Finalizada la guerra civil española y en un fuerte clima de exaltación patriótica, que hará renacer con fuerza las tendencias musicales nacionalistas, el Neoclasicismo de los años 20 y 30 evolucionará desde sus tintes vanguardistas, hacia un Neoclasicismo nacionalista que podríamos tildar más propiamente de Neocasticismo.
Este Nacionalismo de cuño casticista adquiere, durante los años de posguerra, una dimensión restauradora de valores e ideas tradicionales propias del nuevo régimen político, como son el “buen gusto”, la “mesura” o las alusiones a nuestro “glorioso pasado histórico”.
Por desgracia todo esto provocará que una generación de músicos, la generación del 27, quede prácticamente en el olvido, coadyuvando, por otra parte, la situación de aislamiento internacional que soportará España tras la guerra civil hasta mediados de los años 50, a cierta regresión musical que hunde su inspiración en un ambiente de tapiz goyesco, mezcla de aristocracia y majeza, tauromaquia y jolgorio, que limitará profundamente los movimientos de vanguardia musical española hasta la aparición de la generación musical del 51.
De esta generación de músicos españoles pertenecientes a la posguerra, que hacen renacer con fuerza las tendencias nacionalistas castizas, cabe destacar como el más importante sin lugar a dudas a Joaquín Rodrigo.
Joaquín Rodrigo Vidre, nace en Sagunto el día 22 de Noviembre del año 1901, día de Santa Cecilia patrona de los músicos, en la plaza de la glorieta nº 17 de dicha localidad. A pesar de quedar ciego, como consecuencia de una epidemia de Difteria con sólo tres años de edad, heredó de su padre D. Vicente Rodrigo Peirats, terrateniente y acérrimo político perteneciente al partido conservador, el interés por la literatura inclinándose poco a poco por la música. Siendo aún muy pequeño su familia se instala en Valencia, huyendo de los disturbios políticos que acontecían por aquella época en Sagunto. Aquí comienzan sus estudios musicales, recibiendo clases de armonía y composición de Francisco Antich en el Conservatorio de Valencia. Entre 1927 y el final de la guerra civil española, permanecerá en París estudiando con Paul Dukas, no sin antes haber estrenado algunas de sus primeras composiciones como su obra orquestal Juglares de 1924. De esta época datan también Zarabanda lejana y Villancico para orquesta de cámara y el poema sinfónico Per la flor del lliri blau. A pesar de su estancia en París, volverá brevemente a España en el año 1933 para contraer matrimonio con la pianista turca Victoria Kahmi el 19 de Enero y en 1934 como profesor del colegio de ciegos de Madrid aunque ese mismo año regresará de nuevo a París con una beca, pasando los años de la guerra civil en Francia, Suiza y Alemania.
Al finalizar la guerra civil española en 1939 se instala en Madrid, dónde presenta la que será una de las obras más sorprendentemente exitosas de la música española; el Concierto de Aranjuez. El Concierto de Aranjuez fue compuesto por Joaquín Rodrigo entre los años 1938 y 1939 y en él quedan fijados los rasgos estilísticos del maestro, tales como la claridad armónica y orquestal, la inspiración nacionalista y el uso de formas neoclásicas y neobarrocas.
El Concierto de Aranjuez se estrenó en Barcelona el 9 de Noviembre de 1940, con Regino Sainz de la Maza como solista de guitarra y César Mendoza de Lasalle como director. Consta de tres movimientos de inspiración nacionalista, el primero y el tercero de fuerte carácter rítmico español y el segundo marcadamente melódico, en el que prima el lucimiento del solista de guitarra, acompañado discretamente por la orquesta. Al gran éxito mundial de esta obra contribuyó el auge que cobraba en aquel momento la guitarra como instrumento solista y su sonoridad cálida, amable y colorista, que ha motivado el que se hayan hecho multitud de versiones incluyendo, como no, la música ligera y la música de Jazz.
Tras este primer gran éxito, siguen otros como el “Concierto Heroico” para piano y orquesta de 1942, obra de gran envergadura inspirada en la guerra civil y que le valdrá el Premio Nacional de Música, el “Concierto de Estío” para violín y orquesta de 1943, o el “Concierto Galante” para violoncello de 1949. Por aquel entonces, el maestro Rodrigo dirige la sección musical de la Organización Nacional de Ciegos, es crítico del diario Pueblo, trabaja como asesor musical para Radio Nacional de España y a partir de 1947 se hará cargo de la cátedra de música “Manuel de Falla” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid.
