Multimedia.- “A correr y a disfrutar para despedir el año y dar la bienvenida al nuevo 2014”. Con estas palabras se dieron las 2 salidas, infantil y senior, de la San Silvestre de Torralba de Calatrava, que corrieron 300 atletas disfrazados de la provincia en un buen ambiente increíble, y que al terminar tenían torrijas y mandarinas como regalo para fortalecerse. En la prueba se entregó un cheque simbólico del dinero recogido en la inscripción para ayudar a familias necesitadas con dotes de alimentos, verdadero fin de la San Silvestre, a la alcaldesa Teresa González y la concejal de Servicios Sociales, Rosa González.
Torralba de Calatrava se convirtió este mediodía en todo un alarde de imaginación de corredores populares de la provincia. Había disfraces de payasos, toreros de ficción y otros de verdad (como el diestro de Daimiel, Luis Miguel Vázquez, que lo hizo sin disfraz), “guardiaciviles”, brujas, dráculas, pastores con ovejitas, duendes, cubos Kubrik Papás y Mamás Noeles, cajas de regalo, conejitos, chinos mandarines con dragón incluido integrado por varios atletas, indios, galletas María y dulces, faralaes, la abuela del Visillo, coches escoba, médicos y sanitarios, abejas, vacas, y por haber hasta hubo una fallera con paella incluida.
¿Corrió “Melendi”?
En esta imaginativa localidad castellano-manchega también pudimos ver gnomos, piratas, emoticonos, alemanes cerveceros, pollos, caperucitas rojas, marineros, moros, cruzados, reyes, cartas de juegos de mesa, Shrek, etc, y hasta hubo varios que aprovecharon para sacar el perro a pasear, y asegurar no sólo que había visto a Melendi corriendo sino que corría para ayudar a familias necesitadas “y por la torrija final”.
Aunque no había premios, sino regalos, al final la prueba senior la ganaron dos moraleños disfrazados de Ninja y Papá Noel: Lorenzo González Piña y David Huertas Trujillo, que se fueron directos a las torrijas que la madre de Angel Senen, coordinador de la prueba, había elaborado para la ocasión.
Los atletas seniors recorrieron 4,4 kilómetros en un circuito marcado que tiene salida y meta en la plaza de la Villa (la del Ayuntamiento), y los infantiles entre 450 y 900 metros, según elección. Después de la carrera además de torrijas y mandarinas, hubo gachas, migas y cerveza para todos los participantes repartidos en diversos bares céntricos.