Días de mercado

Estanislao Z. Navas.- En el artículo anterior, enfatizábamos el aspecto espacial del recinto público más importante de la capital, su Plaza Mayor, y en él mostrábamos la diversidad de actividades que ha acogido a lo largo de su historia. Pues bien, una de sus actividades ya desde sus orígenes fue la comercial, siendo la sede del mercado desde el mismo momento de su fundación, en época del soberano Alfonso X “El Sabio”.

Recuperando lo pasadoEn esta faceta nos detenemos hoy para adentrarnos en cómo los “días de mercado” han ido variando a lo largo de su historia, encontrando en la actualidad una sede fija que es la que constituye el Mercado Central de Abastos.

Así, en el siglo XIII en Villa Real se acogía el mercado los días de sábado en el citado espacio público , el cual sufrió diversas remodelaciones en sus fachadas a lo largo de su historia –y con objeto de completar el artículo precedente- desde la primera allá por 1728 hasta la de 1988, pasando también por las de 1744, 1859, 1919, 1929, 1930 y 1973. En la actualidad en su lado oeste perviven las fachadas en los “portales tristes” de 1859, 1919, 1929, 1930 y 1988, habiéndose acogido tres ayuntamientos –desde la Casa del Arco hasta el actual- y dos posadas, y albergando hasta 1915 la Feria y Fiestas que no hay que confundir con la Feria de Ganados ubicada en la Puerta de Alarcos, enfrente del Parque de Gasset, que no existía por entonces.

El Mercado de Abastos era todos los sábados hasta 1910 en que se inaugurase la Mercado Municipal en lo que es la Subdelegación del Gobierno, las Carnicerías Municipales hasta 1866 donde hoy se ubica la Casa Consistorial, o en este espacio público mencionar también la acogida del Mercado Medieval que se celebra con una periodicidad anual llegando a ocupar incluso las calles de Carlos Vázquez, Mercado Viejo y Prado, e incluso el propio Prado –actualmente recinto excluido de esta actividad por el proceso de remodelación a que se está viendo sometido-.

Históricamente cabe decir que la carencia de ciertos productos ponía en riesgo la propia existencia de Villa Real, por lo que se hizo necesario el establecimiento de un mercado, el cual debía ser franco con el fin de que los productos necesarios llegasen con facilidad y para el futuro establecimiento de un centro mercantil que supusiese un mayor atractivo a otros comerciantes.

mercado01Tal y como señala Fermín Marín Barriguete:

“Favorecidas por la topografía llana, las ferias y mercados proliferaron en el territorio y sirvieron para poner a la venta todo tipo de mercadurías. Sin embargo, en nada se parecieron a las grandes ferias de la Meseta Norte, ni contaron entre los comerciantes con los ricos mercaderes que agilizan los intercambios aportando variedad y volumen, en la realidad, los problemas de comercialización condicionaron sobremanera las actividades agrícolas y sobre todo las industriales. Tuvieron un origen medieval y, con frecuencia el derecho a feria y mercado iba con el villazgo. Los mercados abundaron por la periodicidad semanal y la exposición casi exclusiva de alimentos, además, por lo común, de estar libre y francos, es decir sin gravámenes sobre las mercancías. Suponían una cita obligada para los habitantes del lugar y de las villas cercanas en la compra y venta de productos.”

Ya en época alfonsí –reinado del Sabio, se sobreentiende- se concedía la celebración del mercado para los sábados aunque documentalmente no puede confirmarse. Sin embargo sí se hace referencia a la celebración de mercado a comienzos del siglo XIV -1302- en una cita de almotacenes. En estas fechas se trasladaba su celebración del sábado al martes de cada semana, tal y como se observa por las disputas que llevaban a cabo la Orden de Calatrava y la propia villa, en las cuales la Orden trataba allá por 1321 de boicotear dicha actividad mediante la celebración de otro mercado en Miguelturra el mismo día y el impedimento de que los mercaderes pasasen a vender en el de la villa.

