vegetales y el reducido mobiliario urbano que tiene.
La plaza tenía en otro tiempo un sentido de espacio de recreo de los alumnos marcando un paseo central de acceso al edificio del Instituto. Ahora tiene un diseño definido por cuatro parterres en las esquinas que parecen dirigir la atención hacia la figura central de San Juan de Ávila. Ello unido a un mobiliario urbano incómodo hace que el uso de este espacio se limite a una pequeña terraza en el verano, destino al que parecen destinadas todas las operaciones urbanísticas de la ciudad.
Son espacios que ponen de manifiesto la calidad de los tratamientos urbanos de la ciudad y que van quedando sumidos en el olvido de tiempos en los que eran ámbitos de vida estudiantil y que ahora parecen abandonados como almacenes de piezas valiosas que a la intemperie esperan decisiones desconocidas que no llegan. Diseños que parecen pensados para centrar el vacio ciudadano y símbolos de una falta de aprecio por los espacios comunes.
Espacios
Diego Peris Sánchez
Buen paseo, breve y concreto por esta zona añeja de la ciudad.
Dentro de poco retomaré mi espacio tras una remodelación de todo el dossier.
El palacio de justicia abandonado que hay allí también es digno de alguna curiosidad. Tiene un friso superior esculpido con unas frases que nadie lee y que los políticos deberían leer más a menudo; son los mandatos del Derecho según Ulpiano:
Honeste vivere
Alterum non laedere
Suum cuique tribuere
Tres principios de ética romana, una especie de tres mandamientos del paganismo:
Vivir honestamente
No perjudicar a otro
Dar a cada uno lo suyo
Ángel, has dado con el dedo en la llaga, pero ¿quién se dará por aludillo? Ese es el problema