Bajo el título de ‘Asombrosa transformación de Ciudad Real en el aspecto urbano’, se podía leer en el citado número del Boletín de Información Municipal: “Y tras nuestra referencia a estas dos obras, a estas dos mejoras que consideramos decisivas para el futuro de Ciudad Real, podríamos detenernos en detalle de otras muchas que acusan la honda y asombrosa transformación de nuestra capital”. El fondo de la loa era el marco referencial de los ‘XXV Años de paz’ y sus múltiples campañas consecuentes. Si la rotunda transformación que se pregonaba antes estaba referida al abastecimiento y al alcantarillado, páginas después podíamos ver con ánimo estadístico las diferentes realizaciones, superiores “a lo que va de siglo”
[1].El trabajo ‘Ciudad Real. Estudio geográfico y económico’[2] pretende ser no sólo una aproximación a la realidad provincial, sino un canto a las realizaciones del Régimen. “Desde 1940 se han construido edificios oficiales de gran dignidad y materiales nobles, Gobierno Civil, Magisterio, Artes y Oficios, Sanidad, Instituto, Casa Sindical, Casa de Cultura, Seminario, Colegio Doncel, Telefónica, Mercado…”. Trabajo que al abordar la situación de la vivienda comenta: “aunque el panorama provincial sigue siendo de carencia, las cifras estadísticas demuestran un mejoramiento absoluto y un ritmo de crecimiento considerable en relación con la situación en 1940: En efecto, en este año para una población de hecho de 321.580 habitantes había 65.199 viviendas, lo que representa 1 por cada 5’9 habitantes, mientras que en 1960, para una población de 583.948 habitantes se censaban 149.218 viviendas, que representan sólo 3,9 habitantes por cada una. Si al aumento de 54.968 viviendas del período intercensal 1940-1960 le añadimos los datos correspondientes al último trienio 1961-1963 con 5.506 viviendas, tenemos que el incremento de viviendas desenvolvía la vida de grupos familiares de 5, 6, 7 y más miembros. Viviendas mínimas en los últimos 23 años ha sido de 60.474” [3] . Al margen de los errores ‘interesados’, como el de fijar en 1940, el dato de las viviendas existentes en el 1900; lo que queda claro es que las 60.474 viviendas no aparecen reflejadas en estadísticas más fiables. Así los datos que el propio autor propone más adelante otorga 1.404 viviendas al período 1939-1955, y 6.988 en el período 1956-1962, cantidades que sumadas dan una cifra sensiblemente inferior a las 60.474. La estadística que elabora, por otra parte, la Delegación del Ministerio de la Vivienda en 1964, reconoce en 4.081 las viviendas construidas entre 1940 y 1959 amparadas en cualquier tipo de subvención. Al margen de la guerra de cifras, lo que queda al descubierto en estos años, es la aparición de una nueva estructura productiva: la del alojamiento de masas. La aludida dignidad y los materiales nobles de los edificios oficiales, contrasta con la afirmación realizada por Tamés Alarcón al referirse a los Poblados de Colonización: “Al empezarse las obras para la construcción de los nuevos poblados en el año 1943 y posteriores hasta 1950 la escasez de materiales era tan grande que en los muros de carga se utilizaba la mampostería y la cal e incluso el tapial… Hasta 1950 no se dispuso de cemento en pequeñas proporciones mezclado con cal en muros de ladrillo” [4] .
El problema del alojamiento se había convertido simplemente en un problema numérico y estadístico, negando cualquier lugar a otras reflexiones encaminadas a definir tipologías de habitación o a lograr fijar mínimos de calidad constructiva. La visión del interior de la vivienda modelo expuesta en la Feria de Muestras de Valencia de 1946, realizada por el INV y amueblada por la OSH, es un fiel reflejo de la visión del hogar: presidido por los retratos de Franco y José Antonio, flanqueando un crucifijo, dispuestos todos sobre una chimenea. «Si las colonias de hotelitos cooperativos reivindicaban el progreso y el porvenir como metáforas de la solidaridad, los nuevos derroteros de la producción edilicia de los últimos años van a proporcionar diferentes propuestas discursivas. Así la experiencia del Instituto Nacional de la Vivienda y de la Obra Sindical del Hogar Nacional Sindicalista, donde la producción del espacio edificado se realiza en precarias condiciones materiales, se ejecutan bajo el amparo fervoroso de Vírgenes, Obispos y Mártires, como si se quisiera mantener la metáfora de casas mitad cuarteles mitad santuarios para obviar la verdadera realidad de la casa como colmena productiva”[5]. Los 50, 60 ó 70 metros cuadrados eran los ámbitos superficiales donde se desenvolvía la vida de grupos familiares de 5, 6, 7 y más miembros. Viviendas mínimas en su programa y ubicadas en aéreas con mínimos de infraestructura que acentuaban su carácter marginal, cuando no suburbial. La aplicación de las tipologías del ‘Existenz minimum’ europeo de los años veinte se realizaba curiosamente adoptando los aspectos más discutibles y dejando de lado los más positivos. La construcción de la periferia se desarrollaba pues, con tipologías de ‘Bloque abierto’, que rememoraba el higienismo militante que impregnó las actuaciones del alojamiento masivo europeo de entreguerras en las propuestas socialdemócratas. Frente a ello, los espacios centrales de las ciudades, desarrollaban tipologías en ‘Manzana cerrada’, limitadas generosamente por un fondo de edificación excesivo que propiciaba actuaciones claramente especulativas en los rendimientos del suelo y dignificadas, pretendidamente, por el ornato de la fachada urbana. Planteando una suerte de divisoria entre la visibilidad urbana edulcorada y la invisibilidad acre y productiva de los solares.
