Tiempo y lugar para una Plaza Mayor

La arquitectura tiene necesariamente un tiempo y un lugar y cuando se proyecta adecuadamente sabe responder a las exigencias de los dos. El lugar establece condicionantes definidos por elementos físicos como la topografía, las situaciones climáticas, las prácticas constructivas, pero también condicionantes establecidos por las formas culturales de ese espacio. El tiempo pide adecuaciones a las formas culturales del momento a los conocimientos técnicos y a las exigencias funcionales de la época.

El antiguo Ayuntamiento de Ciudad Real, cuya imagen conocemos hasta mediados del siglo XX, se construyó en el siglo XIX. Cuando en 1860 se solicita al arquitecto provincial Cirilo Vara un presupuesto de las reparaciones necesarias en las Casas Consistoriales de la ciudad, este elabora un informe en el que valora las obras de reparación necesarias en 2.158 reales además de los arreglos necesarios de los arcos y de la planta baja del pósito. Dada la importancia de la reparación a realizar y el mal estado de conservación del antiguo edificio, se encarga un proyecto de nueva planta que se decide ubicar en el lugar del antiguo pósito.

Cirilo Vara proyectó un edificio historicista con decoraciones del gusto de la época, con una fachada simétrica que dejaba un paso bajo dos arcos a ambos laterales. Una torre central, con escalinatas en su planta baja en la zona central y el balcón de la Alcaldía presidiendo la planta primera. Un edificio que quiere simbolizar la importancia de la institución en un entorno de casas humildes de reducida altura que rodean la planta rectangular de la plaza en sus dos lados más largos. El alcalde de la ciudad Agustín Salido puso la primera piedra de las obras en enero de 1868 y de la construcción se encargaría el constructor Joaquín Casado. Las obras con un incremento de su coste del 14% se terminaban un año después y se recibían en enero de 1869. En doce meses se habían culminado las actuaciones de la nueva construcción.

Desde esa etapa inicial la plaza irá experimentando cambios muy diversos. Las viviendas de los laterales con problemas de construcción y de difícil adecuación a los nuevos requerimientos funcionales van poco a poco desapareciendo con nuevas definiciones de estilos y formas. Y cien años después de haberse construido el edificio municipal, en 1968, el edificio diseñado por Cirilo Vara se declara en ruina. La Corporación municipal acuerda que se construya un nuevo edificio procurando que “mantenga el estilo castellano” decía el acuerdo municipal. En 1970 obviando el concurso previsto para su diseño se encarga el proyecto de nuevo ayuntamiento al arquitecto Fernando Higueras.

Higueras es un arquitecto de soluciones enérgicas con una carga expresiva importante, que utiliza el hormigón blanco visto en sus fachadas, con especial maestría.  El edificio que proyecta para el Centro del Patrimonio Histórico en Madrid es una excelente muestra de ello y superados los procesos de definición de usos y encarecimiento de la obra queda como un referente en su posición aislada al pie de la Ciudad Universitaria de Madrid. Los grupos de viviendas del Paseo de la Castellana o los de la Glorieta de San Bernardo (1975) son buenas muestras de su calidad proyectual. El Ayuntamiento de Ciudad Real estaba ya muy avanzado en su construcción en 1975 y por decisión municipal pretendía forzar al cambio de la plaza adecuándose a su estilo. Un ayuntamiento construido con una calidad de ejecución singular con un cuidado especial de los hormigones y sus encofrados. Un edificio, sin embargo, fuera de lugar por su escala, su relación con lo existente y sus condiciones urbanas y funcionales. Asplund decía que es más importante seguir el estilo del lugar que el del tiempo. Y el edificio de Higueras está fuera de lugar.

Espacios
Diego Peris Sánchez