Fermín Gassol Peco.- Para el hombre de la calle aquí hay algo que no cuadra. ¿Cómo es posible que en un estado de derecho unos cuantos asesinos estén logrando con sus milimétricos y mezquinos gestos copar la atención de las primeras páginas de noticias y diarios?
Porque estamos como estábamos; ante unos delincuentes que siguen convencidos de que matar ha sido una estrategia necesaria, dicen ahora que dolorosa, para intentar conseguir sus aldeanos objetivos de independencia. Si acaso más envalentonados, exigiendo derechos a un Estado que nunca ha sabido tratar el tema del terrorismo con la firmeza que este problema requería.
Así de triste, pero así de real. Así de triste, porque los que ahora piden derechos optaron por un infame entramado empapado de sangre en aras de un objetivo tan arcaico como inviable. Y así de real porque a lo único que han renunciado de momento ha sido a derramar más sangre inocente; que de mover ficha ideológica, pues ustedes deducirán: “El arrepentimiento no es más que una vía diseñada para la destrucción de la persona y el militante. Y por eso la criticamos y la repudiamos”. Son las conclusiones del último debate interno del colectivo de presos de ETA.
Lo que el ciudadano de a pié está percibiendo es que los sucesivos gobiernos están claudicando, no sabemos en base a qué. Que mientras dicen censurar de una manera tajante hechos como el de Durango…se precipiten después en poner en libertad a esos mismos que ahora piden…lo que les viene en gana. Que los tiempos parecen seguir marcándolos estos delincuentes manchados de sangre, algunos de mucha sangre, que se han beneficiado curiosamente de la bondad de una democracia que aún sigue acomplejada a la hora de ejercer la justicia sobre ellos.
Y es que ya hemos visto de manera reiterada que de arrepentimiento “rien de rien”. Porque el acto de arrepentimiento viene acompañado siempre con la consiguiente petición de perdón. Y para que pueda ser creíble cuando se trata de casos con trascendencia pública como son sin duda éstos, han de ir acompañados por signos externos, positivos y evidentes. El arrepentimiento conlleva el descubrimiento mental de la gravedad del hecho cometido, la intención de restituir el daño y la demostración externa y fehaciente de ese arrepentimiento, es decir restituyendo públicamente la honra, los bienes o cualquier otro bien o derecho atacado. Es decir…contribuir de una manera activa en la reconstrucción de aquello que se destruyó.
Y es aquí donde viene la gran pregunta: ¿Cómo se restituye la vida? Porque, cuando alguien muere…deja de existir, y quien ya no existe…no puede realizar acto alguno, ni bueno ni malo. Esta es la radical diferencia que hay entre asesinar y otro acto delictivo. Y no quiero referirme a si los muertos perdonan desde el cielo, en un acto de suma santidad y caridad cristiana, no. Me refiero a que esa actitud tan elevada solamente pueden llegar a tenerla los que permanecen vivos en este mundo; que Miguel Ángel Blanco y tantos otros, desgraciadamente… ya no están entre nosotros y por lo tanto aunque quisieran, ya no pueden perdonar. El acto de Durango es la consecuencia de no haber querido llamar a las cosas por su nombre y a los asesinos, asesinos, así sin más…sin apellidos. Que la política en democracia, aún en los supuestos más difíciles…es otra cosa para nada semejante a lo que estos individuos han ejercido.
Sr. Gassol, dice usted que lo que el ciudadano de a pie está percibiendo es que los sucesivos gobiernos están claudicando.
Con todo respeto, le diré que eso no es cierto. Todas las personas de bien, todas, incluidas los miembros de lo sucesivos gobiernos democráticos de España, han repudiado siempre la violencia y el terrorismo.
Usted preferiría, probablemente, no ver las caras de los etarras en ningún medio de comunicación. A mí, sinceramente,poder ver esas caras envejecidas y amargadas, no me parece que sea el resultado de la claudicación de nadie, sólo de su propio fracaso.
Los gobiernos tienen que actuar con responsabilidad y con sometimiento a lay. La ley está por encima de las opiniones. Y si los movimientos de los gobiernos, de todos, y todos responsablemente, algo de lo que estoy convencido: PP, PSOE y PNV van en la dirección de acabar con el terrorismo sin claudicar, yo estaré siempre a favor.
El dolor de las víctimas será inmenso y mi comprensión del mismo todo lo grande que quepa, pero no seré yo quien me ponga de un lado u otro para determinar como se les puede compensar.
Recuerde, sr. Gassol,que en todas las injusticias del mundo, guerras incluidas y, entre otras, nuestra guerra civil, quedan abandonadas víctimas por las cunetas de la historia. Y sus deudos siempre sufrirán más. Mi solidaridad siempre, la recuperación de sus cuerpos cuando sea posible y de su historia y memoria personal es obligado, pero la justicia aplicable es la de todos en un estado democrático.
Reconozco que su artículo es bienintencionado, pero comprenderá usted que no todo puede ser como usted piensa que debe ser.
Estoy de acuerdo en que la ley ha puesto en la calle a esta gentuza y hay que respetarlo, tiempo han tenido de poner la cadena perpetua y al final a todos los gobiernos se les ha encogido la mano. Por otro lado me gustaría leer la opinión de la Sra. Soanez sobre las declaraciones del diputado de IU, el Sr. Garzón; tildando a las víctimas de ultras y al Gobierno de odiar a estos asesinos.
«Reconozco que su artículo es bienintencionado, pero comprenderá usted que no todo puede ser como usted piensa que debe ser».
Por supuesto, anónimo forero, por supuesto y gracias por su visión. Un saludo.