José Ignacio González Mozos.- Entre la generación de maestros, regeneracionista y noventayochesca, coetánea de Manuel de Falla, debemos destacar a músicos de la talla de Conrado del Campo, Julio Gómez, Jesús Guridi, Oscar Esplá y Joaquín Turina, auténticos maestros de nuestro siglo XX musical que tuvieron el notable honor de ser artífices de la evolución de las estructuras musicales decimonónicas, que giraban en torno al teatro lírico, hacia la música sinfónica y de cámara sobre las que sentaron definitivamente las bases de su desarrollo en nuestro país.
De nacionalismo más regionalista, con recurrente inspiración sevillana, y por tanto menos universal que el de Manuel de Falla, surge la figura del gran maestro sevillano Joaquín Turina. Compositor, director de orquesta en el Teatro Real, profesor y director del conservatorio de Madrid, gran pianista, crítico musical y comisario general de música desde 1939 hasta 1949; nos dejó un amplio legado musical que contiene obras para la escena, obras sinfónicas, de cámara, para piano, para guitarra, para voz y piano, una “Enciclopedia abreviada de la música” publicada en Madrid en 1917 y un “Tratado de composición” que data de 1946.
Joaquín Turina nace en Sevilla el 9 de Diciembre del año 1882, en el seno de una familia de artistas ya que su padre era pintor y miembro destacado de la escuela sevillana. Recibe sus primeras lecciones musicales de D. Enrique Rodríguez y de D. Evaristo García Torres, maestro de capilla de la catedral de Sevilla. Se inclina por el piano estudiando a partir de 1902 con D. José Tragó en Madrid y trasladándose a París en 1905 para estudiar piano con Moritz Mozkowski y composición en la “Schola Cantorum” con Vicent D`Indy, donde adquiere una sólida técnica orientada al academicismo, tan habitual entre los alumnos de la escuela Franckiana, graduándose en 1913. En París conoce a Viñes, Dukas y a Isaac Albeniz cuyo encuentro se podría catalogar de providencial. Albeniz le aconseja abandonar la rigidez academicista de la “Schola Cantorum” y buscar la senda del nacionalismo andaluz, ayudándole asimismo a editar el “Quinteto opus 1” partitura considerada por Turina como su primera obra de importancia.
Tras el comienzo de la primera guerra mundial, Turina fija su residencia en Madrid donde desarrollará una doble actividad como pianista, en el quinteto de Madrid y como concertista de piano, y director de orquesta en el Teatro Real, llegando a dirigir en 1918 las representaciones de los famosos ballets rusos de Diaghilev.
En 1931 es designado catedrático de composición del conservatorio de Madrid siendo elegido académico de Bellas Artes en 1935. Turina pasó la guerra civil a salvo en el consulado británico, llegando a certificar el cónsul británico, John Milanés gran aficionado a la música, su condición de personal administrativo del consulado. Tras finalizar la guerra civil fue nombrado Comisario de la Música el 27 de Abril de 1940 cargo que ostentará hasta su muerte en 1949.
La obra de Turina comprende; Zarzuelas como “La copla” con texto de Joaquín Labios, que fue estrenada en el teatro Cervantes de Sevilla el 24 de Marzo de 1904; Óperas como “La Sulamita” y la comedia lírica “Margot” estrenada en el Teatro de la Zarzuela el 10 de Octubre de 1914 o ilustraciones para la obra de Martínez Sierra “La mujer del Héroe” y “Navidad” obras que datan de 1916 y “La adultera penitente” (1917) y “Jardín de Oriente” (1922) con texto igualmente de Martínez Sierra.
Música sinfónica entre la que destacan los poemas sinfónicos “Procesión del Rocío” (1912) en el que Turina emplea material folklórico literal con la aparición final del Himno Nacional; “Evangelio” (1914) en el que pretende evocar la vida de Cristo; “Danzas Fantásticas” (1919) obra compuesta inicialmente para piano aunque orquestada en 1926, consta de tres movimientos (Exaltación, Ensueño y Orgía), es una obra brillante llena de fuerza y color andaluz, capaz de fundir elementos nacionales con rasgos impresionistas especialmente en el segundo movimiento, Ensueño; “Sinfonía Sevillana”(1920) poema sinfónico que presenta un idilio amoroso a través de tres cuadros “Panorama”, “Sobre el Guadalquivir” y “Fiesta en San Juan de Aznalfarache”; “Oración del Torero” (1925) cuadro pintoresco andaluz de sobrio fervor, compuesto inicialmente para cuarteto de laúdes y transcrito para orquesta de cuerda; “Canto a Sevilla” (1925) para voz y orquesta; “Rapsodia Sinfónica”(1934) obra virtuosística o “Sinfonía del Mar” que quedó inacabada.
