Accem y Fundación Cepaim.- Este verano fue Lampedusa, hoy es Ceuta. La situación que se repite incesantemente es la misma, personas procedentes del continente africano que quieren traspasar la frontera que les puede abrir camino hacia una vida mejor. Sin embargo encuentran la muerte como final de su trayectoria migratoria. Las últimas noticias nos confirman que han sido trece las personas que han perdido la vida intentando pasar de Marruecos a España, atravesando a nado la frontera por la playa del Tarajal.
Desde las organizaciones sociales Accem y Fundación Cepaim, vocales del Foro para la Integración Social de los Inmigrantes queremos, en primer lugar, hacer público nuestro sentir y pesar por estas muertes.
Ambas organizaciones entendemos que las políticas de regulación y control de los flujos migratorios han de llevarse a cabo en el marco de las políticas comunitarias y estatales de inmigración y en el marco de la aplicación y reconocimiento de los derechos humanos que inspiran y sustentan a los sistemas democráticos. Consideramos que el trato que ha de darse a las personas inmigrantes con independencia de su situación jurídico-administrativa ha de estar regido por el estricto cumplimiento de la legislación vigente nacional e internacional.
Partimos de estas premisas pero consideramos que hemos de transmitir a la sociedad y a los gobiernos algunas consideraciones que contribuirán a evitar las causas que están en el origen de estas terribles situaciones.
Recomendamos que se eviten prácticas como las devoluciones de los denominados inmigrantes irregulares que no reúnan las condiciones establecidas para su expulsión, el hacinamiento en los CETIS o el ingreso en los CIES de personas extranjeras sin antecedentes penales que, además de ser de dudosa legalidad, atentan contra la dignidad de las personas y generan situaciones de desesperación que pueden dar lugar a hechos como los que hoy estamos lamentando.
Recomendamos, así mismo, que las autoridades responsables se impliquen en colaboración con las organizaciones sociales en la correcta aplicación de las garantías de asistencia jurídica, acceso a la protección internacional y a la posibilidad de incorporación a los recursos de integración establecidos por la Ley.
Debemos tener presente que hay coincidencia entre las distintas fuentes sobre la presencia de más de un millar de personas que malviven en los alrededores de la frontera entre Marruecos y España, entre África y Europa, esperando tener la ocasión de finalizar con éxito el camino que iniciaron buscando un futuro mejor. La necesaria aplicación de la legalidad no puede ser incompatible con el deber de socorro, ni con el respeto a la dignidad, a la vida y a los derechos humanos de estas personas.
Ante estas nuevas muertes, y esta vez, con más carga de tragedia, de desesperación y de injusticia si cabe, pedimos la apertura inmediata de una investigación que aclare las causas y las condiciones en las que se han producido estas muertes. Lamentablemente volvemos, hoy en Ceuta, a recordar la palabra que más se oyó en Lampedusa: “vergüenza”.