Cuando hablamos de patrimonio histórico nos referimos, en muchas ocasiones, a ese patrimonio con siglos de historia que por su temporalidad se considera como histórico y por ello también valioso. Pero hay una arquitectura más cercana, más próxima en el tiempo que tiene valores que merece la pena conservar. A veces hay edificios antiguos cuyo valor es muy relativo y que con el proceso natural de las ciudades desaparecerán para dejar su lugar a nuevas construcciones.
Uno de los edificios construidos en el siglo XX y con valores arquitectónicos que demandan su conservación y mantenimiento es el conocido como “Casa de la Radio” de Ciudad Real, construido en 1932. Una construcción que ocupa una posición singular en la esquina de las calles Postas y Alarcos que forman un ángulo agudo entre ambas que define la geometría de la planta del edificio. Un edificio valorado por tres factores esenciales: su ubicación urbana, la composición de sus fachadas y su organización y acabados interiores.
El edificio ocupa una posición en esquina de las calles Postas y Alarcos que forman entre sí un ángulo agudo y que el proyecto aprovecha de forma magistral. El espacio urbano en el que se proyecta la casa tiene dos fachadas a dos calles de diferente tratamiento: la calle Alarcos, eje de la ciudad que une la plaza del Pilar con el acceso al parque de Gasset y la calle Postas que comienza en un ámbito abierto donde se localiza la Delegación de Sanidad y sigue hasta la zona donde se ubica el Mercado Municipal. Si estas dos calles son significativas, probablemente más los sea el hecho de que en la confluencia de ambas y en la continuación de la calle Alarcos hasta el parque de Gasset se produce un ensanchamiento de la calle estableciendo una comunicación visual que comunica este punto con el acceso al Parque de Gasset. El edificio ocupa una posición privilegiada en la ciudad y su arquitectura responde a esta ubicación singular.
El planteamiento racionalista del arquitecto José Arias se plantea en las dos fachadas a las calles Alarcos y Postas donde el edificio con sus cuatro plantas se resuelve con grandes huecos, y un tratamiento de la piel edificada a base de recursos formales del ladrillo, planos enfoscados y cuerpos que sobresalen con miradores que van creando acentos en una unidad definida por elementos formales de cierta continuidad. Así se definen dos fachadas a las calles Alarcos y Postas de gran interés en su composición, en el equilibrio y proporción de los elementos que la conforman y en el tratamiento dinámico de los planos. Donde se sitúa el acento del proyecto es en la esquina que se sabe espacio visible desde la perspectiva que viene del parque de Gasset y que permite a su vez una visión singular de este espacio urbano abierto. Y para ello recurre a curvar el plano que, en ese encuentro agudo de las dos direcciones, marca una transición que crea un frente trasversal a ambas suavizado en los encuentros. El plano se hace convexo en su encuentro en planta baja con la ciudad haciendo que el recorrido entre ambas calles se realice de forma continua.
Esta continuidad formal que se establece en las plantas baja y primera se rompe con el plano que se retranquea de forma notable en la planta tercera creando una columnata que establece una escenografía formal en su frente disminuyendo el impacto de las cuatro plantas que se perciben a través de esa secuencia de columnas en un punto más alejado de la fachada. La cuarta planta se retranquea aún más en dos espacios que se hunden en los laterales para dejar una zona mucho más reducida en la planta alta. Esta solución de volúmenes del edificio crea una visión urbana que constituye uno de los valores singulares del edificio. La curva de lo construido se hace ahora cóncava como huyendo de la visión desde la calle y conformando un plano alejado de la visual exterior. La gran superficie que se genera en la terraza de la planta segunda hace que se produzca el encuentro con los planos de cuatro alturas en un espacio posterior al de la visión de la esquina rediciendo su altura en esta visión perspectiva alejada.
La solución formal planteada tiene un indudable interés para la ciudad por su ubicación urbana por como resuelve el encuentro de las dos alienaciones y por como configura el espacio del entorno creando una dimensión abierta que cede el volumen al ámbito público estableciendo en una zona de gran densidad urbana un espacio abierto y liberado que se configura así como modelo de actuación urbanística desde el planteamiento de la arquitectura que diseña y proyecta Arias. Interiormente unos tratamientos con pavimentos hidráulicos interesantes, con decoraciones puntuales de época o con revestimientos cerámicos acordes con el concepto general del edificio. Algunos de esos acabados han desaparecido en las últimas actuaciones que, sin embargo, han permitido su rehabilitación y mantenimiento. Una arquitectura del siglo XX que se conserva, en gran medida, en su estado inicial y que forma parte de la buena arquitectura de la ciudad. Un buen modelo de equilibrio en su volumetría, en su forma de resolver su presencia en la ciudad y en los tratamientos austeros de sus fachadas.
Espacios
Diego Peris Sánchez
¡GRACIAS DIEGO POR ACUDIR A LA LLAMADA DE «MICREAL»!
Bienvenido
Buenas tardes Diego. Mas madera en la construcción de MCR.
Bienvenido D. Diego. Un abrazo
Hombre don diego!!! Ilustre profesor,
supongo que vendra aqui a impartir lecciones de defensa del patrimonio. Congratulemonos, q de eso este hombre sabe un rato!!
Por esa razón sujetos como Luis Mario pierden toda credibilidad en su denuncia ciudad real destruida.
Espero ansioso las aportaciones del señor diego peris, gracias micreal!!
Me encantan «tus alabanzas», gran sentido del humor, si señor o señora, y me animas a seguir luchando por lo poquito que nos queda. Gracias de verdad, Liberal.
Otro maestro se ha unido al equipo! Enhorabuena!
Buen artículo Diego, pocos habrá por estos lares que sepan tanto como él.