Cuando en 1323 el infante don Felipe toma cartas en el asunto, señala claramente cuál era la situación al respecto: «Et el dicho maestre, no lo podiendo fazer de derecho, que les fazían nuevamente mercado en Miguelturra, que es a media legua de Villa Real, en el día del martes que ellos hazen mercado et lo an de privillegio. Et deffendíen a los de la tierra que non viniessen al dicho mercado de Villa Real nin les vnessen vezindat ninguna».

Algunos de los productos con que acudían las gentes de la Orden al mercado quedan reflejados en un documento de 1324, por el que Alfonso XI ordenaba al maestro don Juan Núñez que derogase ciertas ordenanzas que había hecho para que sus vasallos no acudiesen a vender pan ni vino.

mercado05Dicho privilegio de celebración del mercado franco los martes de cada semana fue confirmado por Enrique IV, aunque los Reyes Católicos lo suprimieron y así lo reflejaba don Emilio Bernabeu y Novalbos en su inventario del Archivo Municipal:

Sobre que no ayamercadofranco Vnaprobission de los señores rreyes donfernando y doña ysabel sobrequeno se puedan hacer ferias ni mercados francos. Enningunas çiudades villas nilugares saluo aquellas quetuvieronendello merced asentay confirmada ynserta vnaley delquaderno EnElla sudacta Enalcala dehenares aveinteyocho dias dehenero de 1486 as”.

Sin duda los de Ciudad Real se presentaron los privilegios pertinentes, lo que motivó la actitud de los monarcas, estando el asunto todavía pendiente a comienzos de 1489. Sobre ello en 1492 la ciudad alegó exención de alcabala por tener mercado franco; pero el asunto no debía encontrarse resuelto, ya que en ese mismo año se pide autorización a los reyes para poder incrementar la cuantía de una sisa con el fin de subvenir a distintas necesidades, entre las que se encontraba las «debdas que tienen sobre el mercado franco». El desenlace de esta cuestión no se conoce con exactitud. Tal como evolucionó posteriormente la actividad económica de la ciudad, es posible que no se solucionara favorablemente para ella, aunque en sus aspectos formales se mantuviese el tipo de mercado franco.

El centro mercantil de la ciudad se hallaba en la plaza, al igual que la alcaicería, y en cuyas inmediaciones, como es obvio, se distribuían las tiendas, algunas de las cuales son documentadas, estando constituidas por cámaras, corredores y portales. Ahora bien, la cuestión de los productos con que se comerciaba en la ciudad era clara. Primeramente, nos encontraríamos con aquellos de primera necesidad, entre los que destacaban los cereales, parte de los cuales, al menos, venían de las tierras de la Orden, y el vino, sobre cuya venta en bodegones el concejo hizo unas ordenanzas –y así lo señala don Emilio Bernabeu tal como sigue:

Ordenanças del vino Vn previllegio de la rreyna doña beatriz donde confirma ciertas ordenanças quel conçejo de uillarreal hiço sobre El vender del vino En bodegones su dacta En El año de 1405”-, pero parte del cual se exportaba hacia otras localidades. La venta del aceite, venido también de fuera, se hallaba monopolizada por el comendador de la mencionada Orden en la ciudad. Otros productos de primera necesidad para la vida urbana eran también la madera, el carbón y el esparto, ya citados. Además de los citados, alcanzarían altos niveles de intercambios los textiles y la serie de productos que giraban en torno a ellos, los metálicos y los del sector del cuero, cuyas actividades ya se han mencionado, y que supusieron la llegada a la ciudad de determinadas materias primas que les resultaban imprescindibles.

En cuanto a la comercialización de los textiles,cabe pensar que, al menos en sus orígenes, la mayor parte de su producción era consumida dentro de la misma ciudad. En tal sentido se puede interpretar la concesión de Alfonso XI a doña Leonor Fernández del derecho de la medida y vara de los paños vendidos por retazos. Sin embargo, al alcanzar el volumen de producción cotas más elevadas, la mayor parte salió para la venta en otros puntos, máxime cuando el nivel de especialización de los paños fabricados los hizo ser demandados en otros mercados.

