Hermosas palabras como libertad, justicia, igualdad, solidaridad, educación, cultura, pobreza resonaron bajo los recios muros del Castillo de Pilas Bonas pronunciadas por uno de los pensadores más agudos del país, el profesor Ángel Gabilondo. El motivo: la inauguración del VI Curso de la Escuela de Ciudadanos, que tuvo lugar en la noche del viernes 18, en la antigua fortaleza medieval de Pilas Bonas, en Manzanares (Ciudad Real). La conferencia inaugural estuvo a cargo del ex ministro de Educación y catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, Ángel Gabilondo.
Un acto que fue seguido por más de 300 personas, muchas de las cuales permanecieron de pie o sentados en las escaleras y que dispensaron al ponente uno de los más intensos aplausos registrados en los cinco años de historia de la Escuela de Ciudadanos.
Con el título “Una ciudad de singulares y plurales”, el profesor Gabilondo habló de la necesidad de la comunidad para, frente al auge del individualismo, ser diferentes y libres, “con derecho a la diferencia, sí, pero sin diferencia de derechos”. También se refirió a la educación: “Sin ella no hay democracia”, afirmó tajante durante esta magistral lección de filosofía cargada de pensamientos y citas para la reflexión.
Un año después de que lo hiciera su hermano, el periodista Iñaki Gabilondo, el prestigioso filósofo donostiarra inauguró el curso de la Escuela de Ciudadanos que dirige el también periodista Román Orozco y que en esta sexta edición contará además
como ponentes con la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril; con los periodistas Pepa Bueno y José María Izquierdo; con el humorista gráfico “El Roto”; y con el ex juez Baltasar Garzón.
En el día de lucha contra la pobreza, Gabilondo, que fue rector de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, dedicó la conferencia a quienes lo están pasando mal. “La pobreza es la mayor de las exclusiones, la mayor soledad, y se combate con la justicia”, afirmó. Y sobre la riqueza, añadió: “donde está el problema no es en la riqueza, sino en la riqueza de uno a costa de los otros”.
Para Ángel Gabilondo, tenemos que ser singulares y diferentes, pero teniendo claro que solo dentro de una comunidad hay singularidad. “Fuera de lo común, no se es diferente, se es indiferente”. Por ello, frente a la moda del individualismo -“que adopta la forma del egoísmo, del éxito a cualquier precio”- abogó por ser únicos e irrepetibles, con palabra propia, pero dentro de una dimensión común. “Cuando se pierde la condición comunitaria pasamos a ser esclavos de la individualidad y no hablamos con el otro, sino ante él”, explicó en la charla, apoyándose para ello en pensamientos de Aristóteles (“El que no necesita una sociedad, o es un bestia o es un dios”).
Según expuso, “el individualismo nace de la experiencia de nuestra profunda soledad”. Parafraseando a Nietzsche dijo que el fastidio “es un estar que obedece a unas causas, eliminadas las cuales no se elimina el fastidio”, por lo que indicó que uno no se hace adulto hasta que reconoce que eso le va a acompañar siempre y que también le pasa a los demás.
En otra de sus muchas frases de la noche para enmarcar, Gabilondo dijo en Manzanares que “nada une más que luchar con alguien por algo, porque merece más la pena perder con otros que ganar solo”.
Por ello, según el ponente, “la capacidad de dar sentido a las cosas es la clave de la libertad” y por encima de cualquier valor está el valor del ser humano. “Necesitamos construir juntos un espacio de justicia y de libertad, esa es la ética”. Así, apostó por construir espacios de equidad, de igualdad de oportunidades, en los que los derechos sean las fuerzas motivadoras, unos derechos que necesitan el aderezo de la justicia. A su juicio, aunque haya que atender las demandas del mercado, también hay que atender las demandas sociales y responder a ellas y, por ejemplo, recuperar del olvido “la Europa del corazón, la de la cultura, la de la educación”.
