Inés M. Militante del Partido del Trabajo Democrático.- En los tiempos de crisis que vivimos, son los sectores sociales más desfavorecidos los que sufren los golpes más duros. Son muchos los ejemplos que podemos nombrar de la cantidad de reformas que se han venido dando a lo largo de este año, la reforma laboral, la ley Wert, la privatización de la sanidad en Madrid… Así hasta terminar con el anuncio del Anteproyecto de Reforma de la Ley del aborto.
Estos últimos meses y con él se vuelve al sistema de ‘supuestos’ de 1985. Pero en este caso sólo se contemplan dos supuestos muy concretos y acreditados por un médico: el peligro para la salud física o psíquica de la madre, que tendrá que ser certificado por dos médicos, o que el embarazo sea fruto de un delito contra la libertad sexual, previa denuncia, dentro de las 22 primeras semanas de gestación. La excepción se daría cuando existiese algún peligro vital para la madre.
Cierto es que a día de hoy el Ministro se ha pronunciado en que no habrá penas de cárcel para las mujeres que se arriesguen a interrumpir su embarazo, como en la ley del 85 o con la ley franquista de ‘Protección de la natalidad’. Pero aun así debemos denunciar las pésimas consecuencias que traerá dicha ley para el conjunto de la sociedad y sobre todo para las mujeres en particular. Este hecho no solo supone un retroceso en cuanto a la ley de ‘plazos’ del 2010 (la cual aunque despenalizaba el aborto no garantizaba la asistencia en el sistema público de salud) sino también un retroceso en los derechos conquistados por las mujeres en cuanto a la toma de decisiones sobre sus cuerpos y sus vidas.
Con esta ley se volverán a hacer notables las diferencias entre unos y otros, como ya pasaba con las anteriores leyes respecto al aborto. Aunque se discrimina a todas las mujeres en su conjunto no se hace con todas por igual. Aquellas mujeres que tengan cierto poder adquisitivo y que provengan de los sectores más acaudalados de la sociedad podrán costearse un viaje a Londres o a Holanda (países de la UE en los cuales está legalizado el aborto) o un médico privado, que les garantice cuanto menos un aborto no libre pero si seguro. Sin embargo aquellas mujeres de extracción trabajadora, la gran mayoría, no se podrán costear ninguna de las dos opciones. Se verán así obligadas a cumplir una función reproductora impuesta o abocadas a la clandestinidad con todos los peligros que ello supone para su integridad tanto física como mental.
Esto no es un hecho aislado, viene enmarcado dentro de una oleada de recortes y reformas, de las cuales siempre se benefician los mismos, una minoría, mientras la mayoría trabajadora sufre las consecuencias. Esta ley no deja de ser un ejemplo de cómo el sistema patriarcal y el capitalismo están en total simbiosis, por la cual se retroalimentan el uno al otro y se benefician mutuamente. Así se les asesta un duro golpe a las mujeres en cuanto a sus derechos reproductivos, excluyéndolas cada vez más de la atención sanitaria en el caso de que, por sus motivos más que sobrados, decidiesen interrumpir su embarazo.
Por todo esto pensamos que el sistema público de salud (ése que ahora mismo están destruyendo) debería garantizar:
-Protección y asistencia, tanto a nivel físico como psicológico, a todas aquellas mujeres que se encuentren en situación de interrumpir su embarazo en todos los supuestos.
-Un aborto libre, seguro y gratuito. Libre para así primero garantizar que la responsabilidad de tomar la decisión de abortar sea exclusivamente de la mujer, que ésta no se vea cohibida por la opinión moral de un facultativo médico, que pueda decidir sobre su cuerpo y su vida contando siempre con información objetiva por parte de los especialistas. Seguro a fin de proteger la integridad tanto física como psíquica de la mujer. Y gratuito para la amplia mayoría de mujeres trabajadoras que no se puedan costear una clínica privada para poder proteger su propia integridad.
-Métodos anticonceptivos accesibles para todos y todas, además de gratuitos.
-Información completa acerca de todo lo relativo a las relaciones sexuales (métodos anticonceptivos, aborto, enfermedades de transmisión sexual…) a la sociedad en su conjunto, ya que las relaciones no sólo dependen de las mujeres, para que así se puedan ir eliminando ciertos tabúes y roles de género propiciados por el sistema patriarcal.
¡Qué sus beneficios y sus dogmas arcaicos no pesen más que nuestros derechos como mujeres!