Además de los expuestos, la documentación registra también genéricamente algunas otras actividades mercantiles. La existencia, pues, de unas transacciones comerciales de cierto alcance centradas en la ciudad se encuentra suficientemente probada por las fuentes, aun cuando éstas no sean muy precisas respecto a cuantías y otros pormenores. Como prueba de esta variedad de productos y transacciones hay que hacer notar el número relativamente elevado de especieros, mercancía que no era propia del territorio. Poco importa, aunque sea importante su conocimiento, hacia dónde se derivaban tales productos; importa resaltar el hecho de su comercialización como indicativo de la variedad de las mencionadas transacciones mercantiles.

En torno al mercado se centraba también un comercio ganadero de muy variada índole, procedente en parte de tierras de la Orden, y que tendía en cierto modo a satisfacer las necesidades de la población. En una de las partes de la plaza se encontraban las carnicerías, cuyo abastecimiento corría a cargo de unos «obligados», aunque en ocasiones eran los propios ganaderos los que introducían sus ganados en la ciudad para vender la carne en una tabla especial, que quitó en un momento determinado el presidente de la chancillería. Estas carnicerías públicas se encontraban perfectamente estructuradas y sobre algunas de sus «tablas» recaían los impuestos de sisas. La documentación cita también, junto a estas carnicerías, las pescaderías, que en una pequeña parte se abastecían de la pesca del Guadiana.

La ausencia de unas ordenanzas sobre el mercado nos deja sin conocer algunos pormenores del mismo. Se conoce la existencia de pesos marcados, donde se debían pesar los productos llegados a la ciudad; se sabe de la existencia de un almotacén y de los fieles –según el citado autor Offiçios de fieles Probission del rrey don  alfonso En que manda que los officios de fieles della sean añales y se echen por suertes Entre los vecinos della su dacta a 20 de septiembre de 1466 as.”-; incluso la documentación habla en alguna ocasión de «regatones», especie de comerciantes y revendedores por menudo. La presencia de corredores en la ciudad puede aproximarnos a la idea de cómo se comercializaban algunos de estos productos.

mercado03De este modo pues, las alusiones a un mayor volumen de negocios son mayores en el siglo XV. Su detección resulta clara al comprobar el temor de la población al hecho de una paralización de la actividad mercantil, constatable a finales del siglo XV. Diversos factores dieron al traste con ese mundo comercial que resultaba floreciente. En 1489 se señala «que a causa de la pestilencia que en la dicha ciudad ha avido e se aver ydo toda la más de la gente della», se había producido el hecho de «aver cesado el trato de la dicha ciudad». Sin embargo, el acaecimiento de determinadas calamidades o epidemias no fue el único agente que perjudicó ese mundo mercantil. Hacia finales del siglo aparece como verdadera amenaza la presión fiscal, que junto a otros factores, será el desencadenante del proceso regresivo de la vida urbana de Ciudad Real. Se conoce el caso de los zapateros, que por dicho motivo abandonaron la ciudad. Pero no era éste el único sector afectado, en 1490 se repite el temor general a la paralización a causa de la sisa que se había echado, situación que se repite igualmente un año más tarde. El documento es mucho más clarificador, puesto que la petición que se hace es que no se eche la sisa “contra los forasteros”, pese a lo cual los regidores la habían echado “muy desaforada en todos los mantenimientos e mercaderías”, por lo que existía el temor de que “los mantenimientos e mercaderías que a ella suelen venir no vernán por causa de la dicha sysa”.

Es un hecho el que ese comercio de productos foráneos llegó a plantear en determinados momentos algunos problemas, como hacia 1497. En aquellas fechas -aunque no sería la única ocasión-, fruto de un mal momento económico que obligó a ciertas medidas proteccionistas, las justicias de la ciudad no dejaban vender en la misma.

La actividad comercial, ya en franco deterioro, comenzó a descender y a languidecer, cayendo ostensiblemente durante el siglo siguiente.

