Miraban la televisión. En el despacho del inspector jefe, quietos, como estatuas, sin mover un musculo, todos miraban la televisión. Ante sí, tenían a Rita Rovira, ocupada en un parlamento insólito que en esos momentos emitía el Canal 12, y que pronto darían las demás cadenas en sus espacios de frivolidad y en los informativos. Veían y escuchaban las palabras de Rita Rovira en el despacho de Villahermosa, en los bares de la ciudad, en el mosaico de televisores de los grandes almacenes, el ministro del Interior, también, alertado por los servicios del gobierno a quienes previamente había informado el presidente de Canal 12 del paquete encontrado en una de las garitas de control con el impresionante material, lo veía en presidente del Gobierno… Todo el país estaba pendiente de lo que en ese momento decía a la cámara la conductora habitual de Corazón Abierto, casi con el mismo desparpajo y soltura con que se mostraba en los episodios vespertinos de su carnicería, perfectamente maquillada y peinada. Aun lucía la blusa blanca con chorreras con la que fue secuestrada la semana anterior. Era una alocución pausada, interiorizada, había que afinar mucho para detectar el efecto de una mínima extorsión. Su cara no delataba ni los estragos de la tensión y ni el sufrimiento de Rita Rovira que hablaba en esos momentos casi con fe reverencial en lo que esta diciendo.
Roberto Peinado, de pie, apoyado en el borde de la mesa del inspector con los brazos cruzados no daba crédito. Escuchaba una por una las palabras de Rita, la cadencia con la que locutaba de memoria porque no se veía ni un papel, la dirección de su mirada, siempre hacia el objetivo, sin parpadear, sin descuidarla por el rabillo del ojo. Se diría, incluso, que estaba demasiado serena, tal vez drogada, quizá agotada por la tortura emocional a la que se estaba enfrentando. El encuadre siempre el mismo, un plano corto que la enmarcaba hasta el busto Atrás, un fondo oscuro…
Queridos telespectadores, a vosotros, me dirijo en esta hora amarga para mi, no por la situación en que me encuentro, que es una situación gozosa porque me ha abierto los ojos, sino para reconocer ante vosotros la vaciedad, la miseria, la inmoralidad y la falta de escrúpulos de un trabajo que me ha ocupado los últimos ocho años de mi vida. Hemos llenado sus hogares todas las tardes y las noches, de material altamente tóxico con la escusa de practicar un periodismo amable, salpimentado con algunos toques de frivolidad, hablando de aspectos de la vida de personajes populares, con el único fin de entretenerles de otros problemas más graves… Eso les decíamos, siempre al amparo de la libertad de expresión irrenunciable e intocable en un país libre, estimulados por las altas cotas de audiencia y de la receptibilidad con las que ustedes, queridos telespectadores , nos han regalado a lo largo de todo este tiempo. Les confieso, aquí y ahora, que me arrepiento, que reniego de todos y cada uno de los segundos que he estado en sus hogares hablando de intimidades ajenas…
-Santo cielo- exclamó el inspector Villahermosa
… poniendo en el vocero público asuntos privados e íntimos de personas que en ocasiones no quisieron seguir con el juego y optaron por la denuncia en los tribunales. Debo decirles también que con cada denuncia que ganábamos nos hacíamos más fuertes y seguros para seguir alimentándonos de carroña, cada vez más temidos. Los entresijos de nuestros programas son un mercadeo nefando, manejamos información confidencial, datos íntimos, imágenes de personajes decisivos e influyentes en todos los órdenes de la vida nacional… esa información nos hace más y muy poderosos. Es cierto que todo lo que ustedes ven por la televisión en nuestros espacios de telebasura- ahora creo que la basura es un elemento de comparación demasiado magnánimo porque al fin y al cabo la basura es buen abono- es puro engaño, puro teatro, un gigantesco disimulo, pactado con todos sus protagonistas a golpe de talón, pero también es cierto que cuando alguno de nuestros “héroes”, digo héroes entre comillas, decide romper las reglas y salvar el pellejo, le perseguimos sin conmiseración, sin escrúpulos, sin tener en cuenta el sufrimiento que reporta el machacamiento diario del honor y de la dignidad. Acabo ya mi parlamento: pido por favor que paren esta gigantesca trituradora humana. Tengo un ultimátum que decirles en nombre de la organización Justicia Negra para la Prensa Rosa: Si el 1 de enero del próximo año no desaparecen todos los espacios que son ejemplo de lo burdo, lo soez, la mala educación, la peor formación, fatales ejemplos para nuestros jóvenes de visa disipada, de valores que priman el hedonismo, el dinero fácil, la inmoralidad, la depravación, la calumnia… si ese día se emite uno solo de esos programas basura, pagaré con mi vida”.
Con la palabra “vida” apenas ensartada en los labios de Rita, la imagen de la pantalla zigzagueó bruscamente y se tornó en un enjambre de puntos negros. El documento era impagable. Después, uno de los “presentadores de banquillo” de Corazón Abierto, con cara de circunstancias, muy serio, y con gesto como de haber llorado, dijo a la audiencia:
“Acabamos de ver una grabación que nos ha enviado el captor o los captores de nuestra compañera, amiga y admirada, Rita Rovira, tal y como la hemos recibido en nuestros estudios, sin edición previa y sin cortes, por exigencia de sus remitentes, y por que así lo ha decidido finalmente la dirección de la cadena. Nos llega en estos momentos un comunicado de Interior que informa de una reunión de crisis en las próximas horas para analizar los detalles de este último episodio del llamado Caso Lobera y las consecuencias del mismo. A la citada reunión asistirán también los presidentes de MediaMil y Canal 12 así como el del grupo editorial que publica Rumores. Por otro lado, también está tomando cuerpo el debate sobre la idoneidad de los contenidos televisivos entre los partidos políticos. Sobre esto último y en nombre de la dirección del programa les comunicamos que esta casa seguirá con su linea de evasión y entretenimiento, porque creemos en la libertad de expresión y en la libertad de elección y en la madurez de nuestros seguidores, seguiremos con esta… telebasura, así denominada por integristas e intolerantes que no representan sino una moralidad caduca y decadente”.
-Santo Dios-, el inspector Villahermosa volvió a repetir la imprecación