Marse Sobrino.- Se abre el telón, aparece un escenario tan solo creado con una cocina y un saloncito, suena el teléfono, Lola de 80 años que encuentra en el salón se dispone a cogerlo, Angélica de 85 años se encuentra en la cocina, también se dispone a cogerlo, ésta lo hace por el inalámbrico.
Ambas están fatal del oído, de hecho cada una aporta un audífono en el oído, ninguna sabe que la otra está al otro lado del teléfono y comienza a hablarle al auricular.
-¿Quién es? –dice Lola.
-¿Y usted quién es? ¿Por quién pregunta? –responde Angélica.
-Yo soy Lola, ¿y usted quién es?
-No, Lola no está, pero hable un poquito más alto que no la oigo.
-Le digo que yo soy Lola, que quien es usted
-Y yo le digo que Lola no está, que yo soy Angélica
-No, Angélica no está –responde Lola.
Ambas cansadas de no escuchar nada cuelgan, el interlocutor tras este cruce casero de conversación decide colgar.
Ambas se percatan después de que están las dos en la casa.
-Han llamado preguntando por ti Lola, pero no le podía oír, imagino que volverán a llamar.