La palabra, como herramienta de los seres humanos, “conviene que sea verdadera”. Según el catedrático de Metafísica, “mentir es no vivir a la altura de lo que uno dice”. Como tarea política “de primera magnitud” dijo que está el dejar hablar. “No estoy seguro de vivir en un país donde la palabra es compartida, sino donde se apoderan de ella y se utiliza como arma arrojadiza”, indicó.
Luego se basó en la filosofía de Hegel para concluir que vivimos en un país de mucha moralina y poca ética, entendida ésta como la que nos constituye como miembros activos de una comunidad de pleno derecho.
Educación y conocimiento para salir de la crisis
Para este filósofo, la política, la polis, es un espacio de transformación, de modificación del estado de cosas. En su opinión, “el discurso político no es de alguien convencido, sino el de alguien convincente”. Es decir, que tenga capacidad de argumentar. “Gobernar es preferir y decidir, y asumir las consecuencias de haberlo hecho”, como él mismo escribió: “Yo sí he sido”.
Ángel Gabilondo también dejó clara su apuesta por la educación, “sin la cual no hay democracia”. “Así como la máxima exclusión es la exclusión de una comunidad, la máxima exclusión de una comunidad es la exclusión del conocimiento. Nada excluye más a alguien que lo excluyan de la educación y de la cultura. Nada ha hecho más por la igualdad que la educación y el conocimiento, y no habrá salida de esta crisis si no es a través de la ciencia, la investigación, el conocimiento, la innovación, la cultura y la educación. ¿Por qué otra vía se puede salir? La reivindicación de esos espacios no es ideológica, es del ser humano”, apostilló el ponente, que aprovechó para dar las gracias a los profesores presentes en el acto “por lo que han hecho por este país”, y les recomendó, como escuchó decir a José Luis Sampedro, “que quieran mucho a sus alumnos”.
Apoyado en el significado de la última palabra del Quijote, “vale”, Gabilondo animó a ser valientes, a que nadie piense por ellos. “Que nadie viva tu vida porque nadie morirá tu muerte”, concluyó antes de recibir por parte de los presentes un cerrado aplauso.
Corrupción, pacto por la educación y Cataluña
En el turno de preguntas del público, el filósofo vasco se mostró tajante frente a la corrupción, que no acepta ni aunque sea poca. “Hay que eliminar de los espacios públicos a los corruptos”, dijo. Luego expresó su convencimiento en la intervención con políticas públicas bajo principios de equidad y justicia, y señaló que merece la pena todo por un ser humano.
Como habló del derecho a la diferencia y no a la diferencia de derechos, Ángel Gabilondo fue preguntado por la situación de Cataluña. Su respuesta la encuentra en el Artículo 2º de la Constitución “que habla de la solidaridad entre las regiones y la vincula al derecho a la autonomía”. Dijo que el debate está entre repartir o distribuir. Bajo su punto de vista, los presupuestos no se reparten, se distribuyen, pues según se haga “tendremos un modelo de solidaridad u otro”. Fiel a su estilo, pidió un esfuerzo de entendimiento con sinceridad.
Ese espíritu de acuerdo -“los acuerdos se alcanzan con quienes no piensan como tú”, dijo-, estuvo a punto de conseguir para España un gran pacto de Educación en su etapa al frente del ministerio. Pero a última hora, el PP se desmarcó. Por ello se permitió aconsejar a los políticos llegar a pactos al principio de legislatura, no cuando se aproximan las elecciones.
El ex ministro dijo que la educación es un asunto de Estado. “Hay que pensar en generaciones y no en elecciones, con generosidad y responsabilidad”. Para Ángel Gabilondo, el pacto y el acuerdo es el único camino pues, de lo contrario, cada ley se aprueba y se deroga el mismo día. Pidió una estabilidad normativa y recordó que en un gran esfuerzo de la comunidad educativa se acordaron 154 puntos para este gran pacto que no llegó a firmarse. A última hora, la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal se echó atrás.