Tal como señala don Inocente Hervás y Buendía:

“El mercado franco, celebrado todos los martes hasta el 1612 que se trasladó a los sábados, atraía a la ciudad número no escaso de forasteros de los pueblos de la comarca; porque no gravitando sobre las mercancías ningún tributo en aquel día, se abarataban, lo que aumentaba el movimiento y la contratación. También en el siglo XV eran ya muy concurridas las ferias, que en los meses de Abril y Agosto celebraba aquí el comercio de suela; siendo Extremadura y en especial los pueblos de Fregenal, Zafra y Llerena los que enviaban mayor contingente de negociantes. En 1735 pretextando la momentánea, pero considerable despoblación y ruina de esta industria que sufrió la ciudad, sin que lograra después reponerse de esta última, pretendió el comercio la traslación de estos mercados a Almagro, entonces en el apogeo de su prosperidad; pero el ayuntamiento se opuso con energía a este proyecto y siguieron celebrándose sin interrupción.

No obstante, a pesar de que la actividad comercial ubicada en la plaza se remontaba a los orígenes de la propia villa, cabe decir que, durante los días de mercado la higiene no era precisamente uno de sus rasgos característicos o como señala don José Golderos “se depositaban sobre el suelo, en los sucios cantos, y alguna vez sobre las mantas de las caballerías que traían los frutos de las huertas, los principales artículos de uso cotidiano. Era vergonzoso tener un mercado tan primitivo y pobre, igual a un zoco moruno”. Sin embargo, ya en 1914, bajo el mandamiento del alcalde don Ceferino Saúco, se levantará un modesto mercado municipal, que vendría a sustituir a la alcaicería del siglo XIV y cuya ubicación se hallaba sobre un solar que tenía como función la de ser un depósito de basuras de la ciudad.

Aún en el siglo XIX, la Plaza Mayor constituía el espacio que acogía la mayor parte de las fiestas de la capital, algo que coincidía con la celebración diaria del mercado, el cual fue necesario su cambio de ubicación a la fuente del Pilar y a la calle Nueva.

Finalmente nos encontramos ante un edificio que alberga las actividades que en otra época sólo se veían los “días de mercado”, es el antiguo Mercado Municipal de Abastos, del cual indicaremos algunos aspectos interés siguiendo las pautas indicadas en el libro “Buenas prácticas en Accesibilidad Universal” (2006) y, más recientemente, de los autores doña Mª Ángeles Rodríguez Domenech y don Félix Pillet Capdepón.

Así el Mercado Central de Ciudad Real ha sido adecuado a su antiguo uso, incorporando otras funciones que permitieron su recuperación para la ciudad, siendo su condicionante fundamental la accesibilidad a todos los servicios ofrecidos.

Haciendo un poco de historia, dicho edificio ubicado en el mismo centro de la ciudad, está ocupando una manzana de forma trapezoidal cuyos límites son las calles Postas, Reyes, Borja y Morería.

Edificio que está incluido en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de Ciudad Real así como también en el Plan General de Ordenación Urbana de la misma por sus valores monumental e histórico, se usó –según palabras de Félix Pillet- “para Mercado Municipal el solar de la calle Postas una vez que se aprobaron los acuerdos tomados en 1937 y se indemnizó a la Marquesa, viuda de Casa Treviño, con cargo al presupuesto extraordinario. Para dejar concluido el solar, hubo de comprarse una casa contigua del Sr. Rodero Sánchez”, y se realizará en la década de los 40 del pasado siglo XX, pues obedece al proyecto realizado por el otrora arquitecto municipal don José Arias Barba, que fuera también autor de obras como la Casa de Socorro o la Casa Fuertes o de la Emisora.

Las obras de dicho edificio se realizarán a lo largo de la década de los 40 y su finalización mostrará un inmueble en forma de “U” que acoge un patio interior abierto a la calle Borja, que se encontraría delimitado por un cerramiento de verja destinado a la carga y descarga. En esos momentos el edificio en su integridad se destinaba al uso de Mercado.

En los años 60, a mediados, se llevarían a cabo obras de ampliación de dicho Mercado por la calle Borja en un área aproximada de quinientos metros cuadrados dando lugar a un cerramiento mediante un nuevo cuerpo de edificación, y adquiriendo el edificio el carácter compacto de que goza en la actualidad.

