Extinguido ya casi el año conmemorativo del cincuentenario del Porsche 911, nos adentraremos en el mismo registro de longevidad para el Ford Mustang, o Mustang a secas, coches ambos que han traspasado los límites asignados al mito moderno.
Porsche 911
El modelo en torno al cual se cimentó y desarrolló el prestigio de la marca de Stuttgart, la leyenda de la familia que la fundó y los sueños de miles de seres humanos que, al poseerlo, traspasaron sus propios sueños. Nacido como 901 en el Salón de Frankfurt de Septiembre ’63, pronto hubo de abandonarse esa nomenclatura por la demanda de Peugeot, lo que obligó a la definitiva y exitosa 911 (nueve once dixit) desde Noviembre de 1964. 
Ochocientas veinte mil unidades del deportivo más vendido de la historia que ha disfrutado de, al menos cuarenta y cinco “restilyng” (lavado de cara, decimos por aquí) que no han variado esencialmente esa línea fácil y casi “cincuentera” de sus orígenes, debida a la inventiva de “Butzi” Porsche (nieto del fundador de la compañía) y Erwin Komenda, diseñador de prestigio en Mercedes que, antes de la 2ª Guerra Mundial se había integrado ya en el equipo técnico de Ferry Porsche. Komenda fue el diseñador, además de muchos Porsche y variantes del 911, del escudo de la marca. Con la base del motor boxer de seis cilindros, trasero, refrigerado por aire el coche empezó en los tableros de dibujo como un sedán, si bien pronto se optó por la línea “coupé” 2+2 y trasera fast-back que tanto éxito tuvo posteriormente. 
Siete generaciones del 911 han ido recibiendo, no obstante, códigos diferenciadores dentro de la marca (930, 993,991…) que no han alterado la percepción que el público ha tenido siempre del modelo, percepción acrecentada al alza tras los triunfos en competiciones tanto de circuito (Le Mans, Daytona, etc.) como en rallies y raids, eso sin contar con que su motor sirvió de base para toda una estructura motorística que llevó a Porsche hasta la mismísima F-1. Ninguna de estas peripecias hubiera sido posible sin la base del “nueve once” y su adaptación los momentos de la industria: a medida que el modelo se reforzaba en versiones más potentes, su público se fue haciendo cada vez más selecto y el vehículo hubo de “adelgazarse” para consumos masivos. 
Porsche lanzó el 912 con menor cilindrada y aspiraciones, sustituido por el 914 en 1969, coche denostado en general, pero con una excelente acogida, sobre todo en el mercado USA. Para el cincuentenario del 911, Porsche no reparó en gastos y dedicó prácticamente todo su Museo de Stuttgart al emblemático modelo, lo que ha generado más de cuatrocientas mil visitas con más de un 35% de extranjeros entre los asistentes. Ahora, y hasta Marzo de 2014 la muestra se extiende a los sesenta años en el deporte de la propia marca que jamás podrá entenderse si su “perla cincuentona”.
Ford Mustang
Es el nombre que reciben los caballos salvajes norteamericanos (cimarrones, llevados por los españoles) traducidos como “mesteños”, era tal su origen castellano-árabe. Sin embargo, como todos sabemos, es la feliz denominación del deportivo de Ford que llegará a los cincuenta años de vida en 2014 y que, para celebrarlo, ya ha lanzado un modelo especial que arribará al viejo continente muy pronto.
Puesto en el mercado en Abril de 1964 (casi al unísono de su compañero en esta página), el Mustang había nacido como heredero del Ford Falcon del que básicamente era una versión, sin embargo pronto adquirió su propia personalidad, marcando desde entonces su territorio. En los primeros sesenta, Ford tenía agotada prácticamente su gama Thunderbird (T-Birds para iniciados) y el “Rey Corvette” seguía siendo el deportivo americano por excelencia lo que llevó a los ejecutivos de Ford a plantear la creación de un vehículo, no tan grande como las habituales dimensiones americanas, pero del marcado gusto deportivo y habitabilidad que son patente-USA. Capó delantero generoso, capacidad para cuatro/cinco adultos todo ello con dos puertas, capó trasero cortito y abultadas plantas motrices de V6 y V8. Todo ello acabó creando una nueva denominación de coches en Estados Unidos, los “pony cars”, en la que Mustang lideraba una carrera frenética sobre el Javelin de AMC, el Camaro de Chevrolet, el Dodge Challenger, el Plymouth Barracuda y, por qué no decirlo, influenciar notablemente a modelos allende los océanos como el Ford Capri y el Toyota Celica, claro está hablamos de los sesenta-setenta y aquel matrimonio bien avenido entre cine y coches que tuvo su primer gran flechazo en la inolvidable “Bullit” (Peter Yates, 1968) con aquella frenética persecución de Steve McQueen (Mustang GT-390) sobre dos asesinos a sueldo (Dodge Charger RT) por las calles de San Francisco que incluso generó una versión específica en 2001 con el característico sonido del coche de la “peli”. 
Ventas exitosas casi desde su inicio, versiones cada vez más potentes y capaces en la línea de los “muscle cars” americanos (otra terminología de la que Mustang fue pionero), cinco generaciones de modelos y un atractivo por encima de edades le han llevado hasta estos primeros cincuenta años que no han hecho sino empezar (recordad que se celebran en 2014) y que tendremos tiempo de saborear convenientemente.
Juanma Núñez
