Hasta que no aparezca el cuerpo del delito no sabremos si en verdad hay una boa reptando a placer por las cercanía del Pantano del Vicario esperando el momento más oportuno de darse un baño en la playa. Extraña historia ésta que cumple al pie de la letra las recurrentes serpientes de verano con las que los medios se suelen despachar para equilibrar las escasez de noticias serias en el estío.
Si es una broma, pues bueno, ni gracia que tiene el bromista… ¿pero de dónde sacó la piel? ¿Es auténtica? Y si no lo es, hay que ser mastuerzo para tener una boa de mascota. Qué miedo.