Siguen el “Concierto Serenata” para Arpa de 1952, obra de tintes casticistas con guiños a la Zarzuela y “Sones de la Giralda” para arpa y orquesta de 1963.
Vuelve el maestro Rodrigo al concierto guitarrístico con la “Fantasía para un Gentilhombre” de 1954, en la que sus cuatro movimientos; Villano y Ricercare, Españoleta y Fanfarria de la caballería de Nápoles, Danza de las hachas y Canario; están basados en seis danzas cortas para guitarra solista del compositor español del siglo XVII Gaspar Sanz, tomadas de la obra conocida como “Instrucción de Música” sobre la guitarra española en tres volúmenes de 1674, 1675 y 1697. El guitarrista Andrés Segovia interpretó la obra en su estreno el 5 de Marzo de 1958 en San Francisco.
El uso de obras antiguas españolas, tendrá continuación con obras como “Cuatro Madrigales amatorios” sobre piezas renacentistas de Juan Vázquez, “Soleriana” de 1953 sobre obras del Padre Soler o en “Concierto Madrigal” para dos guitarras y orquesta de 1966. Otras obras para grupo de guitarras será el “Concierto Andaluz” para cuatro guitarras y orquesta de 1967.
Debemos destacar también el “Concierto Pastoral” de 1978 para flauta y orquesta, el “Concierto Divertimento” de 1981 para violoncello y orquesta, y el concierto para guitarra que lleva por título “Concierto para una Fiesta” de 1982.
En la producción orquestal de Joaquín Rodrigo destacan obras como “Dos miniaturas andaluzas” de 1929, “Ausencias de Dulcinea” de 1948 en la que emplea voces solistas, “Música para un jardín” de 1957, o el poema sinfónico “A la busca del más allá” de 1976.
Piezas pianísticas como “Preludio al gallo mañanero” de 1926, “A L`ombre de Torre Bermeja” de 1945 y “Cinco sonatas de Castilla con toccata a modo de de pregón” de 1951.
También es abundante su producción para canto y piano, entre la que destacaremos “Álbum de canciones” compuesto entre 1934 y 1964, el ciclo de canciones “Con Antonio Machado” de 1972 y gran variedad de “Villancicos” al estilo del siglo de oro español.
Su música escénica es de menor importancia destacando “Música para un códice salmantino” de 1953, para barítono, coro y orquesta, la opereta “El duende azul” de 1946 y la comedia lírica “El hijo fingido” de 1960.
Una de las partes más importantes de la producción del maestro Rodrigo, son las obras para guitarra sola entre las que cabe destacar “Toccata” de 1933, “En los trigales” de 1938, “Invocación y danza” de 1961, “Danza homenaje a Manuel de Falla” de 1960, “Elogio de la guitarra” de 1971 o “Un tiempo fue Itálica famosa” de 1981.
La obra de Joaquín Rodrigo, marca toda una época en la que el nacionalismo casticista se adueña del estilo musical español. Es una música de personalidad incuestionable, que brilla con luz propia y que aunque heredera en cierta manera del estilo de Falla, bebe también en mayor medida en las fuentes turinianas.
El concierto de aranjuez es una de las melodìas mas bellas
La verdad es que el tema principal de este movimiento del concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo, es visto como sinónimo de España en todo el mundo y buena prueba de ello es la gran cantidad de versiones, de diferentes estilos musicales, que se han realizado con él. A pesar de todo he intentado mostrar la ingente obra de Joaquín Rodrigo, la cual no se limita solo al Concierto de Aranjuez, obra que por otra parte él no consideraba su mejor partitura, a pesar de la más que notable fama y reconocimiento mundial de la que goza aun en la actualidad esta gran obra. Gracias por tu lectura y un cordial saludo!
Excelente comentario. Williams es la bomba. Buena elección.
Gracias Juan López. La guitarra, nuestro instrumento por antonomasia, tan valorado en otros paises y tan frecuente como a veces tan subestimado en el nuestro. Desde luego la interpretación de John Williams causa una honda impresión, con una articulación perfecta en la que es capaz de extraer todo el potencial de la música. Un saludo!
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