Fermín Gassol Peco.- En China se han puesto de moda los alquileres de los llamados “apartamentos cápsula”, viviendas de dos metros cuadrados sin ventanas y con paredes de cartón piedra en los que cabe una cama individual, una mesita de noche en la cabecera y ni un alfiler más. Ideados para que pueda habitar en ellos solamente una persona, constituyen todo un éxito entre los jóvenes.
El inventor de estos cuchitriles dice que es la solución al exceso de población, pero me temo que se debe más bien, además de a un negocio, resultan muy baratos, a la filosofía del hombre moderno de vivir en soledad.
En un principio tampoco existían las ventanas porque no existían las paredes y menos aún las cerraduras. Todo se hacía a la vista de los demás con esa inocencia original que la humanidad mantenía. El planeta era una especie de inmensa sala donde los humanos compartían todo lo que sabían y tenían. Incluso cuando luchaban entre sí no existía la posibilidad de ocultarse ni encerrarse tras de nada que no fueran las oquedades o montañas. Pero un mal día alguien, algunos en algún lugar, pensaron que tenían algo que ocultar. Hoy son las paredes que hemos construido y las cerraduras que instalamos las que sirven para encerrar nuestros temores, diferencias, exclusividades y secretos.
No me gustan demasiado las paredes, reconozco que son necesarias para preservar la intimidad, pero nos dividen demasiado. Las paredes son como esos cuchillos afilados que sirven para cortar la realidad y la libertad dosificándolas en algo tan poco generoso como es la propiedad. Las cerraduras convierten el lugar en algo parecido a la celda de una cárcel más o menos confortable.
Las paredes empezaron por ser cobijo, pero eran paredes de carrizo, de hielo o de adobe. Se crearon como defensa del hombre ante las fieras e inclemencias del tiempo pero no significaban límites de nadie ni de nada. Hoy las utilizamos para trocear el aire y marcar las diferencias. Lugares inaccesibles llenos de cerraduras para evitar que los demás invadan nuestro espacio. Desde las que marcan los límites de las propiedades hasta las que demarcan la importancia del personaje que ocupa la estancia.
Los muros en la historia han significado muchas cosas. Separaron a países y ciudades, marcaron fortalezas y castillos, ocultaron lugares de miseria y sirvieron para aislar a los unos de los otros. Muros para dividir culturas y muros para no dejar entrar ni salir la libertad. Muros consentidos, aceptados, provocados y obligados para los que tampoco supieron respetar la libertad ajena. Hasta los cementerios se construyeron con paredes; gratuita y cruel necedad.
Hoy las paredes nos siguen dividiendo; se siguen erigiendo como inmensos muros entre aquellos que habitan un mismo espacio. Porque hoy las paredes no solamente se construyen con ladrillos. Hoy las paredes más que nunca se edifican con la piel de cada cual. Hoy el hombre, tiene más tabicado y más solitario el corazón. Por eso dicen los inquilinos de estos apartamentos cápsula de dos metros cuadrados que lo peor es el frío que se pasa en ellos. ¿Será acaso el frío…de la soledad?
Fermín yo me quiero hacer una casa, busco a gente para compartirla y quiero que tenga pocas paredes. El problema es que los arquitectos que conozco desde 1978 y que trabajan en la Carrera de San Jerónimo son incapaces de innovar, porque pierden poder.
Por otro lado, los constructores están conchabados con los arquitectos y, aunque tú te quieras saltar algunas instrucciones de los arquitectos, estos no te dejan.
Aún así, he intentado hablar con los albañiles y, estos te dicen que no, que ellos no pueden hacer nada, porque si el constructor se entera, los echa a la calle.
Al final he decidido hacérmela yo con mis manos, pero los arquitectos tienen tan bien amarrada la normativa que no soy capaz ni de tirar un taquibe, y mira que he ido con gente. Miles y miles en mareas de todos los colores.
Así las cosas, había pensado acampar en la Plaza Mayor, pero los arquitectos han mandado a un albañil que me ha dicho que si le miro o le grabo, me mete en la cárcel.
Cómo está esto de la construcción, vaya un mundo raro….
Eso sí, a los arquitectos también se les caen los edificios, mira cómo está el centro de Ciudad Real…
Buen fin de semana.
Buena parábola Blisterr sobre este mundo raro y caro de la construcción en nuestro país. Por cierto, acabo de pasar por la Plaza de Cervantes…y ahí andan con el edificio de Charo…a martillazo…más o menos limpio. Buen fin de semana también para tí.
¡¡Y tanta parábola!!
Estamos en manos de los masones.(Albañiles en francés…)
¿Habeis visto CUBE?
No se si tendrá que ver con el tema de la soledad, el ansia de libertad y la lucha por conseguirla aunque no sea por caminos muy ortodoxos…
Sé de su existencia, pero no la he visto. Sí, tiene cabida en lo quiero decir.
Y sabrás Luis Mario que Cube, es también un modelo de bicicleta…por lo cuál me has despistado en principio.
Otra cosa…tienes empantanada la Plaza del Pilar, tío…