Posteriormente llegarían nuevas reformas. Así, en 1979 el objeto de la misma sería la reestructuración de su distribución, la incorporación de nuevos servicios para el público y el personal y la reparación y mejora de las instalaciones existentes. Obras que en muchos casos ni se ocuparon ni fueron estrenadas.mercado04

Cuando llega la década de los 90, en 1992 se acometerá una de las actuaciones más importantes, pues supondría la desaparición de los pocos puestos de venta ubicados en la calle Borja, siendo su uso a partir de ese momento como el de entrada y salida de vehículos del patio central.

El arquitecto municipal don Emilio Velado Guillén acometerá mediante su proyecto la reforma de la zona central de la planta baja y la planta alta de dicho ala, adecuando su interior a un nuevo uso como Centro de Nuevas Tecnologías –actualmente con nuevo edificio-. En esas fechas el edificio tenía el Mercado en su planta baja y primera con el acceso peatonal principal por el centro de la fachada de la calle Postas, así como los secundarios de las calles de los Reyes y de Morería, y el de vehículos hacia el patio por la calle Borja. La parte restante del edificio se completaba con el Centro de Nuevas Tecnologías cuyo acceso se realizaba también por la calle Borja.

La última reforma del edificio fue proyectada en diferentes fases, redactándose y realizándose tres proyectos sucesivos y complementarios.

El primero en junio de 2001 “Proyecto de Reforma del Mercado Municipal” incluía: el traslado de todas las dependencias del Mercado a planta baja, adecuando los accesos a las mismas por las calles Morería y Reyes; la transformación del patio interior como aparcamiento cubierto, uso totalmente compatible con la actividad de carga y descarga desarrollada hasta este momento; la dotación al Mercado de instalaciones de climatización, agua fría y agua caliente, tomas de teléfono, megafonía y música ambiental, filtro de olores en el cuarto de basura y sistemas de seguridad e incendios; y el refuerzo de la estructura y la mejora de las fachadas.

mercado02En el segundo semestre de 2002 se ejecuta la “Eliminación de Barreras en el Mercado Municipal” que tenía como fin resolver la accesibilidad a los más de 3000 m2 disponibles en las plantas 1ª y 2ª del edificio antes de incluir en las mismas cualquier dependencia de uso público. Para ello, el que fue acceso principal del Mercado por el centro de la fachada a la calle Postas, y que tras la ejecución del proyecto anterior quedaba inhabilitado para acceder a la planta baja y por tanto al uso de Mercado, se reforma para hacer accesibles las plantas superiores, independizándolas del uso de la planta inferior. Entonces se remodeló completamente dicho acceso y su vestíbulo transformando la escalera existente y reordenando el espacio para la ubicación de dos ascensores, dado que anteriormente no existía ningún medio mecánico para ascender a las plantas superiores.

En el 2003 se lleva a cabo la “Rehabilitación de la planta superior del Mercado, 1ª fase” que junto con el proyecto de la 2ª fase, acometen una vez resuelta la implantación del Mercado en la planta baja, la reestructuración de la planta superior del edificio. Dado que la sección lo permite se amplia la 2ª planta extendiéndola hacia las dos alas restantes del edificio sin modificar la altura de la cubierta. Estos nuevos espacios serán destinados a incluir oficinas de diferentes servicios municipales. En la actualidad ya están funcionado en la 2ª planta de la calle Postas las dependencias destinadas a Consumo y Servicio de Arquitectura y Obras. Aunque parece haber un proyecto específico de eliminación de barreras del edificio, todos las fases enumeradas anteriormente contienen características destacables en relación con la mejora de su grado de accesibilidad, siendo por tanto su aspecto más reseñable que la accesibilidad se ha incluido como un elemento más de todos los proyectos, no como un añadido posterior sino como una componente tanto estética como funcional cada una de las actuaciones.

A ello cabe añadir el traslado del Centro de Nuevas Tecnologías y Centro Joven dejando espacio en el acceso de la calle Borja a dependencias que albergan actividades de asociaciones culturales, o de Prevención de Riesgos Laborales.

