Eusebio Gª del Castillo Jerez.– La casa de la Monstrua Interanacional de Arte Oblicuo cerró sus puertas a principios de verano. Se fueron de puntillas, en silencio, como buenos gatos. La asociación que da cuerpo jurídico a este proyecto cultural sigue en activo, a la espera de que reviva el espíritu de la MIAO. «Estamos dándonos un descanso -asegura Ana Ortega Torres-; ha sido un año muy duro, con eventos semanales, y ahora necesitamos encontrar una nueva forma de hacer las cosas».
El 24 de Julio de 2007 un grupo de amigos se reunieron por primera vez en la calle Manifiesto nº 10 de Manzanares para proyectar “Cinema Paradiso”. Tras disfrutar de la película de de Giuseppe Tornatore decidieron que aquél era un buen lugar para organizar un cineclub. Posteriormente surgió la idea de realizar una exposición y buscando un título para esa futura muestra encontraron un nombre para el colectivo: Monstrua Interanacional de Arte Oblicuo.
«Monstrua porque iba a ser una mostra, como la de Venecia -explica Ana Ortega Torres-, con mucho glamur pero también una monstrua que iba creciendo… y nos hacía gracia el juego de palabras. Nacional se nos quedaba corto; internacional nos sonaba a poco también; intergaláctica era pasarse; así que Interanacional, porque nos importan un comino las banderas y los países, nos importan las personas. Arte Oblicuo porque el arte puede tener muchas formas, muchas direcciones… porque se nos fue un poco la pinza… quién sabe de dónde salió esta parte…pero nos ha venido bien porque todo lo que se ha ido haciendo aquí ha sido en cierta forma un poco oblicuo, transversal…».
«Si en ese momento nos llegan a contar lo que iba a ser la Monstrua, o la MIAO, como la llamamos familiarmente, nos habríamos quedado con la boca abierta», asegura. Y no es para menos, porque, a lo largo de estos años, en la casa de la Monstrua se han proyectado alrededor de 340 películas, se han celebrado 60 conciertos de música y 18 exposiciones -de pintura, escultura, fotografía y otras disciplinas artísticas-, además de presentaciones de libros, representaciones teatrales, charlas, coloquios, ciclos de cine y, por supuesto, fiestas.
La MIAO está compuesta por un grupo de entre diez y quince personas, a las que habría que sumar a los colaboradores que, con carácter puntual, echan un cable para todo lo que el proyecto requiera. Nació como un colectivo cultural autogestionado, financiado con la aportación de cuotas que de sus miembros, así como con ingresos provenientes de los diferentes actos que organizaba, bien a través del servicio de barra de bar o de aportaciones del público.
«En los dos últimos años se creó la asociación de la MIAO y, aunque en un par de ocasiones y para la realización de actividades muy concretas se solicitó algún tipo de subvención, nunca hemos recibido ni un solo euro de manos de las administraciones públicas (excepto los carteles gratuitos que proporciona la Diputación de Ciudad Real a todas las asociaciones)», aclara Ana Ortega Torres. Las relaciones de la MIAO con el Ayuntamiento de Manzanares han sido «correctas». «Cuando hemos necesitado utilizar algún espacio público o realizar alguna actividad que requiriera consentimiento del Ayuntamiento no hemos tenido ningún impedimento, pero ayuda no hemos recibido, ni en forma de subvenciones, ni en locales cuando hemos dejado la casa», explica.
En cuanto al cierre de la MIAO, el principal motivo ha sido el económico. «Al inicio de esta aventura, la casa donde se encontraba la MIAO nos la cedían gratuitamente. Nosotros nos hacíamos cargo de los gastos de luz y del mantenimiento; hasta 2011, cuando nos convertimos en asociación y asumimos el coste del alquiler. Tras dos años de actividades, de abrir el bar de la Monstrua los fines de semana y de buscar nuevas formas de autofinanciarnos, no hemos podido superar el reto de cubrir gastos y, simplemente, continuar ha sido inviable económicamente», reconoce Ana Ortega Torres.
La asociación continúa activa pero el futuro de la MIAO está en el aire. «No sabemos cómo se presentará, ni si seguiremos realizando actividades. Personalmente, creo que al perder nuestra casa hemos perdido algo más que un espacio, y va a ser difícil que las cosas se mantengan como hasta ahora. Aunque confiamos en continuar de algún modo».
Tras el cierre de la Casa de la Monstrua, Ana Ortega Torres considera que, para el colectivo, comienza una nueva etapa, «pero el espíritu de la MIAO seguirá vagando por los rincones de Manzanares, con el objetivo por el cual surgió: hacer que todo el mundo pueda acercarse a la cultura, en todas sus vertientes, de forma gratuita, participativa, con un proyecto donde no hay cabecillas ni presidentes, donde el dinero se suple con imaginación y trabajo, y demostrando que es posible conseguir mucho con muy poco».
UNA CASA
(En recuerdo y homenaje a La Monstrua)
Una casa se construye de sueños y de adobe
y se cubre con tejas que atrapan el rocío
y los parpadeos leves de las estrellas.
Se cimienta la casa
sobre presencias remotas que fueron
y elevan sus paredes
con el afán supremo de la enredadera y de la rosa.
Luego vienen los hombres con su cansancio
a conversar con el silencio de las paredes,
con el claro despertar de las ventanas.
Algún pájaro, quizá,
se cuele despistado y se quede durmiendo
en las cortinas,
haciendo con sus plumas un encaje poético del silencio.
También está la muerte.
Ella siempre llega en puntillas,
poniendo sus huevos en los ojos de quien duerme,
en las manos tibias de las madres cuando amasan
o cuando limpian los vasos olvidados en las mesas…
No vivimos en casas;
las casas viven en nosotros.
Y vivirán más, aunque se hundan.
Teo Serna.
Fenomenal iniciativa y excepcionales personas las que colaboraban en La Monstrua asiduamente. Un saludo para todos ellos desde Inglaterra.