Woody Allen ya no es el champán con el que le damos la bienvenida al nuevo año. Es la copa de media hora después. Esa que ya no tiene burbujas y en la que su chispeante promesa de frescor quedó tan lejana como la añorada mujer de Fa.
Para saber qué opino de la película vayan, por favor, al siguiente párrafo.
Blue Jasmine es una mentira. Ni es un drama, ni una tragedia. Tampoco una comedia. Ni…¿Qué es? Una película mediocre. Y que conste que yo soy alleniano.
Woody se acerca al drama con el histrionismo de la comedia. Zigzaguea con los sentimientos sin terminar de posarse en ninguno de ellos. Por eso la película no emociona. Muestra el dolor con una levedad que lo hace no conmover. Y eso es tan artificioso como ver en Sálvame una tertulia literaria. Sigamos.
En esta reseña no voy a hablar de los actores. Sí de la actriz. De esa belleza de piel blanca y ademanes aristocráticos llamada Cate Blanchett. Woody Allen se pregunta:«¿Existe el Infierno? ¿Existe Dios? ¿Resucitaremos después de la muerte? Ah, no olvidemos lo más importante: ¿Habrá mujeres allí?». Mientras busca las respuestas, se rodea de una de esas que han nacido para hacer del arte de mover las piernas hacia delante poesía en movimiento. Ella no anda, levita. Y no mira, subyuga. Bueno, he de dejarlo aquí. Mi mujer acaba de entrar en el despacho.
La música, como siempre en el director y melómano, no defrauda. Ya desde el comienzo, cuando las agudas trompetas juegan con los graves trombones, uno de nuestros sentidos se aguza para deleitarse. Después, la melódica Blue Moon, aún recuerdo qué sensualmente la cantaba Julia Otero, adereza la partitura poniendo una dulzura que no tienen los instrumentos que coronaron a Armstrong y Miller.
Posdata: Ya saben que las tres grandes obsesiones de Allen son el psicoanálisis, el sexo y la muerte. Fijemos con ligereza nuestros pensamientos en ellas. Sobre el psicoanálisis solo puedo decir lo que me contó una amiga. El psicoanalista le dijo que en la siguiente sesión trabajarían con el inconsciente. Y ella le contestó que a su marido le era muy difícil acudir a la consulta. Sobre el sexo…estoy casado. Ustedes ya me entienden. Y sobre la muerte, dejemos que sean las palabras de Woody las que se pronuncien: «Prefiero que me incineren a que me sepulten y ambas cosas a un fin de semana con mi mujer».
Silencio, ¡se rueda!
José Manuel Campillo
www.vienafindesiglo.blogspot.com
El problema de W.A. ,de un tiempo a esta parte, es la obligación de la ‘película anual’, caiga quien caiga y caiga lo que caiga. Basándose en sus ajustadas producciones, nadie, ni JAck Rolling su productor de toda la vida, ni Jaume Roures el último de Filipinas siquiera, le discuten una muesca más en la culata del revolver.
Por todo lo cual, resulta previsible y anticipable en sus manias y obsesiones. Y en sus películas, No sólo el psicoanális, el sexo y la muerte, cxomo dice JMC. También el cine de sus dos referencias, Bergamn y Fellini; el judaísmo de las clases alta americanas y su tendencia al ombligismo.
Con W.A., de un tiempo a esta parte, pasa como con Pedro Almódovar: sólo admiten partidarios o detractores. No hay término medio. Como en el evnagelio.
No he visto sus últimas pel´cilas ; soy más bien de las «clásicas». Me encanta W.A. y he de admitir que una de locas que me gustan de Woddy es curiosamente, la voz de quien le dobla, esa voz que ke hace especial y que si fuera otra persona después de tantas películas, a lo peor dejaba de gustarme.
Intentaré ver alguno de sus últimos inventos para poder opinar.
CORRECCION!!!
No he visto sus últimas películas; soy más bien de las “clásicas”. Me encanta W.A. y he de admitir que una de locas que me gustan de Woody es curiosamente, la voz de quien le dobla, esa voz que hace especial y que si fuera otra persona después de tantas películas, a lo peor dejaba de gustarme.
Intentaré ver alguno de sus últimos inventos para poder opinar.
Iba a decir algo parecido a Rivero, así que no me reitero (lo del pareado ha sido inconsciente o sub, que llevo una temporadita rimera que no me deja remar en la prosa) Y, como siempre, ese humor casi sarcástico en la coda final. Aún me estoy riendo.
Las bellezas aristocráticas, José Manuel, te perderán tanto como a W.A. los paseos cinematográficos por Europa. Leerte provoca el dulce mareo del primer whisky a los 17… en deliciosa compañía.
Un saludo.
Hola:
A/Rivero: Totalmente de acuerdo. Es imposible hacer una buena película por año.
A/ Luis Mario: Te recomiendo «Medianoche en París». De las últimas, es la mejor.
A/Valero: Para que tú no remes en la prosa, ya tiene que ser grande la tormenta.
A/Carmen: ¡Ay, quién pudiera volver a los 17 y saborear ese bien acompañado Whisky! Un agradecido saludo.