 

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11 COMENTARIOS

  1. Buenos días a todos.
    A buen seguro, el relato histórico y arquitectónico que ofrece este artículo no sea del agrado de todos ni tampoco sea lo completo que debiera. Sin embargo, para eso os tengo a vosotros, para mostrarme vuestras experiencias en el mercado, vuestras anécdotas, los conocimientos que aquí no se reflejan. Os animo a ello.
    Un saludo

  2. Dos apostillas.
    Si la foto que publicas, de la Plaza como Mercado, de 1910, expone la densidad del Comercio Local, los antecedentes históricos desplegados habría que moderarlos y ajustarlos a su dimensión exacta.
    Hasta el siglo XIX, siglo del higienismo urbano y del nacimiento del tipo edificatorio conocido como ‘Mercado’; las estructuras de los mismos cuentan más con una naturaleza jurídica que con una espacialidad propia. Cuentan más con ‘Privilegios Reales y Fiscales’ que con un lugar físico preciso y especializado. Esa conquista, de la espacialidad del chalaneo, intercambio y compra, llegará con el siglo bien entrado.
    Aunque bien cierto es, que tales acontecimientos de intercambio, puja y subasta, debían de suceder en espacios capaces: Plazas Mayores, Tesos o Ejidos. Espacios que formulan tanto la diversidad de sus acontecimientos (Feria de Ganados o intercambio semanal de productos y enseres) como su carácter excepcional en el calendario. Y también su carácter limitado y parcial, en una economía elemental dominada por el autoconsumo de muchos productos.
    Por ello, ya tardíamente, en 1911 tiene lugar la subasta de las obras del Mercado Municipal; con base a un proyecto redactado con minuciosidad y detalle por Rebollar en 1904 y del cual da cuenta una excelente acuarela de Jerónimo López Salazar. Ese Mercado está formado por casetas escuetas y unos severos almacenes. Piénsese que aún, en esos años, el ‘Frio industrial’ no ha despegado; y por ello toda idea de distribución comercial aparece muy condicionada por el carácter perecedero de las mercaderías.
    El proyecto que redacta Arias, veinte años más tarde, de Mercado Municipal, es de 1932, como refleja el folleto de Ferias de ese año. Mostrando un excelente alzado monocromo y desornamentado, en línea con las realizaciones de Ferrero en Madrid con el desaparecido Mercado de Olavide. Pero no se acometen las obras, primero, por las duras circunstancias económicas republicanas, y luego, por los avatares propios de la Guerra Civil.
    Con la puesta en marcha de las obras en 1944, se conseguirá simultáneamente, el traslado del Mercado al nuevo emplazamiento; y la liberación del suelo para erigir el Gobierno Civil que proyecta Ricardo Magdalena en 1948, recayendo a la recién bautizada Avenida del Imperio Español. Avenida, donde en la esquina opuesta se enseñorea el espléndido edificio del Cinema Proyecciones de Luis Labat Calvo, que funciona desde 1933, pero cuya inauguración se demora hasta una fría tarde del 27 de febrero de 1935, con un programa tan increíble como la película de la UFA berlinesa ‘Romanza húngara’ . Si una película del Tercer Reich en un cine de la República Española.
    Avenida de nueva urbanización la del Cinema, que costea años después la Dirección General de Regiones Devastadas. Y que en las fechas de inauguración del Cinema aún, y en palabras de Emilio Arjona, se podía advertir que: “Frente al nuevo cine se extendía el sucio zoco del antiguo mercado de abastos, embutido entre casuchas que le rodeaban en un antihigiénico abrazo”. Es decir, de un solo salto se podía pasar de un recinto propio del polvoriento vecino del Norte de África: Marruecos; al muy estilizado e higiénico Cinema Moderno, con cintas rodadas en el Berlín de las Camisas Pardas del NSDAP, aunque fuera 1935.