El preámbulo de la Ley del Suelo de 1956 fijaba ya que algunas de las causas motivadoras de la difícil situación en que se encontraban las ciudades tenían explicaciones posibles. “La carencia de una opinión celosa del desarrollo de las ciudades, ha motivado la falta de previsión en lo que respecta a la formación de reservas para la escalonada expansión de los núcleos urbanos; la irradiación desmedida del perímetro de extensión de las ciudades en las que al construirse arbitrariamente se crean superficies de urbanización desproporcionadas e inasequibles para los limitados recursos económicos disponibles para su financiación; la especulación del suelo que malogra toda ordenación urbana sustrae prematuramente terrenos a la agricultura… la acción urbanística ha de preceder al fenómeno demográfico y, en vez de ser una consecuencia debe encauzarlos hacia lugares adecuados, limitar el crecimiento de las grandes ciudades y vitalizar en cambio los núcleos de equilibrado desarrollo…” [6].
Las citadas propuestas tendrían a nivel local su interpretación teórica a través del trabajo ‘Planificación de las ciudades’ [7] .”Si dijéramos que en Ciudad Real no se ha hecho nada en estos veinticinco años últimos para acomodarla al ritmo de crecimiento de su población, a las nuevas necesidades que las circunstancias demandan, sin duda alguna faltaríamos a la verdad. Pero si decimos que falta muchísimo por hacer, que sólo se han realizado ‘parches’ en su ordenación urbana y no un estudio ordenado y completo de ella, estamos afirmando una completa realidad. Precisamente por esto, nuestra capital, ya de antiguo achaparrada, extensa, poco esbelta, se ha extendido aun más saltando su antigua ronda y levantando muchas y buenas edificaciones en terrenos que hasta hace poco eran de labor, creando complicaciones insuperables a los servicios municipales y dividiéndola en dos partes diferenciadas claramente: la que pudiéramos llamar vieja, muy extensa, de edificios de una sola planta , calles sin urbanizar y casi sin iluminación, y la parte nueva, con buenos edificios de varias plantas y bastante bien urbanizada. ¿Por qué ha ocurrido esto?. Porque ninguna Corporación municipal se ha preocupado hondamente en hacer una reordenación urbanística, trazar calles nuevas, avenidas, zonas ajardinadas dentro del casco urbano, metiendo la piqueta en ese dédalo de calles, de casas antihigiénicas y prácticamente inhabitables que componen dos tercios largos del mismo. Si esto se hubiera hecho a tiempo y ofreciendo solares a precios módicos a las empresas constructoras, barrios enteros construidos en el extrarradio donde viven hoy varios miles de personas, de moderna factura, con sus edificios de tres o cuatro plantas, hubieran sustituido a esos otros que dicen muy poco en favor de la capital… Pero nunca es tarde. La Corporación municipal actual parece que se ha dado cuenta de ese importantísimo problema y está dispuesta a enmendar la falta. Para ello ha comenzado por prohibir todas las edificaciones fuera del casco urbano. Al mismo tiempo están muy avanzados los planes con el Ministerio de la Vivienda para la tan deseada reordenación urbanística con el trazado de una o dos grandes avenidas…”.
De tal forma se clausuraba el salto de la muralla y la consiguiente expansión urbana que había sido esgrimida sesenta años atrás como panacea del alojamiento popular. La construcción de los argumentos expuestos operaron un retorno intramuros, con las determinaciones municipales, olvidando las dificultades que originaría la propiedad del suelo, pero insistiendo en los valores visuales que debía sustentar la capitalidad de la provincia. La estrategia de la producción de espacio edificado operaba de esta forma una clausura, que esgrimida en aras de cierta racionalidad en el crecimiento urbano, otorgaba crecientes rentas de acumulación a los solares interiores. Así el primitivo polígono de la Granja que contemplaba el Plan de 1963, fue objeto de un Plan Parcial redactado por Julio Cano Lasso y Antonio Fernández Alba en 1963, con una propuesta de ordenación residencial de malla modular. El cambio de uso residencial a equipamiento público, forzaba al espacio intramuros en la producción de alojamiento. El polígono del Torreón, años más tarde, es presentado como la definitiva “solución total al problema de la vivienda” en base a una urbanización modernísima[8].
