Vivir es fácil con los ojos cerrados

silencio_buenaJosé Manuel CampilloLa posmodernidad es ese discurso de nuestro tiempo que afirma que las formas narrativas clásicas no sirven para reflejar la realidad. Esto es, vivimos en una época en la que la frecuente disolución de lo establecido requiere nuevos narradores.

Yo estoy cansado de esos narradores y de la posmodernidad. No me gusta ver como todo se diluye con la misma celeridad con la que el correcaminos escapa del coyote. Por eso me agrada que alguien acuda a la pausa de la modernidad y me cuente una historia sin otro artificio que el que lleve implícito su natural desenlace.

Trueba se ha parado en el detalle. Sabe que la dilación es el camino más corto para hacernos sentir. Solo las historias que se mecen con detenimiento provocan en nosotros la sensación de  no impostura.

vivir-es-fcil-con-los-ojos-cerradosEl director madrileño pinta un cuadro en el que el mar se nos muestra con su ondulante parsimonia; el desierto de Almería aparece con su color ocre y su promesa incumplida de infinitud; los protagonistas, presentados con un halo de realismo entrañable; los lugareños, con ese aire de provincianos que nos reconcilia con la idiosincrasia de este país; y la música, el lazo adecuado que envuelve esta historia de perdedores que nos ha ganado para la causa truebiana.

Vivir es fácil con los ojos cerrados es un road movie que homenajea al Machado de «caminante son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar». La carretera es la educación sentimental flaubertiana de Antonio (Javier Cámara), Juanjo (Francesc Colomer) y Belén (Natalia de Molina). En el viaje pierden seguridades para ganar ilusiones. Salen de su Ítaca particular, cual Ulises, en busca de la epopeya que consiste en encontrarse a uno mismo.

Antonio es un adulto que vive en un corazón de Beatles. La música y sus sueños hacen que los años solo le toquen tangencialmente. Juanjo es el joven rebelde que uno debe ser alguna vez en la vida. Solo en la lucha contra sí mismo se forja el carácter. Y Belén es la chica que comete una equivocación, en la España de los sesenta, que debe arrostrar toda la vida. Tres personajes que en su cotidianidad actúan, por momentos, como héroes.

Posdata: He comprobado cómo la posmodernidad también ha llegado a los cines. Antes de acabar la película, una trabajadora ha entrado en la sala para hacer una nueva presentación del final. Antes aparecía «The end» señalándonos que la historia había concluido. Ahora es una persona la que medio minuto antes de lo debido nos anuncia que cerremos nuestro mundo de ilusiones. Nos roba, con su presencia, esos mágicos momentos en los que aún nos preguntamos si…

Silencio, ¡se rueda!
José Manuel Campillo
www.vienafindesiglo.blogspot.com

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6 COMENTARIOS

  1. Mucho favor le haces a los hermanos Trueba, uno produciendo, otro dirigiendo. Ni con atributos posmodernos nos podemos creer la historia. Se olvidan muchas cosas: la España de la bomba de Palomares, la moral sexual que lleva a las madres solteras por esos mares de dios y el oficio de hacer cine. Empeñarse en hacer un actor de Cámara, es un esfuerzo imposible. Con dos pinceladas Ramón Fontsere cubre más tramó que el bueno de Cámara.

    • No, amigo Rivero. Siempre separo obra de autor. Me gusta la película, pero de esa afirmación no se puede deducir otra cosa que lo que emana de la propia afirmación.
      Es verdad que se olvidan muchas cosas, pero para eso está el cine. Para contarnos lo que le apetezca. Sea verdad o no. Para la realidad ya está la realidad.
      En cualquier caso (como ayer), siempre un placer debatir contigo.
      Un saludo.

  2. Me cae bien David Trueba. Esta afirmación supongo que me hace sospechosa de parcialidad, y susceptible de recusación todo lo que pueda decir a partir de ahora.

    Me gustó el guión de «Los peores años de nuestra vida», me cautivó su primera película como director, «La buena vida»; me fastidió la operación de cambio de sexo que hizo en la adaptación de «Soldados de Salamina» y, pese a ello, he visto esa cinta cuatro o cinco veces y, por último, leí con agrado su novela «Cuatro amigos». No he visto «Vivir es fácil…» pero creo que das en la diana del universo Trueba : todas sus historias tienen como telón de fondo la búsqueda , más o menos consciente, de la educación sentimental.

    Pero me quedo corta diciendo que David Trueba me cae bien. Desde la ceremonia de entrega de los Goya, ha pasado a caerme muy bien. Su discurso sobrio, sencillo, ponderado y conciliador revalorizó una gala mediocre hasta el aburrimiento.

    Un saludo , José Manuel el Deseado ( por lo poco que te prodigas, no pienses mal, jeejeje).

  3. Estimada Carmen:
    LLamarme «el deseado» ya te hace sospechosa de casi todo. Incluso no sé si tendrás algo que ver con lo J.F.K.
    A mí la obra de David Trueba no me convence mucho; pero advierto en él cualidades de promesa (a pesar de su edad). Intuyo que su mejor película está aún por hacer. Creo que tiene cualidades. Aunque reitero, discrepándote contigo (de vez en cuando tenemos que discrepar), que su obra anterior no me termina de convencer.
    A presto.

  4. Sigo con mi libre incondicionalidad. Trueba «segundo» ( o primero?) me cae bien, coincido con Carmen. No he visto la peli (la unica que me apetece ver, realmente), pero la historia me ha conmovido y si andan los Beatles por ahí, ya me tiene ganado.

    • Los Beatles, en esta película… más que andar, levitan.
      La incondicionalidad cumple la propiedad conmutativa.
      Un saludo.

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