Ciertamente la adopción de una planta en figura simétrica planteaba, entre otros problemas el de la no correspondencia de los ejes de los espacios colindantes y el del abocinamiento del frente sur, recayente a la calle de los Arcos. Dicha correspondencia podría haber sido forzada, rompiendo el paralelismo de las caras anterior y posterior; pero el repertorio desplegado por Vara y Soria se movía en esquemas derivados de implantaciones ideales, donde la uniformidad y la regularidad planimétrica eran factores constantes ajenos a las peculiaridades del lugar. Por ello la solución mostrada trataba, tímidamente, de adaptarse al medio “…se compone de tres crugías terminadas simétricamente y en degradación de norte a sur. La necesidad de esta degradación se comprende perfectamente porque habiendo dejado las tres crugías de igual longitud hubiera sido del todo punto imposible dejar el paso de carruajes”.
La fijeza de la idea aludida -que creo que es lo inapropiado que resulta el solar disponible- y la inexistencia de alternativas por más que se proclamen por el proyectista, nos permite creer que todo el empeño de Vara y Soria es un empeño de raíz formal y de pretensiones decorativas; como si toda la eficacia de una distribución adecuada y de un emplazamiento solvente pudieran ocultarse en unas referencias visuales de Género y de Ornato. Bastaría para ello comparar la extensión que en la Memoria dedica a unas y otras cuestiones, para advertir la posición real del arquitecto. “Terminada la explicación de las plantas , pasemos ahora a la decoración”. Universo el decorativo, en el que ubica y pretende resolver las limitaciones compositivas y distributivas. “Lástima es por cierto el no disponer de más línea de fachada y que sea tan limitado el terreno porque de este modo no he podido darle pabellones salientes para torreones que tanto embellecen estos edificios, pero ya que esto no ha podido ser, he procurado suplir esta falta caracterizándolo de un modo especial para distinguirlo de los demás pero sin perder de vista el género de arquitectura con que ya está decorada la plaza, que es el grecorromano”.
Dejando clara la tarea sustitutoria del Género frente a otras carencias más fundamentales.“De esta suerte, observamos que el razonamiento inicial de practicar al elección de un género (orden) del edificio en función de su finalidad, era sustituido por una interpretación retórica y confusa del carácter modal de la arquitectura…de esta forma resulta creíble que el género grecorromano sirva por igual para exaltar la gravedad y circunspección de las Casas Consistoriales, como para evidenciar los significados que deben acompañara al espacio teatral” [1] Carencias que no van a impedir, en compensación, el despliegue iconográfico del exterior, alusivo a un universo de valores descritos y propalados “Sobre cada uno de estos frontones hay dos estatuas que simbolizan la Prudencia y la Justicia y en el grupo central a los lados del escudo de armas se colocarán otras dos estatuas representando la Agricultura y la Industria. Así en el tímpano de los frontones laterales como sobre cada uno de los triángulos de los guardapolvos y ventanas se han colocado escudos de las armas de España y de la Ciudad, alternándose si se quiere”. Conviene comparar este programa escultórico de Prudencia, Justicia, Agricultura e Industria con el que años más tarde se acometería en el Palacio Provincial de la mano de Rebollar y de Andrade[2].
Treinta años son espacio temporal suficiente para cambiar las advocaciones formales e iconográficas. Si el despliegue de las virtudes del Buen Gobierno (Fortaleza, Justicia, Templanza y Prudencia) se produce en el Salón de Plenos del Palacio Provincial; sobre la escalera de acceso se relatan las metáforas de las Bellas Artes (Arquitectura, Escultura, Pintura y Música) en prolongación de cierto vaciamiento en el juego de Órdenes y Género; como si se compensara un ausencia con aquella plenitud metafórica. Programa iconográfico interno desplegado por Andrade, sólo visualizable desde el interior, quedando el exterior modulado por los valores de la expresión arquitectónica desprovista de todo el aparato referencial esgrimido, años antes por Vara y Soria. Con éste, no sólo cabría preguntarse por la ausencia de tales atributos sobre el edificio consistorial, sino más aún por el silencio iconográfico de otros pilares tan robustos, en la vida de un municipio tales como el Comercio y la Cultura. Y es que, finalmente, la propuesta variana goza de un claro espíritu escenográfico, como revela la exterioridad de la iconografía y sus reflexiones visuales. Así: “la extensión dedicada a comentar y exponer los aspectos compositivos y tipológicos del proyecto queda reducida a comentar la organización de tres crujías terminadas simétricamente en degradación norte-sur, dispuestas sobre un zócalo al cual se accede por una amplia escalinata [y] por contra, los comentarios relativos a la decoración tanto exterior como interior del edificio se erigen en la pieza central de la argumentación”[3].
Son esas las preocupaciones propias de Vara y Soria, como años antes lo habían sido en la definición del Teatro Principal de Almagro. “Tanto en la decoración interior como exterior del edificio se ve que domina el carácter grecorromano con pequeña variación por ser mejor el que simboliza la gravedad que deben tener los edificios de esta naturaleza y ser el que se presta mejor a las economías. Verdad es que el edificio podía ser más modesto, pero también lo es que habiendo arreglado sus fachadas los vecinos de la plaza y existiendo ya en la población casas particulares de bueno y aún hasta lujoso aspecto, parecería mengua que el Municipio ya que se halla en la imprescindible necesidad de construir sus Casas Consistoriales que son los únicos edificios que caracterizan y aún reflejan las costumbres de los pueblos se hicieran de un modo mezquino y aún miserable”.
Definición formal referida, básicamente, a la preeminencia que debe tener el edificio que se proyecta frente a los circundantes y aún próximos. Visión ésta que es retomada años más tarde por José Ramón Berenguer, al emitir el informe del proyecto. “Se limitaría a repetir que el edificio que el Ayuntamiento de esta capital va a construir, no puede identificarse con los que levantan los particulares, pues no sólo ha de servir de residencia de la primera corporación de la provincia, sino que ha de embellecer a la población como uno de sus principales ornamentos, y por lo mismo nunca pueden asimilarsele los medios de ejecución que se emplean en los edificios medianos”.
Periferia sentimental
José Rivero
[1] Rivero Serrano J. El Palacio Provincial y la arquitectura del XIX. Razón y crisis de un modelo. El Palacio Provincial. Vitoria 1993. Página 74.
[2] Gímenez Bedmar M.L. La ornamentación del Palacio: de lo accesorio a lo inevitable. El Palacio Provincial. Op. cit. Página 111.
[3] Rivero Serrano J. El Palacio Provincial y la arquitectura del XIX. Razón y crisis de un modelo. El Palacio Provincial. Op. cit. Página 73.
Más.
La verdad,no se qué decir…aplaudo y así lo resumo.
Fermín, aquí don José, está para quitarse el sombrero. Gracias por una nueva lección magistral