Pese a ello, en 1967, en el acto de entrega de 87 viviendas de la Cooperativa Cervantes, las palabras del Sr. Alcalde no dejan dudas del problema generado con la clausura de la construcción extramuros: “Ciudad Real está viviendo una época de remozamiento urbanístico, pero aún hay mucho por hacer. Todavía hay zonas urbanas en las que abundan las casas más parecidas a chabolas, zonas que son pura cochambre… Se están construyendo muchos edificios de vivienda para gente de clase media para arriba, pero aún hay pocas viviendas para gente de clase media para abajo. Y de estas viviendas sociales, que hacen falta con toda urgencia, se necesitan 4.000” [9] .La visión elocuente del plano urbano con la producción de alojamiento producido, entre 1943 y 1970[10], da buena cuenta de las estrategias espaciales seguidas. Desde la conquista de la periferia en grupos de promoción oficial, tanto del INV, como de la OSH, a la colmatación del centro de la mano de la promoción privada.
Si la implantación tipológica de la periferia operaría con tipologías de ‘Bloques abiertos en doble cirugía’, la ocupación sistematizada del centro se ejecutaría con tipologías densas de ‘Manzana cerrada’. El rendimiento edificatorio estaba dictado por la latitud de la calle, que otorgaba la altura a la edificación resultante. Razón por la que se produce el Plan de Alineaciones, tendente sistemáticamente a conferir más latitud a las calles, aun a costa de perder el trazado histórico de la ciudad, con la finalidad de producir más altura edificatoria. El contenido edificatorio que otorga el Plan Parcial del Casco dentro de Rondas (PPCR) de 1968 era susceptible, por tanto, de alojar hasta 90.000 personas. Funcionando tal razón proyectiva como justificación de una progresiva densificación edificada en zonas centrales; de forma que la tan necesaria renovación del viejo caserío que afeaba la población y dificultaba el tránsito de vehículos se aplazaría veinte años. En todo caso la apuesta de la producción del espacio estaba en marcha, se trataba de llegar ‘a la ética por la estética’[11], como fijó un lenguaraz edil del momento. Sin preguntar, claro está, de qué estética se trataba, para saber a qué ética llegaríamos.
[1] D. RAMIREZ MORALES, ‘Ciudad Real en los XXV años de paz’, Boletín de Información Municipal n.° 14 (1964).
C. LOPEZ PASTOR, ‘Asombrosa transformación de Ciudad Real en el aspecto urbano’, Boletín de Información Municipal n.° 14 (1964).
[2] J. M. MARTINEZ VAL, «Ciudad Real. Estudio geográfico y económico», Ciudad Real 1965, pág. 20.
[3] J. M. MARTINEZ VAL, Op. cit., pág. 161.
[4] J. TAMES ALARCON, «Actuación del INC 1939-1970», URBANISMO n.° 3 (1988), págs. 4 a 12.
[5] J. RIVERO SERRANO, «Lógica de la habitación», Mancha-Ciudad Real n.° 20 (1986), pág. 45.
[6] «Ley de régimen del suelo y ordenación urbana», Madrid 1966, págs. 18 y 19.
[7] J. GUTIERREZ ORTEGA, «Planificación de ciudades», Boletín de Información Municipal n.° 22 (1966).
[8] R. GONZALEZ DIAZ, «El polígono del Torreón del Alcázar», Boletín de Información Municipal n.° 26 (1967).
[9] Entrega de 87 viviendas», Boletín de Información Municipal, julio 1969.
[10] R. MALDONADO COCAT, «El polígono del Torreón del Alcázar», Boletín de Información Municipal n.° 41 (1973).
[11] «Manifestaciones del Presidente de la Comisión Municipal de Urbanismo», Hoja del lunes n.° Monográfico 4, enero de 1971.
Periferia sentimental
José Rivero
«Todavía hay zonas urbanas en las que abundan las casas más parecidas a chabolas, zonas que son pura cochambre… Se están construyendo muchos edificios de vivienda para gente de clase media para arriba, pero aún hay pocas viviendas para gente de clase media para abajo. Y de estas viviendas sociales.»
La frase es de 1967, pero muy aplicable a las «viviendas sociales» construidas desde la llegada de la democracia a la burbuja de 2008. Vamos!
En el mercado inmobiliario ha ocurrido igual que en el mercado financiero: la desregulación. Antes existía la Fiscalía de vivienda y la Cédula de habitabilidad. La liberalización no ha conducido, pese a lo que se pudiera presumir, a un incremento de la calidad del producto inmobiliario. Mucho menos efectivo es el mandato constitucional del artículo 47, sobre el derecho a la vivienda.
Pues sí, y aún a riesgo de estar Vigil ado, chapeau de nuevo!