  3. Hay otra secuencia que olvidaba y es la trasnformación de los bajos de la calle Reyes en el primer Supermercado, llamado CONAUTA. Aquí si llegaba ya el ‘Frío industrial’. En esos años, mediados de los cincuenta, se incia la comercialización de vacuno argentino congelado, al contra ya con cámaras de congelación para conservar las carnes argentinas. Cuyo consumo costó promover, por las dudas que a la sazón despertaba un trozo de carne de apariencia pétrea. Y así hubo campañas en Pro-del-Consumo de carnes congeladas. Que contaban con todas las propiedades y vitaminas de las viandas habituales.
    Lo demás es ya muy reciente. Algo de eso cuento en el trabajo ‘Las cenizas del comercio’, que no acaban de distribuir desde la Cámara de Comercio.

  4. De nuevo don José, hay que rendirse ante tu sapiencia, todo lo que diga con palabras se quedaría corto y tus apostillas no sólo no sobran sino que son necesarias pues dan mucha más luz que lo que un servidor pueda haber reflejado en mi artículo.
    Insisto, muchas gracias de mi parte y de todos aquellos que leerán estas «lecciones magistrales».
    Un saludo

  5. En cuanto a las fotos, desgraciadamente no disponía de otra para ilustrar el presente artículo, aunque si dispones de alguna sería un placer poder contar con ella.

  6. «Dias de Mercado». Es curioso pero leyendo el titular me ha venido a la memoria – sin tener nada que ver evidentemente – la famosa película «Dias de Radio», como semblanzas de historias populares contadas para todos.
    Del Mercado recuerdo los buenos puestos de todo que allí había, carnes, verduras y frutas, charcutería,… todo ello precedido de un olor característico al subir las escaleras.
    Y ya lo ha recordado Jose Rivero, el primer supermercado que hubo en Ciudad Real, en los bajos del Mercado. De este supermercado recuerdo al señor con bigote que estaba con las verduras y demás y recuerdo especialmente una máquina manual con la que expendía las patatas que entraban por una parte y salian por otra en una malla roja.
    También recuerdo de esa época justo a la derecha de entrada al Mercado el kiosko que regentaba el Sr Mesa y donde cambiabamos por 2.50 pts los cuentos y tebeos de la época y como no, en la otra esquina, la de Reyes con Borja el kiosko de… no recuerdo su nombre, un señor quiero recordar con boina que vendía las chuches de entonces y los famosos «fósforos» que hacíamos estallar contra el suelo.
    Entonces los jardines del Prado eran jardines, hoy ya empezamos a padecer su remodelación…
    ¡Parece que he estado contando un capítulo de «Cuéntame»!

    • El señor del quiosco se llamaba Sebastián…¡cuántos recuerdos!
      Gracias a todos por rescatar tantos datos y recuerdos que forman parte de nuestra historia.
      Un saludo

      • Cierto, Begoña, con su vasillo para echar las pipas, cacahuetes o altramuces.. y luego con el puño, «la refración» o propinilla. Tengo su figura perfectamente situada en mi memoria.

  7. Recuerdo todavía el antiguo mercado de abastos, cuando era un niño. Los puestos en el piso de arriba, el vocerío, las vestimentas, los olores. El vendedor de «petines» que siempre se ponía a la entrada de la calle Postas. Los carros alrededor…Tengo en la memoria un auténtico lienzo costumbrista..que mis escasas facultades pictórico.dialécticas impiden poder trasmitiros y dibujaros mejor.

  8. Recuerdo…más cosas. Los puestos tenían varios tamaños, a los que se accedía por un extremo por debajo del mostrador y… el ventanuco que daba luz al fondo. Toda la mercancía estaba a la vista…sin protección higiénica alguna…Los carniceros partiendo la carne con el pitillo en la boca…En el centro de las galerías…tablones de madera, llenos de hortalizas. En el piso de abajo, semisótano, estaba el pescado…más o menos fresco.
    Y un recuerdo para D. Julián Castellanos, fallecido ya,veterinario que fue durante muchos años de ese mercado.
    Y la bomba fue cuando se aperturó el primer super con entrada por la esquina de Postas con Reyes. Las dos cajeras de uniforme y el encargado, Cervantes, que aún anda por ahí dando guerra.

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