Aunque, como atestigua el símil taurino, hasta el rabo “to” es toro, y queda mucha tela que cortar en las dos máximas especialidades del motor (F-1 y MotoGP), no es menos cierto que los máximos aspirantes y por tanto favoritos, Vettel y Márquez, han propinado este domingo sendas dolorosas estocadas en sus más temidos rivales.
Marc
Partiendo esta vez desde la tercera plaza de la parrilla a la que había sido relegado por la fogosidad de Crutchlow y Bautista, Márquez no cedía tanto como en otras largadas y se enganchaba sorprendentemente a la rueda de Lorenzo que salía como una exhalación desde la segunda fila, Pedrosa también ejerció de cohete pero no pudo adelantar a su compañero de Honda, ni en esta fulgurante salida, ni en cuantos intentos prodigó sobre el circuito de Brno, sede del GP de la República Checa.
La carrera se veía venir de nuevo en plan trío, pero esta vez Márquez usó un sistema reducido de su famoso “método” y, puesto que ya estaba segundo por delante de Pedrosa, le sobraban dos tercios de GP que empleó en estudiar la perfecta trazada del virtuoso Lorenzo, quien, confiado en sus “test” de hace unas semanas en este escenario, creyó poder contener el vendaval de Cervera que le sobrevino a falta de siete vueltas para el final (el famoso tercer tercio) y que supuso el previo del ciclón Dani, que también dio cuenta del mallorquín y atacó, ya sin esperanzas, al líder del Mundial que ahora es mucho más líder y, además, empieza a intimidar a sus rivales. Márquez se convierte en el primer debutante que vence en cuatro carreras consecutivas en su primer año y acumula ya cinco en total (números de récord que le acercan al título), pero se suponía que sufriría en el circuito checo y daría un respiro para que sus rivales le recortaran puntos… todo lo contrario, Dani y Jorge han recibido dos estocadas que amenazan con desangrarles de aquí al final de temporada.
Sebastian
Mucho se había hablado en el parón agosteño de la irresistible ascensión de Hamilton y su Mercedes, tras la rotunda exhibición en Hungaroring hace casi un mes. De hecho, igual que se dijo de su compañero Rosberg cuando obtuvo su segundo triunfo del curso, se catapultó al piloto inglés a la categoría de aspirante al título, obviando que en esas aspiraciones también estaban Räikkönen y Alonso. Vettel, en cambio, callaba y miraba y, ajeno en estas cuatro semanas a los dimes y diretes de un campeonato en “stand by”, se marchaba de vacaciones con su novia a unas islas tan paradisíacas que ha vuelto con un color rubio oxigenado, solo asumible por quien está en la cresta de la ola. Tranquilo ante la “pole” (cuarta consecutiva, quinta del año) de Hamilton y sabedor que el Ferrari de Alonso había mejorado en todo, menos en olfato “killer” (la “cagada” de la calificación habría traído consecuencias de estar Fernando en otro equipo), Sebastián afrontaba el GP de Bélgica en el mítico Spa-Francorchamps con suficientes armas en su mano para hacer de ésta, habitualmente una cita cargada de emociones y suspense, una carrera anodina ganada de principio a fin y marcando ritmos ni siquiera soñados por sus enemigos más enconados: Alonso se batió como un jabato y Hamilton sostuvo un Mercedes demasiado a la deriva; cualquiera de estas dos actuaciones por sí solas ya eran reseñables, pero viéndoles las caras en el podium (sobre todo la del asturiano) se podía atestiguar que habían recibido una increíble estocada “aussi bien que mortelle”.
Al igual que su compañero de esta página, Vettel, consigue aumentar la distancia con sus perseguidores, estirando la cifra de Räikkönen en veinticinco puntos netos después de que el finlandés marcase su primer cero en veintiocho carreras, por culpa de unos frenos desfallecientes; aumenta en siete su renta sobre Alonso, que ahora vuelve a ser segundo de la general, y difunde un espeso “tufillo” a cuarto título que empieza por amilanar a los que, como el español, son irreductibles y poco derrotistas pero también harto realistas “cuando eres el segundo más rápido, mereces acabar segundo” (Alonso dixit).