Música de cámara entre la que cabe destacar el ya citado “Quinteto op. 1”, el “Cuarteto op.4” (1911), “Poema a un sanluqueño” para violín y piano (1924), “Trío nº1, op.35” (1926), “Sonata para violín y piano nº1, op.51” (1920), “Sonata para violín y piano nº2, op. 82” (1934), “Cuarteto con piano op.67” o “Serenata op. 87” (1935) para cuarteto de cuerda.
La obra pianística de Turina es de gran importancia, no olvidemos que fue un concertista de piano muy apreciado tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, pudiendo destacar obras como “Sevilla op.2” (1908), “Sonata romántica op.3” (1909) sobre un tema español en tres partes “Tema y variaciones”, “Scherzo” y “Final”, “Rincones sevillanos” (1911) obra pintoresca en cuatro partes “Noche de verano en la azotea”, “Ronda de niños”, “Danza de los seises en la catedral” y “A los toros”, “Album de viaje” (1915), “Mujeres españolas” (1917) tres retratos musicales dedicados a la mujer española “Madrileña clásica”, “Andaluza sentimental” y “La morena coqueta”, “Sanlúcar de Barrameda” (1921) una sonata pintoresca de gran calidad que puede considerarse la obra cumbre para piano del autor en cuatro partes “En la torre del castillo”, “Siluetas de la calzada”, “La playa” y “Los pescadores en bajo de guía” y otras importantes obras como “Danzas gitanas” (1930) o “Concierto sin orquesta” (1935).
La obra para guitarra también es destacable con obras como “La sevillana” (1923), “Fandanguillo” (1925) obra de agradable virtuosismo, la breve y efectista “Ráfaga” (1930) y la “Sonata” (1932) obra ambiciosa en tres movimientos el primero en forma de sonata, el segundo en forma de lied y el tercero en forma rondó, fue estrenada por Andrés Segovia, a quien estaba dedicada la obra, en la Academia Santa Cecilia de Roma el 29 de Enero de 1932.
Las piezas para voz y piano tienen su lugar en la obra de Joaquín Turina, pudiendo citar “Rima” (1911) sobre textos de Bécquer, “Poema en forma de canciones” (1918) con letra de R. Campoamor en cinco partes “Dedicatoria”, “Nunca olvida”, “Cantares”, “Los dos miedos” y “Las locas por amor”, “Saeta en forma de Salve” (1930) pieza sobre texto de los hermanos Quintero y “Tres poemas” (1935) en los que vuelve a retomar las rimas de Bécquer.
Joaquín Turina fallece el 14 de enero de 1949 de una afección pulmonar, su obra prácticamente aborda todos los géneros incluido el infructuoso mundo de la ópera española. Su estilo evolucionó, en muchos aspectos, hacia un nacionalismo regionalista menos universal que el de Manuel de Falla, hecho que no impide que Turina sea un verdadero maestro de nuestra generación del 98, quien formó parte de ese grupo de compositores que junto a Manuel de Falla, afrontaron el importante cometido de dar forma a la vida musical española durante la primera mitad del siglo XX.
Para cuando la colaboración de los expertos que asesoraron a la inconmensurablemente inepta concejala de cultura para adecuar la Banda Municipal a las exigencias de la sociedad actual con este diario. Seguro que aportarían sabiduría, elegancia, nueva ortografía, y riqueza cultural.
Temas:
Berlioz en las calderetas.
Verdi cerrando la puerta.
La paralítics de Beethoven.
Litronas y cubatas en vaso de tubo de SSSShosstakovichhsss.
Cuando Mahler cocinaba migas en sartén.
No hay dinero para los colaboradores, pero tal vez pudiérase dar esta magnífica circunstancia que deleitaría nuestra vista y enriqueciera nuestros dormidos intelectos.
Enhorabuena por este artículo breve pero denso y claro en contenidos.
Es cierto que Turina tiene unos rasgos impresionistas que realmente extremecen al escucharlo o al interpretarlo.
¿Cómo sonarán la Danzas Fantásticas en la nueva Banda Municipal? ¿Se interpretará una versión tan brillante como la que hizo la desaparecida Banda en Aranda de Duero que le valió el Tercer premio, aún midiéndose a bandas de 140 miembros?
Jose, un abrazo de tu palmero, palmero sin dinero en el haber del peloteado, mal negocio.
Te reitero mi enhorabuena, amigo que no se vende y que no te vende.
Emociona ver gente como usted Juan López; gente apasionada y entregada hasta los tuétanos para defender una causa que considera justa y todo a pesar, probablemente, de lo poco que tiene que ganar en todo este asunto. Ignoro si sus compañeros de batalla le habrán dedicado la ovación que merece por todos estos meses de trabajo y sacrificio en la defensa de esta noble causa, por lo que me gustaría dedicarle un silencioso pero profundo reconocimiento desde este humilde «Desvan del músico». Le deseo suerte en todo lo que acometa a partir de ahora, aunque con tanto tesón como está demostrando dudo que le haga falta. Gracias por su lectura.